A día de hoy tenemos acceso a casi cualquier fruta o verdura durante todo el año, pero a veces esto implica un tipo de consumo que no es del todo beneficioso, tanto para los consumidores como para el ecosistema.
Las frutas y verduras son uno de los pilares de nuestra alimentación: una dieta completa y equilibrada incluye al menos 5 raciones diarias. Actualmente, estamos acostumbrados a disponer de casi cualquier fruta o verduradurante todo el año. Pero, lejos de tratarse de una ventaja para los consumidores, es más bien una forma de consumo que no nos beneficia a nadie. Sácale partido a los productos de temporada y disfruta de todas la ventajas posibles:
Ganas en sabor y nutrientes
La fruta y verdura local se recoge en su punto óptimo de maduración y es más sabrosa que la que va a ser transportada, que se recolecta verde y madura artificialmente en los contenedores. Como son recogidas al finalizar su ciclo, conservan, todas sus propiedades nutricionales, además del sabor.
Adquirir productos de temporada supone un ahorro significativo en nuestra cesta de la compra. Los tiempos de viaje de los alimentos son más cortos, por lo tanto su envío es más económico y el precio final más barato. Además, lo normal es que los agricultores tengan más cosecha de un producto de temporada y bajen los precios de venta al público.
Ella es sabia y nos ofrece en cada estación lo que necesitamos: en invierno más dosis de vitamina C para reforzar el sistema inmunitario (naranjas, coliflor o kiwis); y en verano busca la hidratación de nuestro cuerpo y las dosis de betacaroteno para proteger nuestra piel (melón, zanahoria o mango).
Hoy en día, puedes comer plátanos todo el año. También las frutas tropicales llegan a España todas las semanas. Pero comer lo mismo siempre no es lo más recomendable para nuestra salud. El organismo necesita alimentarse con una alta variedad de nutrientes para mantener el sistema inmunológico en buen estado. La variación estacional nos ayuda a renovar periódicamente nuestros hábitos de consumo.
Cuidas del planeta
Se favorece la sostenibilidad del planeta con la rotación de cultivos según la temporada. Si se cultiva un único alimento en el mismo sitio de manera contínua la tierra se desgasta y pueden 'enfermar' los cultivos. También se reduce el uso de transporte, con el consiguiente ahorro de energía, y las emisiones de CO2. Se impulsa y mantiene la economía local, fomentando los pequeños negocios y manteniendo los puestos de trabajo propios de cada población.