En el mundo en el que vivimos, nos encontramos cada día ante situaciones impredecibles que pueden afectar a nuestra estabilidad emocional. Ante estos problemas que se nos presentan podemos tomar dos actitudes diferentes: darnos por vencidos ante la adversidad, o superarla y aprender de ella. Una persona resiliente optaría por la segunda actitud. Y es que la resiliencia se define como la capacidad de hacer frente a estas situaciones adversas y, además, salir fortalecidos.
Todos, en mayor o menor medida, somos personas resilientes. Si echas la vista atrás, descubrirás numerosas adversidades que has superado de forma positiva a lo largo de tu vida. Pero si no sientes que tu capacidad de resiliencia sea suficiente para afrontar tu día a día y quieres aumentarla de manera consciente, puedes entrenarla.
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Rodéate de personas con una actitud positiva
Diversos estudios afirman que en la resiliencia juegan un papel fundamental las personas que nos rodean, tanto familia como amigos, ya que influyen de manera directa en nuestro estado de ánimo. Busca gente optimista con la que compartir tu tiempo. Fíjate en aquellas personas que sonrían y vean el lado bueno de las cosas. Y huye de las relaciones tóxicas que generan emociones negativas en las personas que tienen a su lado.
Cuídate físicamente
La mente y el cuerpo son un todo, unidos por un lazo más fuerte de lo que puedes imaginar. Por, eso tu fortaleza mental también depende de tu estado físico. Un estilo de vida saludable te ayudará a mejorar tu predisposición mental y emocional ante cualquier situación. Descansa, haz ejercicio y sigue una buena alimentación. Te sentirás mejor en todos los sentidos.
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Escúchate
Solo tú sabes lo que sientes en cada momento. Dedícate un momento al día para preguntarte cómo estás. Cuando comienzas a escucharte, aprendes a conocerte y te entiendes y valoras mejor. De esta forma, cuando llegan las dificultades, estás más preparado para saber de qué manera te están afectando realmente y, con esa información, poder actuar en consecuencia con mayor eficacia y rapidez.
Ante todo, sentido del humor
El secreto para ser una persona resiliente reside en el optimismo y el sentido del humor. Cuando nos acostumbramos a sonreír cada día y a bromear sobre las pequeñas vicisitudes aprendemos a relativizar los problemas y a no darles más importancia de la que tienen. Para ser optimista no dejes pasar por alto los pequeños logros de cada día. Piensa en las cosas que te hacen sentir bien y ve a por ellas: cultivar los pequeños placeres nos ayuda a mantener altos los niveles de optimismo.
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Aceptar el momento presente
Cuando los problemas aparecen, puede ocurrir que no aceptemos la situación y nos neguemos a verla tal cual es. Es cierto que asumir y aceptar determinadas dificultades de la vida, como una ruptura o una pérdida, es muy difícil y complicado, y a veces requiere un tiempo. Pero en el momento en que aceptemos que no tenemos el control de determinadas situaciones y no pretendamos luchar contra ello, podremos empezar a afrontarlas con mayor fortaleza.