¿Sabrías distinguir si a tu compañero de trabajo le está dando un ictus? ¿Has relacionado alguna vez un fuerte y repentino dolor de cabeza con esta enfermedad? ¿Y tú? Si perdieras fuerza o se te durmiera un brazo o un lado de la cara, ¿pensarías que has dormido mal o saltaría alguna voz de alarma en tu cabeza? Imagina otro escenario. De repente, tu habla se vuelve torpe y no puedes vocalizar, sientes confusión, incluso piensas que vas a desvanecerte. ¿Lo asociarías a este problema? Es importante que lo hagas porque, en esta dolencia, que puede afectar a una de cada seis personas, cada minuto cuenta. Además de la propia gravedad del accidente cerebrovascular, la rapidez con la que te trasladen a un hospital donde puedan atenderte especialistas en ictus, puede marcar la diferencia entre tener secuelas graves, incapacitantes o leves que te permitan seguir haciendo una vida normal. La actriz Natalia Verbeke ha alzado su voz para recordártelo.
Embajadora de la campaña que ha lanzado Boerhinger Ingelheim para concienciar sobre la enfermedad y hablar sobre la rehabilitación, Verbeke lo tiene claro: “hay que darle mayor visibilidad y darse cuenta de que no solo afecta a personas mayores, también es una enfermedad de jóvenes”. De hecho, el 35% de los pacientes están en edad laboral.
La actriz, que ha participado en la miniserie ‘Generación Invictus. La historia de Marta', confiesa que poco sabía de esta patología antes de que le propusieran participar en el proyecto. “Acompañar durante cuatro capítulos a Marta Lozano, una auténtica superviviente y la protagonista de esta historia, ha sido muy bonito. He aprendido mucho sobre la enfermedad y sobre cómo prevenirla, así como a vivir con ella. Marta ha sido una auténtica maestra que me ha enseñado que con una actitud positiva se consigue una mayor recuperación. Marta ha sido una inspiración para mí. Un ejemplo a seguir. Forma parte de la generación invictus que no se deja vencer y lucha contra la enfermedad”.
Mi historia con el ictus
Marta Lozano tuvo un ictus hace cinco años, cuando tenía 42. Aparentemente, es una chica normal. Sin embargo, ella asegura que su vida ha cambiado. Por ejemplo, es zurda y, paradógicamente, tiene paralizado el lado izquierdo. Eso ya cambia la vida. Pero ella se apaña. No se amilana. Y sigue adelante. “Esta enfermedad me ha hecho vencer la timidez”, asegura. “Antes jamás me hubiera planteado hablar en público y ahora, sin embargo, lo hago muy a menudo. Porque es importante explicar qué es el ictus y el papel fundamental de la rehabilitación”.
Quizá 'ictus' no fue lo primero que pasó por su cabeza cuando una mañana, conduciendo en coche hacia el trabajo, se sintió mal. Pero sí supo que algo no andaba bien. “Noté que perdía fuerza en el brazo izquierdo. Paré el coche y pedí ayuda a mi hermano para que me llevara al hospital”, explica. Allí se lo confirmaron. Acaba de sufrir un accidente cerebrovascular.
La recuperación, sin duda, es larga y, a veces, difícil. Así lo constató Marta. “Tras el accidente, estuve 20 días en el hospital. Después empecé la rehabilitación y me ayudó mucho mi fisioterapeuta de la Fundación Dacer (Daño Cerebral). Empecé a recuperar la movilidad de la pierna, aunque el brazo es más complicado. Pero sigo haciendo rehabilitación para no ir hacia atrás”, señala.
Reconoce que los primeros meses fueron malos. “Los primeros meses los pasé con mis padres y tuve separarme de mi hija. Fue un shock para mí. Y mi meta era volver con ella. Cuando pude hacerlo, mi recuperación también se aceleró. Mis padres me ayudaron mucho, me atendieron muy bien, pero me lo hacían todo, me lo ponían todo fácil, porque es lo que hacen los padres. Sin embargo, mi hija me obligaba a esforzarme. Su apoyo fue absoluto con solo 15 años que tenía”, señala. “Esto es muy importante. Hay que esforzarse en hacer cosas. Los familiares no te lo pueden hacer todo aunque quieran por protección. Eso sí, tienen que sonreír”, añade Luis Agredano, presidente de la Asociación Freno al Ictus.
Marta no vive igual que antes, pero eso no significa que viva peor. Simplemente diferente. “Haces las cosas de otra manera. Te enfrentas a una nueva vida. Y la exprimes. Aunque, no voy a mentir, también tienes días malos. Y hay que llorar. Forma parte de la recuperación estar triste. Pero después hay que mirar hacia adelante y seguir luchando”, concluye.
¿Qué es el ictus?
Según la Sociedad Española de Neurología, el ictus es un conjunto de enfermedades que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Esta patología puede manifestarse con una hemorragia cerebral, si uno de los vasos se rompe, o con un infarto si una vena se obstruye y no suministra sangre al cerebro. Cuando una persona sufre un ictus, el cerebro no recibe el oxígeno que necesita y las células nerviosas se dañan. De ahí sus síntomas: adormecimiento, parálisis, pérdida de fuerza, confusión, dificultad de habla, visión borrosa, dolor de cabeza fuerte y repentino, pérdida de memoria... La rapidez tras el accidente es vital para que el paciente no sufra ninguna incapacidad o las secuelas sean mínimas.
Por tanto, se trata de una enfermedad grave que pone en serio peligro la vida de la persona que lo sufre. Pero se puede prevenir y, sobre todo, se pueden evitar las secuelas graves si se actúa a tiempo. Porque en ictus cada minuto cuenta. "Hoy disponemos de fármacos y técnicas, como los 'códigos ictus', que pueden revertir la totalidad de las secuelas", apunta el doctor José Egido, coordinador de la Unidad de Ictus del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos, "pero sólo si se actúa en las primeras horas".
No se sabe qué causa esta enfermedad. Pero sí se conocen los factores de riesgo, todos prevenibles. Por ejemplo, no fumar, hacer ejercicio físico, evitar la obesidad ayuda a reducir la probabilidad. Por otro lado, también es importante manejar el estrés “factor que multiplica el riesgo”, añade el doctor Egido.
En cuanto al tratamiento, es importante seguirlo a rajatabla y, sobre todo, no dejarlo, aunque el paciente se encuentre bien. “En los casos leves, cuando el paciente ha superado el susto, deja la medicación. Sin embargo, no hay que olvidar que haberlo sufrido una vez aumenta hasta un 12% el riesgo de sufrir un segundo episodio en el primer año. Posteriormente, decae un 4% pero si se acumulan riesgos, casi el 50% de los pacientes han tenido otro en los diez años siguientes”, advierte el experto.
¿Qué hacer si tengo un ictus?
Como decíamos, la rapidez con la que se actúe cuando se sufre un ictus es esencial. Estos son algunos consejos sobre cómo hay que reaccionar:
Llama al 112. Si estás solo y sientes que te está dando un ictus, llama de inmediato al 112, describe el problema e indica que sospechas que es un ictus.
Avisa y deja la puerta abierta. Cada minuto cuenta. Si no hay nadie más en casa y cierras la puerta, aunque no eches la cerradura, obligas a que una unidad de los bomberos acuda a tu domicilio para abrirla, perdiendo unos minutos que pueden ser vitales para tu recuperación.
Atiéndele. Si estás frente a una persona que manifiesta síntomas de ictus, aflójale la ropa para que pueda respirar, llama al 112 y describe los síntomas. Si está consciente, túmbale con la cabeza y los hombros ligeramente inclinados (con una almohada, por ejemplo). Háblale tranquilamente, hazle sentir cómodo. No le des agua. Si no está consciente y respira, ponlo en posición lateral de seguridad. Si está inconsciente, debes iniciar una reanimación cardiopulmonar.
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