Las relaciones personales se trasladaron a las redes sociales hace varios años gracias al advenimiento de la tecnología 2.0. Desde entonces, las plataformas digitales se han convertido en el mejor escaparte para una vida privada, escrupulosamente seleccionada, que pasa a ser pública y en la que uno puede ofrecer la mejor versión de sí mismo. Igualmente, las relaciones sentimentales encontraron en este nuevo universo un lugar de encuentro, que cambia por completo la manera de conocerse y que, inevitablemente, ha derivado en comportamientos que ya están adoptando un nombre propio.
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Uno de ellos fue en ghosting, ese fenómeno en el que la otra parte desaparece como si se la hubiera tragado la tierra, incluso después de haber tenido varias citas -aparentemente satisfactorias-, sin explicación alguna. No más llamadas, no más whatsapp y adiós a ser amigos en redes sociales. Sorprendente, desconcertante, pero, al fin y al cabo, menos dañino que otro comportamiento recientemente bautizado como orbiting.
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¿Qué es el 'orbiting'?
Fue Anna Iovine en un post que escribió en el blog The Man Repeller quien puso nombre a esa actitud en la que, lejos de desaparecer, se mantiene tras tus redes sociales, dejando claro que está orbitando a base de likes y vagos comentarios, pero sin rastro de un contacto directo, ni una llamada, ni, por supuesto, señal alguna de una nueva cita.
Si el primero de los casos puede desencadenar a nivel emocional una sensación de inseguridad e incluso de culpa (¿he hecho algo para que desaparezca?), con el orbiting la situación se puede agravar, pues es posible caer en un comportamiento obsesivo. Controlar sus publicaciones en busca de una señal, vivir esperando a que comente alguna de tus fotos, llamar su atención a través de tus propias publicaciones o revisar cada 5 minutos las personas que han visualizado tus stories para comprobar cuánto tarda en 'aparecer' puede pasar a ser una agónica rutina.
Sin embargo, aquello que parece un fenómeno propio de la era de las relaciones 2.0 no es ni mucho menos algo nuevo. "No deja de ser quedarse esperando una llamada pegados al teléfono fijo o ese tonteo de 'sí pero no, pero qué guapa estás' que cualquiera ha vivido mucho antes de que los social media llegaran a nuestra vida", nos comenta Sofía Pérez-Caballero, psicóloga y terapeuta Gestalt experta en género (www.sofiaperezcaballero.com).
Cómo afrontar el 'orbiting'
Con ella intentamos buscar las razones que podrían explicar tal comportamiento. "Por un lado, puede ser que no le intereses lo suficiente como para iniciar un compromiso, pero sabe que así 'te tiene' pendiente. Alimenta su ego y no se cierra puertas". Sin embargo, la experta no descarta que se trate de un reflejo de su propia inseguridad: "¿Por qué no pensar que pueda tener miedo a un acercamiento mayor?".
Analizadas las posibles motivaciones tras el orbiting, Sofía Pérez-Caballero recomienda cómo actuar si se está siendo objeto de este desquiciante comportamiento. "Lo primero es darse cuenta del rol pasivo que adoptamos al esperar que sea la otra parte la que de un paso más allá. Después, coger las riendas y atreverte a ser tú quien toma la iniciativa, responsabilizarte de tus deseos e ir a por ellos".
Cierto que cuando uno pregunta tiene que estar preparado para el no. "Si no responde como esperabas, ya sabes que orbita solo por 'tenerte ahí' y lo mejor será olvidarlo", recomienda la psicóloga. Es importante tomar el control de la situación tanto para despejar dudas como para parar algo que es dañino, que no aporta nada, que se puede extender meses, e incluso años, y acabar en obsesión. Bloqueo, por favor. Un ghosting, esta vez sí, con motivos más que suficientes.
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