Disfrutar de un día de sol es, para muchos, uno de los mayores placeres que ofrece el verano. Ya sea en la playa, el campo o la piscina, el astro rey ofrece numerosos beneficios para nuestro organismo. Mejora nuestro estado de ánimo; contribuye a la sinterización de la vitamina D, esencial para muchos procesos biológicos como la correcta asimilación del calcio o la activación de las defensas; ayuda a regular los ritmos circadianos; y mejora ciertas afecciones de la piel como la psoriasis y el acné. No obstante, una exposición excesiva puede acarrear serios problemas entre los que figuran el envejecimiento prematuro, daños oculares o, incluso, cáncer de piel. Sin llegar a estos extremos, no aplicar la protección solar adecuada los días en los que los rayos inciden con más fuerza conlleva a incomodas y molestas quemaduras de distinta gravedad.
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El primer nivel de daño es el eritema solar. La piel se inflama, se enrojece, pica y está tirante. Si se trata de un caso leve, una crema hidratante o after-sun proporcionará alivio, pero si las molestias persisten hay que aplicar otro tipo de tratamiento. A pesar de que la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) insiste en que el mejor remedio es una correcta prevención, si ya es demasiado tarde, existen una serie de procedimientos que podemos llevar a cabo en nuestra propia casa.
Refrescar la zona dañada y restablecer los niveles de hidratación
Podemos comenzar colocando compresas de agua fría o tibia sobre la superficie quemada. Si esta es muy amplia puedes darte una ducha y dejar correr el agua fresca unos minutos sobre tu piel. Asimismo, es fundamental restablecer los niveles de hidratación del organismo por lo que se debe ingerir mucho líquido, preferiblemente agua, evitando refrescos, café o bebidas muy azucaradas.
'Alimentar' la piel para regenerarla
Lo más importante para calmar la irritación y evitar que la dermis se desprenda es aplicar una cura regeneradora que proporcione a las células los nutrientes necesarios para que se renueven correctamente. A este propósito, en nuestra propia despensa podemos disponer de los ingredientes óptimos para 'alimentar' la piel y tratarla a base de sustancias naturales, como las que te detallamos a continuación.
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Aloe vera
Las propiedades regeneradoras y calmantes del aloe vera son ampliamente conocidas por lo que esta planta puede convertirse en nuestra gran aliada para combatir las quemaduras y rojeces producidas por la exposición solar. El gel extraído de sus partes más carnosas puede aplicarse de manera tópica, proporcionando una sensación de frescor al instante. Además, tiene un gran poder antiséptico, antiinflamatorio y cicatrizante que ayudará a acelerar el proceso de restauración de la piel.
Vinagre de manzana
Puede que se trate de uno de los remedios más empleados y conocidos a nivel popular. El vinagre tiene propiedades antisépticas, que puede ayudar a matar los gérmenes y aliviar el dolor. Asimismo, contribuye a equilibrar el pH de la piel dañada, facilitando su regeneración, y reducirá la probabilidad de que se formen ampollas tras la quemadura. Su forma correcta de uso es diluir una parte en otra de agua y empapar una compresa que se colocará durante 10 minutos sobre la piel.
Pepino
Su alto contenido en agua (97%) lo convierten en uno de los vegetales más hidratantes. Muy usado en tratamientos de belleza para reducir las ojeras, su poder refrescante y antiinflamatorio también es muy eficaz a la hora de aliviar la irritación de las zonas dañadas. Se puede triturar y aplicar de forma directa en el área a tratar.