En muchas ocasiones, la excusa perfecta para no comer verduras suele ser la falta de tiempo para cocinar; algo a lo que no podremos recurrir si comenzamos a usar el microondas para este menester. Infravalorado, en muchas ocasiones, al momento de calentar la leche por las mañanas o el tupper en la oficina, este electrodoméstico puede convertirse en nuestra tabla de salvación a la hora de elaborar platos rápidos, saludables y llenos de sabor con los que adoptar una dieta mucho más equilibrada, en la que los vegetales cobren un mayor protagonismo. En pleno auge de las cocinas vegetariana y vegana, ampliar el consumo de verduras (y sustituirlas por productos de origen cárnico) es más fácil que nunca gracias a este práctico aparato presente en cualquier hogar. Con estos sencillos trucos aprenderás a sacarle todo el partido mejorando, además, tus hábitos alimenticios.
Cocción al vapor
Su uso no entrampa ninguna dificultad. La técnica empleada para cocer verduras y hortalizas es al vapor, utilizando el propio agua presente en ellos. Un sistema para el que tradicionalmente se usaba una vaporera colocada sobre una cacerola con agua hirviendo y que en la actualidad ha sido sustituido por prácticos accesorios de silicona, muy resistentes al calor, que no absorben olores y fáciles de lavar. Simplemente hay que introducir los vegetales deseados en su interior y cerrar bien para que no se escape el vapor y se mantenga la humedad con el fin de que no se sequen y queden jugosos. Como resultado obtendremos unos alimentos en su punto, que conservan su color (haciéndolos más atractivos a la vista) y todas sus propiedades nutricionales intactas, así como su sabor.
Crea tu propia vaporera con una fuente de cristal y papel film
Si no se dispone de los utensilios de silicona especialmente diseñados para ello no hay ningún problema, se puede crear uno con una fuente de cristal, presente en cualquier cocina, y film transparente. Tan solo habrá que introducir las verduras en el recipiente y taparlo herméticamente con varias vueltas de papel de plástico hasta crear una atmosfera completamente hermética en su interior que favorezca la circulación del vapor.
Ahorra tiempo y dinero
Con esta sencilla técnica no solo reducirás el tiempo empleado en la cocina -puesto que en pocos minutos dispondrás de las verduras perfectamente cocinadas apenas sin ensuciar-, sino que también ahorrarás dinero. Los vegetales son más económicos que la carne y no gastarás grandes cantidades de agua para hervirlos, con el consiguiente ahorro energético.
Sin grasa mucho mejor
Una de las principales ventajas de este método es que para la cocción no hace falta añadir ningún tipo de aceite, reduciendo así el consumo de grasas y creando platos mucho más saludables y digestivos.
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Ajustar bien los tiempos según el vegetal
Siempre a máxima potencia, los tiempos de cocción variarán según las verduras u hortalizas elegidas, en función de su dureza y contenido en agua. De este modo, para vegetales como judías verdes, brócoli, zanahorias o espárragos verdes lo ideal es utilizar una cocción corta, en torno a los 2 minutos por 200 gramos de producto, para que queden ‘al dente’. Por su parte, la calabaza, tubérculos (como la patata, boniato o remolacha), así como cualquier tipo de col requerirán, por lo menos, 4 minutos por la misma cantidad. No obstante, lo más recomendable es ir controlando los tiempos para que no se pasen.
Aliñar y condimentar al final
Lo normal es añadir la sal y el resto de los condimentos, tales como especias, hierbas aromáticas, aceite, limón o vinagre una vez finalizada la cocción, puesto que estos ingredientes podrían reaccionar con el calor alterando su sabor o textura.