¿Cuántas veces has sentido las llamadas mariposas en el estómago cuando has visto a alguien que te gustaba? ¿O la sensación de tener un puño en el estómago cuando te encontrabas en una situación que te provocaba estrés o ansiedad? Seguro que en muchas ocasiones te has preguntado qué le ocurre a tu cuerpo para sentirse así. La respuesta la tienes en la estrecha relación que existe entre nuestro sistema digestivo y el sistema nervioso central.
La flora intestinal y nuestra salud física y mental
Cada vez son más las investigaciones científicas que muestran que existe una conexión real entre el cerebro y la flora intestinal, y que el estado de esta influye en los comportamientos y en las emociones que sentimos.
La flora intestinal está formada por billones de bacterias alojadas en nuestros intestino con el fin de que nuestro organismo funcione correctamente. Si esta flora intestinal es insuficiente o si no se encuentra en buen estado puede ocasionarnos problemas a nivel fisiológico, como alergias, problemas digestivos o, incluso, cáncer de colon.
Pero a nivel psicológico las repercusiones también son importantes. Cuando se regula la flora intestinal gracias a una buena alimentación, prevalece nuestro bienestar mental y emocional. Por eso, cuidar nuestra salud intestinal es también una forma de cuidar nuestras emociones. De hecho, sabemos que cualquier desequilibrio en el hábitat intestinal puede provocarnos también una desestabilización psicoemocional. Es más, los problemas gastrointestinales son, a menudo, signos de que algo nos está pasando más allá del sistema digestivo.
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Los intestinos segregan la hormona del bienestar
Esta hormona es la serotonina, y es un neurotransmisor, es decir, una de las sustancias que utilizan para la comunicación entre intestino y cerebro. La serotonina es un mensajero de bienestar y de felicidad. También es, entre otras cosas, un controlador de la atención, la cognición, la memoria y mucho más.
Aproximadamente un 10% total de la serotonina corporal se encuentra en el cerebro superior. Y alrededor de un 90% de la serotonina corporal se produce y almacena en este cerebro digestivo, en unas células especiales que cubren el intestino en todo su recorrido. En estas células influyen directamente nuestra alimentación y nuestro estilo de vida.
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Mejora tu alimentación para mejorar tus emociones
Existen alimentos ricos en serotonina que ayudan notablemente a mejorar nuestra manera de dormir y afrontar estados de ánimo como la depresión y la ansiedad. Estos son:
- Cereales, como la avena, el arroz integral y la quinoa.
- Carne de pavo y pollo.
- Frutos secos, como almendras, nueces y dátiles.
- Pescado azul, como el atún y las sardinas.
- Legumbres, como lentejas y garbanzos.
- Verduras y frutas de todo tipo.
- Fermentados: yogur, kéfir, chucrut…
- Huevos
- Chocolate negro, lo más puro posible y sin azúcar.
Hay que tener en cuenta que somos lo que comemos, por lo que tenemos que seguir una dieta alimentaria buena y saludable. El estrés proveniente del trabajo o de nuestras relaciones personales crea situaciones que ponen en riesgo nuestro organismo. La clave está en cuidar de nuestro cuerpo y mente, pensando siempre en el futuro y en las consecuencias que puede traer.
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