Hay muchos errores que minan nuestra autoestima. Son actitudes y comportamientos que hacemos de manera inconsciente y que, lejos de fortalecer nuestra autoestima, la debilitan. Te contamos algunos de los más habituales, para que puedas tener una imagen de ti misma tan buena como mereces.
Hacer que tu autoestima dependa de aquello que puedes perder
Si basas tu valía en tu trabajo, tu aspecto físico o tu pareja no tendrás el control de tu propio bienestar. Son aspectos fundamentales de nuestra vida, es cierto, pero pueden sufrir cambios o desaparecer sin que hayamos hecho nada para que ocurra o sin que podamos evitarlo.
Tu autoestima debe cimentarse sobre valores inamovibles que no varíen de un día para otro, y que no dependan de nadie más que de ti: intentar ser buena persona, cuidar de los que te rodean, asumir riesgos o marcarte objetivos que desees cumplir.
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Juzgarte a ti misma en todo momento
Si estás muy pendiente de misma, sin quitarte el ojo de encima, observando cada uno de tus movimientos y tus palabras para ver si cometes fallos, lo más fácil es que los acabes provocando. Cuando sentimos inseguridad, pensamos que los demás nos evalúan todo el tiempo y sacan conclusiones sobre nosotros. Pero lo que suele ocurrir es que la persona que más te juzga eres tú.
Cuando te sientes observada, ya sea por los demás o por ti misma, actúas con miedo a hacer las cosas mal, a ser criticada, a que no te acepten… De esta forma no te permites ser tu mejor versión.
No compartir tus inseguridades con nadie
Cuando compartimos con alguien de confianza aquello que sentimos y pensamos nuestra autoestima mejora. Al verbalizar aquello que nos preocupa, se reduce la intensidad emocional con que lo vivimos. Además, cuando nos guardamos lo que nos causa inquietud, lejos de desaparecer, aumenta en nuestra cabeza, y puede causarnos estrés y ansiedad.
Hablar de las cosas que nos pasan, y escuchar lo que les pasa a otros, es muy positivo. Nos ayuda a tomar distancia con nuestros propios problemas y a olvidarlos mientras estamos en compañía de aquellos que nos hacen sentir bien.
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Evitar los riesgos y la toma de decisiones
El principal motivo para no asumir riesgos es el miedo a equivocarte, a que salga algo mal o a lo que los demás piensan de ti. Pero nunca lo llamamos así: miedo. Y siempre buscamos una excusa para ocultarlo y evitar pasar un mal trago. Así que evitas los riesgos para quedarte en una zona segura en la que no ocurran cosas malas. El problema es que ahí tampoco ocurren cosas buenas y no dejas que crezca tu autoestima. Da un paso al frente y atrévete a tomar decisiones, porque equivocarse, aunque a veces no lo parezca, también es bueno y necesario.
Exigirte siempre buenos resultados
Imponerte a ti misma que tienes que ser perfecta en tu día a día con el trabajo, la familia, etc, es una buena forma de asegurarte vivir en la insatisfacción permanente, mientras que tu autoestima va disminuyendo. Aunque no consigas todo lo que te propones, no debes dejar de sentirte valiosa, porque has de saber que estás llena de capacidades y que no van a desaparecer porque cometas un error. Está muy bien que te marques objetivos, pero hacerlo todo muy bien es imposible, y exigírtelo hará que solo veas tus defectos y limitaciones cada vez que no consigas lo que te propones.
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