¡Ojo! Los niños también pueden tener estrés

Sudoración, pesadillas, tartamudeo y agresividad son algunos de los síntomas del estrés en los niños. Las causas pueden estar relacionadas con aspectos de la vida cotidiana tanto del entorno familiar como del escolar.

por Dr. Eduardo Junco

El estrés en la infancia es cada día más frecuente. En los países desarrollados, en nuestro medio y en nuestro entorno, el estrés normal, que está presente en la infancia a lo largo del desarrollo, se suma el causado por los factores ambientales de la vida diaria. Nuestros hijos desde muy pequeños se tienen que enfrentar a situaciones hostiles y estresantes, que precisan de gran capacidad de adaptación, pero cuando esta falla y los estímulos ambientales son superiores a ella, el estrés produce un deterioro general, con repercusión en el bienestar emocional y a la larga, en la salud del niño.

¿Cuál es el origen del estrés en el niño?

El estrés es una reacción muy útil para afrontar los retos de la vida diaria. Las reacciones hormonales y metabólicas que las situaciones estresantes generan en el organismo nos ayudan a superar estas situaciones.

Una de las causas más frecuentes de estrés es la ausencia de control de los acontecimientos que nos rodean. En el niño esta circunstancia es casi permanente, pues se encuentra sin experiencia alguna. Se halla en un constante proceso de aprendizaje de nuevas experiencias y nuevos conocimientos y es por ello que el estrés, aunque de baja intensidad, es mucho más frecuente de lo que creemos.

Su capacidad de adaptación, sus mecanismos de defensa y el apoyo de padres y educadores serán los que le hagan superar estas situaciones.

¿Cómo se manifiesta?

Las manifestaciones que el estrés genera en el niño cuando éste supera su capacidad de control y adaptación se caracterizan por un conjunto de reacciones psíquicas y orgánicas que alteran su equilibrio emocional y dan lugar a síntomas que deterioran su bienestar.

Los síntomas físicos u orgánicos suelen orientarse a llamar la atención de los padres, mientras que los síntomas psíquicos y emocionales tienen mucho que ver con la depresión y la frustración.

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La mayoría de los niños no tienen capacidad para saber qué les pasa y son los padres los que deben sospecharlo analizando los acontecimientos. Nuevas situaciones, cambios en la vida del niño, tensión ambiental y nuevas experiencias son factores que pueden desencadenar situaciones de estrés.

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Síntomas físicos y psíquicos de estrés en el niño

Los síntomas físicos más frecuentes son:

  • Cefalea, sudoración y nerviosismo.
  • Dolor abdominal recurrente. Dolores recidivantes de diferente localización.
  • Alteraciones del sueño, pesadillas, terrores nocturnos, insomnio.
  • Enuresis nocturna, tartamudeo.
  • Trastornos en la alimentación, anorexia o hiperfagia.

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Los síntomas psíquicos o emocionales son:

  • Incapacidad para controlar las emociones.
  • Tristeza, llanto inexplicable, negativismo.
  • Frustración, rabietas.
  • Dependencia materna, ansiedad, miedos, fobias.
  • Aumento de la agresividad, terquedad, actos regresivos.

Acontecimientos y causas que generan estrés

En el entorno familiar:

  • Nacimiento de un nuevo hermano.
  • Separación o divorcio de los padres.
  • Cambio de cuidadora, de domicilio o de habitación.
  • Ausencia o fallecimiento de algún familiar.
  • Maltrato psíquico.

En el ambiente escolar:

  • Cambio de colegio o cambio de clase y/o de profesores.
  • Pruebas de evaluación, pruebas deportivas, obras de teatro.
  • Tener dificultades en el aprendizaje, no seguir el ritmo de los compañeros.
  • Enfrentamientos y roces con amigos y profesores.

Causas ambientales:

  • Precoz y creciente participación de los niños en el mundo de los adultos.
  • Medios de comunicación, redes sociales, televisión, cine.
  • Obligaciones, horarios, compromisos, reuniones, vida social.
  • Consolas, juegos, ordenador.
  • Aprendizaje y cumplimiento de hábitos sociales. Comer, vestirse, higiene, etc.

¿Cómo podemos ayudarles?

Los padres y los educadores son las personas más cercanas y las que mejor pueden prevenir y tratar el estrés de los niños. Tener paciencia, no presionarles, hacer una educación positiva en todas las facetas, estimulando, animando y procurando establecer una atmósfera de seguridad y serenidad en el entorno del niño es la mejor manera de prevenir la aparición del estrés.

Entre las acciones más beneficiosas destacan escuchar sin criticar, aplicar recompensas y estímulos en lugar de castigos, apoyarles y ayudarles en la toma de decisiones, ser selectivo con los juegos, consolas y programas de televisión y potenciar su autoestima.

El ambiente familiar tranquilo, estructurado y estable, la cercanía de los padres y hermanos y la serenidad y tranquilidad en las acciones ayudarán enormemente a prevenir y tratar el estrés en los niños.