Tener grasa corporal no es malo, pero el exceso favorece la obesidad

El tejido adiposo es indispensable para un normal metabolismo. Sin embargo, también es el causante de la obesidad. Lo ideal es que la ingesta de calorías no exceda al gasto para no acumular grasa corporal que nos haga engordar y cause problemas de salud.

por Dr. Eduardo Junco

El tejido adiposo se encuentra situado por debajo de la piel y alrededor de los órganos internos. Sus principales funciones son las de acumular grasa para tener una reserva energética en épocas de escaso aporte, actuar como termoregulador de la piel y como protector de los órganos internos. Su cantidad y distribución en el organismo está marcada genéticamente y, por lo tanto, es una condición heredada. Por otro lado, la edad, el sexo, la alimentación y el régimen de vida son factores determinantes en su aparición y en su control.

Lee: Cómo perder grasa abdominal y no dañar el corazón

Este tejido está formado por unas células conocidas como adipocitos que tienen la facultad de aumentar de volumen y de acumular grasa en su interior. Cuando se produce un desequilibrio entre la ingesta de calorías de la dieta y el gasto calórico, el organismo almacena este excedente en los adipocitos, que aumentan de volumen y de número, y el tejido adiposo se hipertrofia.

Si, por el contrario, la ingesta de calorías es menor que el gasto calórico, se produce una reacción inversa. La grasa de los adipocitos sale de ellos y es utilizada como energía por el organismo. En este caso, el tejido adiposo disminuye de volumen, es decir se atrofia.

Lee: Sufrir obesidad altera la memoria

Distribución de la grasa

La distribución y localización del tejido adiposo es diferente en hombres y en mujeres. En el sexo masculino, se conoce como androide y está localizado en la parte alta del cuerpo, la zona periumbilical, cuello y hombros, representando en condiciones normales, entre el 12 y el 15 % del peso total del cuerpo.

En el sexo femenino, la distribución del tejido adiposo se denomina ginoide. Está localizado en la parte baja del cuerpo de la mujer, sobre todo, en el abdomen, cintura, nalgas, caderas y muslos y representa, en individuos, normales el 25 % del peso total del cuerpo.

En la hipertrofia (aumento del volumen) del tejido adiposo, se encuentra la causa de la obesidad, por lo que debemos evitarla. Sin embargo, tampoco hay que olvidar la enorme importancia que este tejido tiene en la fisiología de nuestro organismo, debido a que sus funciones son indispensables, múltiples y variadas. Asimismo, solamente cuando la ingesta de calorías es superior al gasto, éstas se acumulan en nuestro organismo y lo hacen en forma de grasa, que se acumula en los adipocitos. 

VER GALERÍA

Lee: ¿Por qué se suele ganar peso en la menopausia?

¿Qué es la celulitis?

Es una de las alteraciones más frecuentes de los adipocitos. En términos estéticos, la celulitis se define como un problema de grasa rebelde en la que la piel se ve afectada (piel de naranja). Ésta pierde su tersura en las zonas donde la grasa se almacena, aparecen hoyos y protuberancias que la deforman y hacen que pierda juventud y belleza.

Aunque el origen del problema se encuentra en el tejido adiposo, factores como la mala circulación sanguínea, el estancamiento de la sangre, el envejecimiento de los tejidos y la acción de las hormonas, tienen gran importancia en la aparición de la celulitis.

Practicar deporte, hacer ejercicio físico habitual, y el masaje y cepillado de la piel, sobre todo, si se combina con el uso de cosméticos adecuados, son prácticas muy eficaces para evitar su aparición.

Lee: Cómo perder peso definitivamente y no volver a engordar

Funciones del tejido adiposo

  • Actúa como reservorio de energía, acumulando grasa en las épocas en que ésta sobra y utilizándola cuando el gasto es más elevado que el ingreso calórico.
  • Por su eficaz función aislante, tiene una enorme importancia como estructura y tejido para mantener el calor y la temperatura corporal.
  • Por su localización en zonas de roce y presión, es útil para absorber y neutralizar los golpes y presiones externas.
  • Rodea, recubre y protege las vísceras y órganos vitales intratorácicos e intraabdominales.