¿Imaginas una zanahoria amarilla? ¿Una acelga roja? El mundo de los alimentos es mucho más extenso y colorido de lo que, a priori, podíamos sospechar. Pese a que asociamos cada alimento a un color determinado, como el blanco a la coliflor o el rojo al tomate, los productos pueden presentar un aspecto diferente al clásico y tradicional, según como hayan sido cultivados y los pigmentos que estos contengan. Así, la naturaleza nos presenta un amplio abanico de colores con el que alegrar y enriquecer el recetario de cocina.
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Coliflor morada
Pese a que la inmensa mayoría de las personas relacionamos la coliflor con el color blanco, existen numerosas variedades de este alimento procedente de las regiones del Mediterráneo oriental. Una de las más sorprendentes es la coliflor morada, que contiene antocianinas, unos pigmentos con acción antioxidante que son los responsables de esta llamativa tonalidad violácea. Sin embargo, el colorante morado de la verdura no permanece y, tras la cocción, pasa a convertirse en un tono amarillo verdoso.
Patata violeta
Otro de los alimentos inesperados con esta potente coloración es la patata, una excelente fuente de vitamina C y almidón. A pesar de que la patata blanca es la más tradicional y el segundo alimento más consumido en el mundo entero, podemos encontrar una variedad de este tubérculo que es conocida como 'vitelotte', muy común en Perú y la zona andina, que se distingue por una piel morada, casi negra, y una carne violeta o azulada. Sin embargo, el color no es lo que único sorprendente de este llamativo producto, que suele presentar una forma más alargada que la patata clásica.
Acelga roja
La acelga roja es otro de los grandes desconocidos de la gastronomía, aunque cada vez está más presente en la mesa por sus propiedades. Esta hortaliza, que cuenta con una gran intensidad cromática, mantiene el característico verde de sus hojas, pero presenta unas pencas gruesas y de color rojizo. Es conocida como 'ruby', 'borgoña' o 'arco iris' y es una excelente fuente de vitaminas y minerales, que aporta apenas 35 calorías por cada 100 gramos. Se trata de un alimento muy versátil, que permite infinidad de preparaciones y puede ser consumida también en crudo.
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Zanahoria de colores
Es inevitable asociar la zanahoria, fuente de carbohidratos, vitamina A, Vitamina E, Vitamina B y potasio, con su particular forma alargada y, por supuesto, su tonalidad naranja. Sin embargo, la zanahoria no siempre tuvo este color. Tanto es así que las primeras nociones que se tienen de esta hortaliza datan del año 3.000 a. C, en Afganistán, donde era púrpura por fuera y amarilla por dentro. Más tarde, los comerciantes árabes extendieron la semilla de este alimento por Asia, África y Arabia, donde surgieron variedades en sorprendentes tonos, como púrpura, blanco, amarillo, verde y hasta negro. La primera zanahoria naranja no aparece hasta el siglo XVI en Holanda, que fue conseguida mediante cruces y experimentos con la finalidad de que coincidiera con el color de la casa real holandesa.
Los holandeses se convirtieron en los principales productores de este alimento cargado de betacaroteno, pigmento encargado de aportar ese característico color naranja de las zanahorias que habitualmente vemos en la balda del supermercado. Sin embargo, parece que las zanahorias de colores vuelven a hacerse un pequeño hueco en el mercado para llenar de alegría nuestros platos. ¿Quién dijo que las ensaladas tenían que ser aburridas?
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Naranja roja
La naranja puede no ser naranja. Tanto es así que existe una variedad de la naranja dulce, que tiene una carne de un llamativo color rojo oscuro y un aspecto similar al del pomelo. Se trata de la naranja roja, conocida como sanguina o naranja de sangre, fruta que debe su pigmentación a la presencia de antocianina, una sustancia química que tiene propiedades antioxidantes. Este atractivo pariente de la naranja dulce, que tiene las mismas propiedades nutricionales, vitaminas A y C, ácido fólico y calcio, cuenta con un sabor notablemente más ácido y un tamaño menor que la tradicional. A pesar de que son difíciles de conseguir, las naranjas de sangre son ideales para consumir en zumos y ensaladas, para elaborar mermeladas, helados y exquisitos postres o simplemente para comer como una fruta común, pero con un encanto particular.