¿Cómo usar bien las lentillas?
Aunque los materiales cada vez son más resistentes, todas ellas necesitan unos cuidados para proteger el ojo y evitar infecciones.
Dr. Eduardo Junco
Colabora desde hace más de 20 años en la revista ¡HOLA! con artículos de divulgación y actualidad médica. En esta pequeña sección encontrarás información sobre todos los temas que afectan a nuestra salud y bienestar diarios. Y todo ello contado con un estilo ameno, didáctico y profesional.
Las lentes de contacto, también conocidas como lentillas, son estructuras de naturaleza trasparente en forma de disco que se colocan sobre la córnea, en la parte anterior del ojo, para facilitar y corregir la visión en los pacientes con defectos de refracción más frecuentes como la hipermetropía, miopía y el astigmatismo. Te explicamos desde cuándo se utilizan y cómo debes usarlas bien.
Lee: Un tipo de lentillas detiene la progresión de la miopía
Las lentillas son prótesis oculares conocidas y utilizadas desde finales del siglo XIX. Aunque las primeras lentes duras de metacrilato utilizadas de forma habitual aparecieron en el año 1948, y las primeras lentes de contacto blandas, vieron la luz en 1961, han sido estas últimas las que por su comodidad y pocas complicaciones se han convertido en las más empleadas en la actualidad.
Lee: Ver mal de cerca, ¿se puede prevenir o es inevitable?
Para qué sirven
Las lentes de contacto, graduadas para cada caso, y colocadas delante de la córnea, corrigen los defectos de refracción del ojo, sobre todo la miopía y la hipermetropía y en menor grado el astigmatismo.
También protegen el ojo. Esto es debido a que la córnea se encuentra en la parte anterior del ojo en contacto con el exterior y protegida por los párpados y por las lágrimas, que la lubrican y la protegen. Al colocar la lentilla sobre la córnea, las lágrimas se interponen entre ambas ejerciendo una función, no solo correctora, sino también protectora, permitiendo el intercambio de oxígeno con el aire.
Lee: Miopía, hipermetropía, astigmatismo... ¿cuáles son sus diferencias?
Tipos de lentes de contacto
Existen dos tipos de lentes de contacto: las duras y las blandas.
- Lentillas duras. Son rígidas, pequeñas y corrigen miopías, hipermetropías y astigmatismos (hasta 3 dioptrías). Se colocan y retiran fácilmente pero su adaptación es más prolongada y su tolerancia es menor. No son las más usadas.
- Lentillas blandas. Son hidrófilas (se conservan en líquido), más grandes que las duras y se toleran mucho mejor que éstas. Corrigen miopía, hipermetropía y astigmatismo leve.
Dentro del grupo de las lentillas blandas, existen diferentes tipos según su composición, con materiales compatibles con el metabolismo y la bioquímica corneal, que permiten cada día tolerancias más prolongadas con permanencia sobre la córnea de una a varias semanas.
Lee: Yoga para los ojos: el remedio para la vista cansada
Cuidados
Los cuidados de las lentes de contacto difieren en relación al tipo. Las duras requieren un aseo diario cuidadoso y una desinfección periódica. Las blandas, por el contrario, al tener una estructura hidrófila y porosa, acumulan residuos orgánicos y microorganismos y deben mantenerse siempre húmedas en su medio y desinfectadas frecuentemente. Así es como deben cuidarse:
- Lavado de manos antes de manipularlas.
- Renovarlas según las normas del oftalmólogo. Las mensuales una vez al mes, las semanales una vez a la semana. Las duras pueden durar más de dos años.
- Se deben utilizar líquidos especiales para realizar una limpieza enzimática periódica.
- Si son de uso diario, deben ser retiradas al acostarse o dormir.
- Nunca deben dejar que se sequen. Hay que guardarlas siempre en su estuche con la solución apropiada y renovar la solución periódicamente.
Lee: 7 consejos para alimentar tus ojos
Riesgos en el uso de lentes de contacto
Aunque el uso de lentes de contacto es un adelanto terapéutico de gran trascendencia, son más de 75 millones de personas en el mundo portadoras de lentillas, tenemos que reconocer que pueden existir limitaciones, contraindicaciones y complicaciones durante su utilización.
Las más frecuentes podemos resumirlas en los siguientes apartados:
- Intolerancia por hipersensibilidad.
- Sequedad de ojo, con escasa producción de lágrimas.
- Inflamaciones corneales.
- Infecciones corneales.
- Reacciones tóxicas.
- Reacciones metabólicas
- Complicaciones de naturaleza mecánica.