Si bien los perros de la raza golden retriever se caracterizan por su carácter sociable, cariñoso y servicial, el caso de Fred, un precioso ejemplar de 10 años, supera con creces a todos sus congéneres. Conocidos por ser una de las mejores razas para tener en familia, él ha creado la suya propia de una manera muy peculiar. Su tierna historia no ha tardado en dar la vuelta al mundo al haber adoptado nada menos que a nueve crías de pato. La pista de su madre se perdió en las proximidades del castillo de Mountfitchet (en la región británica de Standsted), un conocido enclave turístico que recrea una fortaleza normanda del siglo XI, donde el can ha habitado durante toda su vida. Sin duda, un ‘papá adoptivo’ poco convencional que se ha convertido en la auténtica atracción del lugar. Así, ha atraído a un gran número de visitantes que quieren presenciar esta singular estampa con sus propios ojos.
Un improvisado ‘padre adoptivo’
Al parecer, los patitos aparecieron un día deambulando solos y, antes de que los propios trabajadores del lugar pudieran hacerse cargo de ellos -ya que sin ayuda era poco probable que pudieran salir adelante-, el can corrió en su búsqueda ganándose inexplicablemente la confianza y el cariño del grupo. Desde entonces, los pequeños palmípedos le siguen de manera incondicional a todas partes sin asustarse en ningún momento.
Sin embargo, por peculiar que parezca, este extraño comportamiento tiene una explicación científica. Según un estudio de la Universidad de Oxford publicado por la revista Science en 2016 concluyó que las crías de pato y otros animales suelen aprender a identificar y seguir a su madre a través de un tipo de aprendizaje al poco tiempo de su nacimiento. Lo realmente curioso es que, en este este caso, ante la ausencia de su progenitora, asociaran las atenciones de un perro con las propias de la figura materna.
El mejor amigo también del pato
Además de la naturaleza noble y bondadosa de Fred, a la hora de formar esta singular familia numerosa también ha influido en gran medida el hecho de que haya vivido en una zona en la que siempre se ha albergado a animales extraviados, tal y como ha relatado la gente del lugar a diferentes medios internacionales. De este modo, ha estado acostumbrado a la convivencia con otras especies. Ahora, los 10 se han convertido en inseparables y, puesto que los patitos todavía no saben volar, utilizan a su protector como un improvisado y peludo medio de transporte al que subirse cuando están cansados para caminar. De este modo, es muy frecuente verlos sobre su lomo dorado o su cabeza.
Incluso, ‘padre e hijos’ se acurrucan a la hora de dormir y hasta se bañan juntos en el foso que rodea al castillo. Por su parte, Fred ha asumido con total naturalidad esta nueva labor desmontando el famoso mito de que ‘el perro es el amigo del hombre’.