Los famosos alimentos probióticos, de los que seguro has oído hablar en más de una ocasión (el yogur, los encurtidos, el kéfir, el chucrut...), son una opción perfecta para tratar problemas intestinales de distinta índole (estreñimiento, disbiosis, diarreas, infecciones vaginales...) y, en general, mejorar y reforzar las funciones digestivas y el tránsito intestinal. Pero, existen otros alimentos que nos van ayudar tanto o más a favorecer el crecimiento de las bacterias 'buenas' beneficiosas para nuestra salud y microbiota; y, en última instancia, combatir algunas enfermedades como el cáncer de colon.
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"Una buena alimentación, equilibrada y variada, es imprescindible para mantener nuestra flora intestinal sana, aportando todo tipo de nutrientes, sobre todo alimentos ricos en fibra (verduras, frutas, cereales integrales y legumbres). Estos facilitarán el tránsito intestinal y mantendrán una microbiota fuerte. Existen, además, unos tipos de alimentos llamados funcionales, que enriquecen y mantienen el equilibrio de la flora intestinal. Estos son los probióticos, prebióticos y simbióticos, con ciertas peculiaridades, que los convierten en alimentos imprescindibles de nuestra dieta", explica la nutricionista, y colaboradora de ¡Hola!, Marta Lorenzo.
A continuación, la experta nos explilca cuáles son estos alimentos y en qué se diferencian:
Probióticos
Son alimentos que contienen bacterias vivas como, por ejemplo, las bifidobacterias, que consiguen reducir el pH intenstinal, impidiendo el crecimiento de bacterias consideradas patógenas o que pueden llegar a producir una enfermedad. Son muy beneficiosos en personas que tienen problemas intestinales con frecuencia, ya sea por diarreas constantes por motivos de nervios o por intolerancia (por ejemplo, a la lactosa), puesto que mantienen el equilibrio de la flora bacteriana. El ejemplo más claro de probiótico es el yogur o las leches y bebidas fermentadas como el kéfir o la kombucha.
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Prebióticos
A diferencia de los probióticos, no son alimentos vivos. En este caso, hablamos de alimentos ricos en fibra (ya sea de forma natural o añadida), que no se digieren pero sí alimentan a la flora intestinal, favoreciendo las bacterias fermentativas y reduciendo las putrefactoras. Normalmente las fibras que componen este tipo de alimentos funcionales son las solubles como la lignina, oligosacáridos e inulina. Los alimentos que podemos considerar prebióticos son principalmente las verduras y frutas por su alto contenido en fibra, destacando algunas como la alcachofa, los espárragos, el puerro o la remolacha. También podemos incluir en este grupo de alimentos las legumbres, frutos secos (pistachos y almendras), la patata, los higos secos, los dátiles, etcétera. Sus beneficios en nuestro organismo: estimulan el sistema inmunitario, favorecen la absorción de algunas vitaminas y minerales como el calcio y el magnesio; y reducen trastornos digestivos (flatulencias, gases, estreñimiento...).
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Simbióticos
Llamamos alimentos simbióticos a aquellos alimentos que están formados por prebióticos (fibra como fructanos) y probióticos ( L. casei o L. acidophilus). No está muy estudiado, pero se cree que ambos forman un efecto sinérgico siendo el componente prebiótico el que favorece el efecto del probiótico, dando lugar a una combinación perfecta que mejora el sistema inmunológico y ayuda a tratar ciertas enfermedades y la diarrea crónica. Como ejemplo de alimento simbiótico por excelencia debemos destacar la leche materna. También podemos incluir los lácteos en forma líquida con aspecto similar al yogur. Otro combinación sería merendar un yogur con un plátano; o tomar como aperitivo unas aceitunas y, a continuación, un plato de verduras a la plancha.