Cuando a los dietistas-nutricionistas nos preguntan: '¿este alimento es bueno o es malo?' La respuesta siempre es: 'depende'. También es muy habitual que nos digan: '¿cuánto puedo comer/beber de esto?, ¿con qué frecuencia?, etcétera. Y por supuesto que, si bien hay algunos alimentos cuyo consumo debería ser nulo, está claro que si hacemos adaptaciones, cuidamos los ingredientes -es decir, la materia prima-, la forma de conservarlos, la manera de preparar los platos... podemos comer más cosas de lo que imaginamos.
Lo mismo ocurre en el caso concreto del vino. Una copa al día, siempre que se sigan las recomendaciones de hábitos saludables que siempre hacemos los nutricionistas (hacer ejercicio y llevar una dieta rica en frutas y verduras, legumbres, cereales, carnes magras...), no tendría por qué ser un inconveniente. El problema es que, a veces, la gente toma esta afirmación al pie de la letra sin tener en cuenta estos otros factores. No hay que olvidar que se trata de una bebida alcohólica que, aunque básicamente nos aporta agua, sales minerales y antioxidantes (los taninos, que entre otros beneficios nos ayudan a prevenir enfermedades del corazón), también contiene alcohol, azúcares no fermentables y sustancias colorantes.
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Por tanto, podríamos apelar al poder antioxidante del vino, pero ¿es el único alimento que nos aporta taninos? Los taninos son compuestos fenólicos hidrosolubles de sabor áspero y amargo que se encuentran en las raíces y cortezas de plantas y frutos, así como en sus hojas. Tienen propiedades astringentes y antiinflamatorias y existen algunos alimentos que contienen estos taninos de forma natural: uvas, espinacas, pasas negras, caquis, membrillo, manzana, granada, té y café. Cabe apuntar que tenemos que tener cuidado porque los taninos nos pueden bloquear la absorción de minerales como el hierro o las proteínas.
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Como veis, tenemos otros alimentos que contienen taninos y nos aportan antioxidantes. Y, además, en el vino no debemos olvidar cómo su contenido en alcohol afecta a nuestro organismo. Además de las calorías que aporta el alcohol (y parece que esto es lo que solamente preocupa a mucha gente), debemos ser conscientes que cuando se abusa se producen cambios en los niveles de la glucemia (azúcar en sangre), cambios en el ritmo cardíaco, vasodilatación, afecta a la visión, deshidratación, problemas digestivos, consecuencias severas en el hígado, entre muchos más. Así que, está claro que si queremos la acción antioxidante de los taninos, ¡podemos encontrarlos en los alimentos arriba mencionados!
Luján Soler es decana del Colegio de Dietistas Nutricionistas de Madrid y colaboradora del Observatorio de Salud Sin Bulos.
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