Ya sea en una sala de cine o en el salón de nuestra casa, según los expertos en psicología cada vez que vemos una película estamos recibiendo una especie de terapia que, aparte de divertirnos, nos aporta un buen número de beneficios relacionados, en su gran mayoría, con nuestro ámbito psicológico y conductual. Y si, además, hace que nos emocionemos y lloremos como magdalenas, mucho mejor. “Sumergirse en una película implica sentir, conectar y dar rienda suelta a nuestras emociones, ponerse en la piel de otro y vivir distintas sensaciones sin movernos del sofá. El cine puede levantar nuestras más profundas pasiones, ilusionar, divertir, entristecer y acercarnos a infinidad de sentimientos que nos ayudan a entender nuestras propias situaciones y estar mejor con nosotros mismos. Una buena película nos va a reportar beneficios tanto si reímos a carcajadas como si lloramos a pierna suelta”, explica la doctora Belén Guerrero Cuevas, psicóloga clínica del Hospital Vithas Parque San Antonio de Málaga.
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Si lloramos viendo una película…
Tal y como decía Aristóteles, la catarsis es «la facultad de la tragedia de descargar al espectador de sus propias bajas pasiones al verlas proyectadas en los personajes de la obra». “La función catártica se encuentra fácilmente en el cine, siempre y cuando la historia o trama nos recuerde algún momento de nuestra vida. Cuando vemos una película muchas veces experimentamos dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos”, apunta la experta. De esta manera, nos ayuda a:
- Expresar sentimientos y no reprimirlos. Recuerda: “Aquello que no sale del cuerpo se queda atrapado en el cuerpo”.
- Liberar estrés.
- Después de llorar, nos sentimos desahogados, nos relaja y nos sentimos más calmados.
- Las lágrimas nos ayudan a liberar toxinas.
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Si reímos viendo una película…
Ir al cine o ver una película en casa con amigos o familiares es siempre una ocasión perfecta compartir ideas, opiniones y risas; lo que, además de fomentar nuestras relaciones sociales:
- Hace que liberemos endorfinas, dopamina y serotonina, las hormonas de la felicidad y el bienestar, que combaten los trastornos de ansiedad y la depresión.
- Cuando nos reímos, numerosos músculos se contraen y esta simple acción favorece a poner distancia a los pensamientos catastrofistas y fomentar el optimismo.
- Aumenta la autoestima, da fluidez a la espontaneidad y mejora el autoconcepto de uno mismo.
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Pero, más allá de servirnos de catalizador emocional, el cine también nos ayuda a enfrentarnos a nuestros miedos, resolver problemas y buscar y encontrar soluciones. “Habitualmente, una película nos hace enfrentarnos a nuestros mayores temores y nos expone a nuestras sensaciones permitiéndonos ser más conscientes de ellas y poder trabajar para extinguirlos. Esto ocurre, por ejemplo, con los films de terror. Estos, aunque parezca sorprendente, reducen el estrés y ayudan a enfrentar miedos antiguos a través de la catarsis sin necesidad de revivir lo sucedido. De igual manera, cuando vemos que los personajes de la película se enfrentan a sus miedos y afrontan sus problemas, tendemos a identificarnos con ellos. Esto favorece una interesante reflexión sobre aspectos de nuestra vida y nos motiva para enfrentarnos a nuestros temores y dudas. No es la primera vez que alguien reconoce que una determinada película le sirvió para descubrir la solución a un problema o, incluso, una gran idea de negocio”.
“En definitiva, el maravilloso mundo del cine nos ayuda en nuestro desarrollo personal, sanando a través de las emociones, y funcionando como un amplificador de nuestros sentidos”, concluye la psicóloga Guerrero Cuevas.
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