El cuidado del medio ambiente necesita el trabajo de todos para conseguir reducir el impacto que tenemos sobre el planeta. Con medidas como el reciclaje, el ahorro de agua, el uso del transporte público o las energías renovables, entre muchas otras cuestiones, es posible conseguir que el daño realizado a la naturaleza vaya disminuyendo cada año. El compromiso sostenible requiere de responsabilidad y de medidas que nos permitan conocer dicha influencia.
Contabilizar para salvar el planeta
Una de ellas es la conocida como Huella Hídrica o Water Footprint. Se trata de un indicador (HH) medioambiental que cuantifica la cantidad de agua dulce que es empleada tanto para crear los bienes y servicios por parte de una empresa, como para ser consumidos por una comunidad o un individuo. Se calcula de manera modular, sumando las cantidades de uso y consumo en cada etapa del procedimiento, y se mide mediante unidades de volumen (centímetros cúbicos o litros) por servicio consumido o unidad de producto fabricado. Datos que facilitan conocer cuánto cuesta producir algo en términos de agua hasta que llega al usuario final. En casa también puede ser contabilizada a través de los portales de Internet que realizan una estimación de la misma.
Existen tres categorías que componen este término: la huella hídrica verde, la azul y la gris. La primera de ellas hace referencia al agua que proviene de la lluvia o nieve, es decir, de ríos, manantiales y acuíferos. La segunda, a la que recoge el hombre de fuentes naturales o artificiales mediante todo tipo de infraestructuras (fundamental en sectores como el agrícola). La última de ellas, la gris, es aquella que ha pasado de ser agua contaminada a ser transformada en las diferentes plantas de tratamiento para cumplir las normativas.
El uso de este concepto, acuñado por el profesor Arjen Hoekstra (Universidad de Twente, en Países Bajos) en 2002, siempre ha estado vinculado a la sostenibilidad a nivel internacional. Más tarde, en 2009, la International Organization for Standardization (ISO) comenzó a diseñar una Norma Internacional, que llegó 5 años después: ISO 14046:2014 – Gestión Ambiental – Huella Hídrica – Principios, requisitos y directrices. Con este instrumento es posible descubrir la relación entre el papel del ser humano y el medio, la implicación en el nivel de disponibilidad de este recurso y su supervivencia en el tiempo.
Gestos en casa que cuentan
Desde cerrar los grifos y vigilar las duchas hasta realizar una compra inteligente, pasando por revisar el agua que dedicamos a regar; pequeñas acciones que pueden ayudar a disminuir esta huella y, por ende, el daño a la naturaleza. A medida que la sociedad sea consciente de su papel a la hora de mejorar la gestión de los recursos hídricos, se comprenderá la importancia de un consumo y una fabricación responsable. Sabiendo que estos problemas afectan a la estructura económica mundial, algunos países han optado por externalizar su huella hídrica, de forma que compran a otros que emplean grandes cantidades de agua para manufacturar un producto. Frente a cifras como los 1.385 m3 por habitante al año de huella hídrica mundial, España se encuentra en los 2.461 m3, por lo que desde el Ministerio persiguen un mayor control y fomentar la conciencia ciudadana.