Técnicas de adiestramiento para corregir las malas conductas de tu perro (y sin castigos)

El refuerzo positivo te ayudará a evitar la ansiedad por separación, que salga corriendo tras los coches o que se suba a la gente. Además, respeta la dignidad del animal y tu mascota aprenderá de una forma divertida y sin miedo.

Por José Israel Valentín Muñoz

Al igual que no hay dos perros iguales, la manera de educar a cada uno de ellos es diferente. Por lo que cada uno responderá de una forma diferente a las técnicas de adiestramiento que queramos implementar. En función de las características de cada perro, habrá unas técnicas más adecuadas a otras, aunque es fundamental que las que utilicemos nunca sean violentas y agresivas con nuestros amigos caninos.

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Adiestramiento tradicional

El adiestramiento canino tradicional, desafortunadamente, fue muy extendido desde su implantación en las escuelas de perros de guerra, dado el éxito que tuvo durante la 2ª Guerra Mundial. Esta técnica de adiestramiento se basa en el refuerzo negativo, lo que implica castigos y la obediencia de tu mascota a base de miedo.

Algunos elementos utilizados en este tipo de adiestramiento son los collares de ahorque, de púas o de descargas eléctricas. Sin embargo, hay otros tipos de educación canina más positivas y mucho más respetuosas con el animal, como el que ahora veremos.

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Adiestramiento en positivo

La técnica de adiestramiento en positivo es la contraposición del adiestramiento tradicional. Esta se basa en el refuerzo de comportamientos positivos del perro como vía de motivación para que se repitan en el futuro. Da mejores resultados y genera una mejor relación con su familia.

Si se plantea bien, es un proceso fácil, rápido, divertido y, lo más importante, no se maltrata ni humilla al animal. Frente al tradicional, el adiestramiento en positivo siempre será la opción preferida de tu mascota, ya que se sustituyen collares de castigo por chuches caninas, juegos y herramientas positivas como el clicker

Diferencias entre tradicional y positivo

La principal diferencia entre ambos es que con el adiestramiento clásico se somete al perro, obligándole a adoptar nuevas conductas. De esta forma, el perro no está realmente aprendiendo por qué lo hace, solo acata la orden. En cambio, mediante el adiestramiento en positivo el perro aprende, y accede por su propia voluntad a realizar dicha conducta, disfrutando de ello como si fuera un juego.

Por ello, el adiestramiento en positivo es más duradero, efectivo y positivo para el animal. Además, crea un vínculo mucho más fuerte entre el perro y el guía (su dueño) y favorece la socialización del animal, contribuyendo a su felicidad en el día a día. Los perros educados mediante el refuerzo positivo tienen más confianza y un carácter más estable.

Por ello, este tipo de adiestramiento está en auge. Además, ciertas técnicas utilizadas en el adiestramiento clásico, como los collares de pinchos o de ahorque, son ahora ilegales en algunas comunidades. Por otra parte, cada vez la gente está más concienciada sobre el trato adecuado hacia nuestros compañeros peludos.

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Modificación de la conducta en positivo

Dentro del adiestramiento con refuerzo positivo existen muchas técnicas que se pueden aplicar, dependiendo de cada caso y siempre bajo la supervisión de un profesional. Aquí exponemos 5 ejemplos en cuanto a técnicas de modificación de la conducta canina:

Condicionamiento inverso

Esta técnica es utilizada sobre todo para perros que se abalanzan sobre la gente para saludar, perros que persiguen coches o aquellos que tienen miedos o traumas.

En el caso, por ejemplo, del perro que persigue coches, comenzaríamos tumbando al perro cerca de nosotros, con correa y a una distancia que no provoque la respuesta del perro hacia vehículos. A medida que el perro se comporta de forma más fiable, aumentamos la longitud de la correa y disminuimos la distancia al coche. Continuaremos tumbando al perro hasta que permita que pase un coche cerca de él sin reaccionar negativamente. Al final conseguiremos pasear al perro a nuestro lado con varios coches circulando cerca de él.

La clave del éxito es adecuar el nivel de progresión al ritmo de evolución del perro, y tener buen control de los ejercicios de obediencia. Por eso es necesaria la experiencia de un profesional.

En el caso de perros con miedos, incluiremos comida en la ecuación. Al enseñarle a adoptar una postura en presencia del estímulo que teme, dándole un premio, acabará por asociarlos, convirtiéndolo en un algo positivo que no le da miedo.

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Terapia de aversión

Esta técnica es ideal para mordedores profesionales. Consiste en la aplicación de un estímulo aversivo, de forma que el perro lo asocie con la conducta no deseada y acabe eliminándola.

Para ello se suelen usar sabores amargos o malos olores, sobre aquellos muebles o zapatos que para ellos son tan suculentos. En los casos de problemas de masticación es aconsejable, además, proporcionar al perro juguetes o mordedores.

Habituación

Esta técnica se utiliza para problemas de miedo o ansiedad por falta de habituación. Es el proceso por el cual el perro se acostumbra a estímulos y situaciones nuevas, siempre que estas nuevas circunstancias y estímulos no le produzcan consecuencias negativas.

Para habituar al perro a un nuevo estímulo o situación, lo expondremos repetidas veces al estímulo sin asociar a él ningún tipo de refuerzo hasta que el perro se comporte de manera tranquila y relajada, sin expresar ningún signo de ansiedad en presencia del estímulo. El perro se mostrará inicialmente intranquilo hasta que comprueba que no sucede nada malo y, por lo tanto, no tiene nada que temer.

Debemos recordar que es fundamental tomar todas las precauciones necesarias para que el perro no se vea afectado emocionalmente de forma negativa en sus primeros encuentros con el estímulo. Por ello, es primordial la presencia de un profesional.

Inundación

Esta técnica se utiliza para modificaciones de conducta de miedos moderados. Es necesario mantener al animal expuesto al estímulo desencadenante de la respuesta hasta que esta cesa y el estímulo comienza a no ser asociado con la sensación negativa que produce.

Al exponer al perro al estímulo que le provoca ese miedo moderado de forma que no pueda huir, acabará entendiendo que ese estímulo no es amenazante, y extinguirá su respuesta negativa. Por el contrario, si dejamos al perro huir del estímulo, o le acariciamos y prestamos atención, estaremos reforzando esa conducta de miedo. El perro, en ese caso, entenderá que si queremos consolarle, es porque su miedo está justificado. Por ello debemos ignorarle en ese tipo de situaciones y trabajar sus miedos con un profesional, hasta hacer entender a nuestro perro que no tiene porqué tener miedo.

Aproximación sucesiva

Esta técnica se utiliza para perros con problemas de miedo a gente, ansiedad por separación, perros que muerden por miedo, etc. Se recurre a la aproximación sucesiva cuando se considera que la exposición por inundación puede ser traumática para el perro, que es lo último que queremos. Ambas técnicas deben llevarse a cabo siempre bajo la supervisión de un profesional, que sepa valorar el estado y evolución del animal.

La aproximación sucesiva consiste en exponer al perro a un nivel mínimo del estímulo que provoca la respuesta miedosa, de forma que la intensidad de la respuesta sea tan baja que garantice que el perro pueda ser manejado y controlado de forma precisa y fiable y, además, no le produzca traumas.

Cuando el perro se habitúa a ese grado de estímulo, expondremos al perro a grados más intensos del estímulo progresivamente, asegurándonos antes de pasar a un nivel superior de que el perro está en condiciones de afrontarlo.

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José Israel Valentín Muñoz, es experto en adiestramiento y educación canina de Snau, plataforma de servicios para mascotas.