La intolerancia a los sulfitos: qué son y cómo nos afectan

¿Te sienta mal el vino o los pepinillos en vinagre? Puede que este aditivo tenga la culpa

Por hola.com

Según un informe elaborado por Allergeneat entre 2.000 usuarios, los sulfitos ya afectan al 5,5% de españoles que sufren una intolerancia alimentaria. “El problema es que muchas personas desconocen que sufren esta intolerancia, y de repente se encuentran mal al consumir ciertos alimentos o bebidas sin saber la causa”, señala Quim Sánchez, creador de esta ‘app’ que detecta la presencia de alérgenos leyendo el código de barras de algunos productos.

Cada vez son más las personas preocupas por las intolerancias alimentarias –las más frecuentes: celiaquía, intolerancia a la lactosa, a la fructosa, etc-, que se han duplicado en nuestro país en los últimos diez años. Algunos expertos incluso añaden que hay un 50% de población afectada por estas, aunque la mayoría no es consciente de ello. “Este desconocimiento también se extiende a las causas que la provocan, ya que hay factores externos, como la mayor exposición de la población a los aditivos alimentarios, particularmente a los alimentos procesados, que también influyen en su desarrollo”, explican desde Cigna Salud.

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Concretamente, los sulfitos y la tartrazina son dos sustancias presentes en los alimentos procesados con alto riesgo de provocar problemas digestivos. Estas sustancias, que potencian la conservación, el sabor y la textura de los productos, se componen de moléculas artificiales que permanecen en el organismo y pueden provocar intolerancia. Si, además, tenemos en cuenta que el 60% de los alimentos elaborados que consumimos contienen algún tipo de aditivo, ya tenemos la explicación a la ‘epidemia’ de intolerancias.

¿Qué son los sulfitos y en qué alimentos se encuentran?

 Los sulfitos son derivados del azufre que se emplean como conservantes alimentarios y están presentes en casi todos los vinos, la cerveza, la sidra, y en distintos alimentos como finas hierbas, pepinillos, kétchup, mostaza, mermelada, frutas en conservas, confitadas, secas, en jugos, en ensaladas, en jarabes; verduras en conserva, congeladas, secas; cereales, embutidos, pescados y crustáceos, patatas de todas las formas, galletas, panes, pasteles, vinagre, vinagretas, salsas o sopas.

“Aunque los sulfitos en una cierta cantidad se presentan en principio como inocuos, explica Quim, se está comprobando que cada vez más dan lugar a reacciones indeseables. Mucha gente se pregunta, por ejemplo, por qué le sienta mal el vino y en muchas ocasiones no se profundiza, pero puede deberse a una intolerancia a los sulfitos que contiene esta bebida”.

Distintas entidades, como la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos, confirman que los sulfitos pueden producir cuadros asmáticos, anafilácticos y eritema. La Australian Society of Clinical Inmunology and Allergy, corroborada por el documento gubernamental Sulphites, one of the ten priority food allergens, sostiene que el mayor riesgo frente a los sulfitos lo padecen las personas asmáticas, en las que los efectos de los sulfitos sí pueden ser graves.

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Por ello, es tan importante prestar atención a las etiquetas de los productos a la hora de hacer la compra en el súper. Al tratarse de un alérgeno de declaración obligatoria (de los 14 que existe), será fácil reconocer los alimentos que los contienen. Así, solo tendremos que fijarnos en las siglas que van de la  E-220 a la E-228. Tenemos que tener en cuenta que la reglamentación española obliga a los fabricantes a informar del uso de sulfitos en las etiquetas cuando el producto contiene más de 10mg de sulfitos por kg o litro. Por tanto, con menor cantidad es más complicado de detectar; de ahí que el diagnóstico no sea fácil.

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“El único método eficaz es hacer una buena dieta de exclusión del aditivo o aditivos implicados, lo cual a menudo no es nada sencillo debido a la gran distribución de los mismos y a los defectos del etiquetado de productos”, advierten desde la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos.

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