Si quieres meditar, pero no te ves practicando la posición del loto, sin poderte mover, deberías probar con otra práctica de meditación zen: la caligrafía, es decir, el arte de escribir con belleza. Procedente de China, donde es considerada un arte marcial, se trata de una de las disciplinas orientales enfocadas a lograr el equilibrio de la mente y el cuerpo. Esta práctica, cada vez más extendida, se basa en la escritura, en el dibujo detallado y armonioso de las letras, utilizando para ello tinta y un pincel. Y no se necesita ningún tipo de preparación o de destreza con la escritura: solo necesitas dibujar trazos negros con distinto espesor sobre un papel blanco, y un par de días por semana para practicar.
Observa el movimiento a tu alrededor
La caligrafía, en su esencia, refleja un movimiento bello y constante que hemos plasmado en el papel. Para llegar a captar ese movimiento y dibujarlo, hemos de mirar con la mente abierta a nuestro alrededor. Por eso uno de los puntos primordiales es la contemplación, especialmente de la naturaleza, donde cada elemento (cielo, árboles, nubes) nos ofrece la armonía entre belleza y movimiento que estamos buscando para nuestra caligrafía. Dicho de otra manera, caligrafiar consiste en observar y captar el espíritu de la vida, para plasmarlo en un momento dado de la eternidad.
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Vínculo entre cuerpo y mente
Practicar la caligrafía nos predispone a un momento de conciencia plena, donde desaparecen el estrés, las preocupaciones, los malos pensamientos y las tensiones musculares. Nos predisponemos a crear un momento de armonía entre nuestro cuerpo y nuestra mente, entre el manejo de la tinta y el pincel. El objetivo es que nuestro cuerpo llegue a convertirse en el pincel. Pero,¿cómo podemos conseguirlo?
- Adopta una postura correcta, con los pies apoyados en el suelo y la espalda recta. Si necesitas conseguir una caligrafía más libre puedes ponerte de pie.
- Abandona las tensiones física y no ejerzas presión sobre el papel. La escritura no ha de ser tensa, sino relajada y suave.
- Traza las letras de forma pausada y consciente: solo tienes que pensar en el trazo que estás realizando en cada momento.
- Concéntrate en el punto concreto en que la pluma toca el papel. Podrás apreciar mejor cada curva y te olvidarás del concepto de escritura habitual para entrar en un tipo de escritura especial.
- Ralentiza la escritura y lo harán también los procesos cerebrales que la provocan. Entonces, de manera inconsciente, nuestra respiración también se ralentizará y entraremos en un estado de relajación.
- Piensa que estás escribiendo y dibujando a la vez, lo que permite que tus dos hemisferios cerebrales estén trabajando al mismo tiempo.
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La práctica de un movimiento relajante
La caligrafía se aprende en un estado de serenidad. Al eliminar las tensiones corporales, la mente se vacía y también se relaja. Los movimientos exigen tal concentración que no puedes pensar en otra cosa en ese instante. Llegados a este punto, podemos experimentar un bienestar y una serenidad del cuerpo y la mente. El beneficio se percibe de inmediato y se prolonga todo el tiempo que dure la escritura.
Puedes escribir en silencio absoluto o con una música de fondo que favorezca tu concentración y relajación. En oriente utilizan música de cítara para comprender la esencia de las curvas. Del mismo modo que ponen incienso para observar cómo asciende el humo, realizando movimientos que luego podremos reproducir con el pincel.
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