Cuantas veces te has visto en la situación de querer decir 'no' y sentirte incapaz por agradar a los demás. Este es un ejemplo, como muchos otros, de falta de asertividad, "una habilidad social que implica comunicarse de forma efectiva y sana, transmitiendo lo que queremos decir de manera firme a la vez que respetuosa y empática con los demás y con nosotros mismos". Así nos define este término Sofía Pérez-Caballero, psicóloga y terapeuta Gestalt experta en género (www.sofiaperezcaballero.com) experta con quien hemos abordado el tema.
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La asertividad "nos permite expresar lo que sentimos, opinamos o deseamos respetando al interlocutor"; y puntualiza que no hay que confundir ser asertivo con ser agresivo: "Si tu amiga te pregunta si te gusta su vestido nuevo y a ti no te gusta, ser asertivo es decirle que a ti no te gusta. Ser agresivo es decirle que es horroroso". Es por ello que es importante hablar desde el 'yo', desde la libertad que uno tiene de expresar lo que desea, sin colocarse en el otro. Se puede ser empático (comprender lo que otro puede sentir) y ser asertivo a la vez.
Sin embargo, comenta Sofía, "la asertividad no nos garantiza al cien por cien cumplir con nuestros objetivos ni conseguir o mantener el afecto de la otra parte, pues los demás puede que no estén de acuerdo. Lo que sí nos garantiza es sentirnos a gusto internamente, ya que somos coherentes con lo que nos ocurre".
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Ser asertivo es respetarse a uno mismo
Se trata del estilo de comunicación más efectivo e "influye directa y positivamente en la mejora de nuestra autoestima, así como tener una autoestima alta te facilita ser más asertivo". Cuando eres asertivo muestras respeto por ti mismo, por tu manera de pensar y sentirte frente a los demás. Se trata de defender tus derechos al mismo tiempo que muestras tu respeto; expresas tus deseos, opiniones y necesidades y, por tanto, te tienes en cuenta.
Además, "la asertividad nos ayuda a tomar control sobre nuestra vida y a sentirnos menos víctimas". Si nos mostramos continuamente al servicio de los demás o buscando encajar en lo que creemos que esperan (que se correspondería con un estilo de comunicación pasivo), la consecuencia es que nos sentimos mal, nos enfadamos con nosotros y con los demás y, normalmente, nos reprochamos nuestra pasividad, puntualiza la experta.
Cómo podemos mejorar nuestra asertividad
Sofía Pérez-Caballero nos da una serie de claves para trabajar esta capacidad en nuestras relaciones sociales, con el fin de integrar este 'lenguaje' en nuestro día a día.
- Toma conciencia de las ideas que hay detrás de defender tus necesidades. Huye de pensamientos que te lleven a considerar que eres una persona egoísta o que debes agradar a los demás para que te quieran.
- Expresa con claridad lo que piensas, sientes o necesitas. No podemos dar por hecho que los demás, especialmente quien más nos conoce o nos quiere, lo sabe o debe adivinarlo.
- Ten claros tus objetivos y sé concreto expresando lo que quieres, lo que necesitas o lo que no, sin dar por supuesto que los otros te comprenderán.
- Entiende que tus derechos, pensamientos, necesidades o deseos son tan importantes como los de los demás, pero no más.
- Habla desde el 'yo' (yo quiero, yo necesito, yo siento…). Reconoce cómo el otro ve la situación y, a continuación, expresa lo que tú necesitas u opinas.