Sin duda, es un buen reclamo para resaltar las virtudes de este alimento que forma parte de nuestra dieta desde hace siglos –sobre todo en algunas partes del mundo, como Turquía o Irán, dónde consumir lácteos fermentados es toda una tradición-. De hecho, la propia etimología de la palabra kéfir –del turco, keif- hace referencia a la sensación de completo bienestar que nos aporta este alimento; ya que, entre otros beneficios, es desintoxicante, favorece la digestión, evita el estreñimiento y regenera la microbiota.
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Cuidar nuestra flora intestinal para ser más felices
Y es que, según se desprende de algunas investigaciones de referencia publicadas en los últimos años, además de problemas digestivos e intestinales, trastornos como la depresión y la ansiedad también podrían tener su origen en un desequilibrio en nuestra flora intestinal, especialmente por una mala alimentación. “Se ha comprobado que la flora intestinal de las personas con depresión es diferente a la de las personas sin depresión. En las personas depresivas hay más bacterias de la especie Bacteroidetes, Oscillibacter y Alistipes y menos de la familia Lachnospiraceae”, apunta la doctora Odile Fernández, experta en medicina preventiva y autora de Recetas para vivir con salud (Editorial Planeta). De hecho, según explica, las llamadas bacterias ‘buenas’ están relacionadas con la producción de serotonina y ácido gamma-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor inhibidor que frena la sobreestimulación de las neuronas y que nos ayuda a controlar el miedo y la ansiedad. “Niveles bajos de GABA se relacionan con trastornos de ansiedad, insomnio, tristeza, depresión e incluso esquizofrenia”.
Por tanto, las bacterias que habitan en nuestro intestino juegan un papel muy importante y tienen un gran impacto en nuestra salud; lo que hace imprescindible aportar alimentos probióticos que nos ayuden a regular la flora intestinal, y con ella nuestro estado de ánimo. En este sentido, el kéfir es un magnífico aliado ya que, debido a su proceso de fermentación, contiene muchas más cepas de bacterias buenas que un yogur normal.
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Pero… ¿qué es el kéfir y cuáles son sus beneficios?
Ligeramente ácido y similar a un yogur líquido, es un fermentado de granos (levadura) y leche muy rico en lactobacilus, bifidus y antioxidantes. “Es una buena alternativa a otros productos lácteos y sus beneficios principalmente están relacionados con el aparato digestivo”, tal y como apunta la experta y colaboradora de ¡Hola!, Marta Lorenzo, quien recomienda tomarlo además para:
- Enfermedades del riñón y del hígado .
- Reuma, asma, bronquitis y anemia.
- Mejorar el sistema inmunológico.
- Disminuir los niveles de colesterol en sangre y de triglicéridos.
- Ayudar a superar la úlcera gastroduodenal y la colitis.
- Depurar el intestino, evitando el estreñimiento y previniendo enfermedades como el cáncer de colón.
- Disminuir la necesidad de comer alimentos ricos en azúcar y, como consecuencia, conseguir un mejor control de los niveles de glucosa en sangre, siendo muy recomendable por ello para personas diabéticas.
“En el único caso en el que puede resultar contraindicado, como cualquier otro lácteo, es en aquellas personas con piedras en el riñón debidas al exceso de calcio en su cuerpo”, matiza la experta.
Kéfir de leche, kéfir de agua, kombucha… no son lo mismo
Existen dos tipos de kéfir: el de leche y el de agua. “Tienen la misma microflora, es decir, los mismos tipos de bacterias y levaduras u hongos, pero adaptados a medios diferentes. En el caso del kéfir de leche, como es lógico, se elabora a partir de la leche dando lugar a una bebida láctea con sabor y aromas un tanto ácidos y de textura más espesa. Por otro lado, el kéfir de agua, del cual se obtiene una bebida más aromática, se consigue a partir de la fermentación del hongo (grano) en agua azucarada”, apunta Marta Lorenzo. “También se habla del kéfir de té, que es la kombucha, que es una bebida fermentada obtenida a partir de té endulzado fermentado, pero que realmente no tiene ninguna relación con el kéfir”.
Cómo preparar kéfir en casa
Preparar kéfir de leche casero es muy sencillo; la única desventaja es que conlleva varios días de elaboración. Para ello tendríamos que:
- Dejar unos 700 ml de leche en un recipiente de vidrio a temperatura ambiente.
- Añadir nódulos de kéfir y dejar reposar 24-36 horas (cuánto más tiempo dejemos reposar, más cantidad obtendremos). En caso de que lo queramos menos espeso, es cuestión de ir añadiendo más leche al gusto.
- Colar el kéfir y conservarlo en un lugar fresco y seco.