No todos los días van a ser un buen día, es cierto. Y sentirse triste en algún momento es lo más normal del mundo. La vida nos enfrenta a muchas situaciones difíciles y complicadas que nos pueden afectar. El problema viene cuando no logramos recuperar la alegría y empezamos a ver solo los aspectos negativos de la vida. Por suerte, podemos cambiar las cosas si hacemos un pequeño esfuerzo para mejorar nuestro estado de ánimo, y encontramos actividades y actitudes que nos ayuden a pasar el bache.
Practica la meditación
La meditación es uno de los mejores caminos que podemos elegir para disminuir las preocupaciones y el estrés, No se trata de una solución inmediata, porque aprender a meditar requiere algo de tiempo, pero cada día que medites te habrás concedido un espacio de tiempo para restaurar tu interior. Una vez que hayas aprendido a concentrarte sin apenas esfuerzo verás que ha merecido la pena. La meditación es una de las formas que tenemos para entrenar la mente y aprender a controlar nuestros pensamientos en cualquier momento de la vida.
Leer: Por qué ser un ‘bicho raro’ es lo mejor que podría pasarte
Escucha música alegre
La música es capaz de transformar estados de ánimo y, por lo tanto, de elevar nuestra energía aunque la tengamos por los suelos. Esto se debe a que la música puede alterar nuestro cerebro e influir en el sistema nervioso, modificando nuestros sentimientos y emociones de forma positiva. Anímate a escuchar esas canciones que sabes que son capaces de generar en ti bienestar y buenos ánimos, ya sea por la melodía o por la letra. Tu cerebro las reconocerá y te sentirás mejor.
Habla con otras personas
Para sentirnos felices necesitamos el contacto social y sentirnos apoyados por las personas de nuestro entorno. Habla con alguien que sea de tu confianza, un familiar o un amigo. Te sentirás comprendida al ver que alguien se preocupa por ti, y el dolor que sientes se reducirá. Al hablar, los pensamientos cobran forma y es más difícil que se magnifiquen o deformen en nuestra cabeza. Podrás recibir consejos, escuchar otras perspectivas y, lo más importante, sentirte escuchada por alguien que te apoya.
Leer: Cómo entrenar y aumentar tu resiliencia
Vuelve a escribir un diario
Puede parecerte extraño, pero anotar aquello que piensas y sientes, aunque sea de manera breve, te será de gran ayuda para organizar tus ideas y reflexionar sobre ellas. Cuando escribes le pones nombre a las cosas que te hacen sentir mal, que te resultan un obstáculo. Escribir sobre ello te dará fuerzas para afrontarlo y disminuirá tu nivel de estrés. Además, no tienes que esforzarte para que quede “bonito”: lo importante es que puedas ser sincera contigo misma, porque todo lo escribas ha de ser privado y no tienes que compartirlo con nadie
Entra en contacto con la naturaleza
A veces pasar demasiado tiempo en casa o tener rutinas que no nos permiten cambiar de aires puede causarnos tristeza. Una escapada a la naturaleza, por breve que sea, te hará aparcar tus malos pensamientos para disfrutar de la belleza que tienes antes ti. Los entornos naturales aportan serenidad y armonía, y tienen la capacidad de aliviar la tristeza y de reportarnos numerosos beneficios para nuestra salud física y emocional.
Leer: 10 claves para trabajar y mejorar tu autoestima
Busca distracciones
A veces, la sensación de tristeza nos impide pensar en otra cosa, pero ahondar en ella no nos resulta nada beneficioso porque podrían intensificarse nuestros sentimientos y pensamientos negativos. Busca ocupaciones que te resulten agradables para intentar pensar en otras cosas y reducir el estrés que sientes. Ve al cine, haz deporte… puede que tu tristeza desaparezca en cuanto cambies el foco de tu mirada. O no, pero sin duda será un alivio para ti haber descansado, aunque sea por un rato, de los sentimientos negativos.
A pesar de todo, sonríe
Al sonreír el cerebro libera endorfinas, responsables de bajar nuestros niveles de estrés y hacernos sentir felices. Además, los pulmones se expanden y respiras mejor; y nuestros músculos se estiran y relajan. Sonríe y atraerás a la gente en lugar de apartarla, porque una persona sonriente genera buenas vibraciones en sí mismo y en los demás. Es posible que te cueste un poco al principio, pero siempre puedes empezar por recordar algún momento del pasado que, inevitablemente, dibuje una sonrisa en tu rostro.