Si practicas yoga con asiduidad no hay duda de que ya conoces sus beneficios. Pero ¿por qué no compartir todo lo bueno que te ha dado a ti con los que más quieres? El yoga en familia es un forma excelente de tener momentos de encuentro con los tuyos, practicando una actividad que os ayuda a reforzar el vínculo afectivo y a aprender a comunicaros de una manera diferente.
Cuáles son los beneficios
El yoga familiar se puede empezar a practicar desde edades muy tempranas y produce bienestar tanto en el cuerpo como en la mente:
- Aumenta la flexibilidad y la fortaleza de nuestros músculos y huesos. También se mejora el riego sanguíneo a través de las diferentes posturas.
- Potencia valores fundamentales como la escucha (a uno mismo y a los demás), el respeto y la empatía. Al necesitaros los unos a los otros para realizar determinadas posturas, se genera una confianza mutua, imprescindible para que el bienestar familiar.
- Desarrolla la capacidad de concentración y la capacidad de estar en el momento presente. Este aprendizaje es muy útil realizarlo desde pequeños para saber mantener el control en las distintas situaciones en cualquier momento de la vida.
- En un nivel más profundo, el yoga nos ayuda a querernos más a nosotros mismos y a lo que nos rodea, en este caso la familia, y al mundo en el que vivimos.
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Encontrad el mejor momento
Podéis empezar por cinco o diez minutos al día, para que los más pequeños se vayan acostumbrando y no se aburran. Además del tiempo que tengáis planificado, incorpora el yoga en pequeños gestos diarios, para que todos puedan integrarlo con más facilidad. Podéis practicar la respiración para ayudar a resolver un enfado entre hermanos, para afrontar los nervios previos a un examen, o para recuperaros después de un día estresante.
Vestíos para la ocasión
Usar la ropa adecuada os ayudará a ser conscientes de que vais a comenzar vuestro entrenamiento y de que este es distinto a otras actividades que realizáis en casa, como cocinar, ver la tele o hacer los deberes. La ropa que uséis ha de ser cómoda y permitir la libertad de movimiento sin ser demasiado ancha. Piensa que, aunque las sesiones en casa sean breves, es posible que empecéis con una temperatura corporal y que esta aumente a los pocos minutos, por lo que no es necesario abrigarse en exceso.
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Di sí a la creatividad
Para que a tus hijos les guste, es necesario que el yoga sea divertido. No te limites a las posturas que conoces: inventa otras nuevas y deja que ellos propongan las suyas para hacer entre todos. Prueba a poner música que les guste y déjales elegir. No os limitéis al salón de casa: practicad yoga en el parque los fines de semana o alguna tarde después del colegio. Así impedirás que se aburran y lo incorporarán con más facilidad a su día a día.
Disfruta de la espontaneidad
Ya sabes que los niños se distraen con facilidad y que es muy difícil conseguir que se mantengan quietos y concentrados durante mucho tiempo. De hecho, a veces también nos resulta muy difícil a los adultos. Sé flexible y permite que se muevan e interpreten las posturas de yoga a su manera. Disfrutad del tiempo que pasáis juntos. Es importante que ellos sientan que no se trata de una imposición, sino de un momento muy grato para toda la familia. Poco a poco ganarán constancia en la práctica y serán ellos los que quieran asegurarse de que lo están haciendo lo mejor posible.
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