El running se ha convertido claramente en un fenómeno social durante los últimos años. Sólo tenemos que ver la cantidad de carreras populares, maratones y medias maratones celebradas en todos los rincones de España. Afortundamente, este deporte, como cualquier otro, es muy saludable. Practicado con regularidad es una fuente de bienestar física y mental, ayuda a controlar el peso corporal y previene enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, obesidad e incluso algunos tipos de cáncer.
Pero no todo son buenas noticias en torno al running. "En ocasiones la persona puede perder este objetivo de deporte saludable y se convierte en una obsesión. En este caso podemos hablar de adicción (conocida popularmente como runnorexia). Se da cuando las consecuencias negativas superan las positivas y aun así, la persona que lo sufre mantiene la actividad", señala la doctora Mª Carmen Solivares, co-directora de Psicoactúa, Unidad de Psicología y Medicina de la Salud del Hospital Vithas Medimar Internacional, en Alicante. De hecho, algunos estudios apuntan que el 18% de las personas que practican ejercicio físico con asiduidad son adictas, siendo los deportes aeróbicos, como el running, aunque también el golf o el pádel, los que más dependencia generan.
¿Obesionados por el peso?
Los mensajes de delgadez y de cuerpos perfectos son cada vez más avasalladores. Y llevan tiempo pasando factura. De hecho, en las consultas de psicología y psiquiatría aumentan los trastornos provocados por la obsesión de lucir un cuerpo bello y escultural. Se trata, por ejemplo, de la vigorexia (u obsesión por estar exageradamente musculoso) o el síndrome del corredor compulsivo (personas, sobre todo varones, en torno a la treintena, que se autocastigan corriendo más kilómetros cuando piensan que se han excedido en la comida). Otros estudios han observado también la presencia de hiperactividad exagerada hasta la extenuación como mecanismo de control de peso.
Hay muchos factores que influyen en el desarrollo de estas patologías y de la adicción. Entre ellos, podemos destacar los de tipo personal como la baja autoestima, una excesiva preocupación por la imagen corporal, creencias irracionales, personalidad obsesiva, etc. Asimismo, los factores sociales también influyen en el comportamiento adictivo. Por ejemplo, la presión social, un entorno competitivo, la moda, etc. Por último, las causas biológicas también incrementan el riesgo. "Cuando realizamos deporte, en el área cerebral del refuerzo se segregan unas sustancias llamadas neurotransmisores (endorfinas, dopamina, etc.) encargadas de la sensación de placer. Estas sustancias son también las responsables de los mecanismos de adicción", indica la experta.
¿Me puede pasar a mí?
Una persona que sufre adicción al running dedica más tiempo del que tenía previsto a la práctica de este deporte, deja de hacer otras actividades importantes (familiares, sociales o incluso laborales), llega a poner en riesgo su salud física, practica este deporte incluso con alguna lesión, gasta más dinero del previsto en esta actividad, etc. En definitiva, correr se convierte en el centro de su vida. Si te pasa a ti, puede que estés sufriendo este problema.
"No hay un perfil claro que se relacione con un mayor riesgo de sufrir un adicción al running o cualquier otro tipo de deporte. Pero sí suele ser más común en personas muy autoexigentes, competitivas, con tendencia a obsesionarse e incluso en aquellas que han sufrido a lo largo de su vida alguna otra adicción", explica.
¿Cuáles son los riesgos?
Suelen ser muy similares a los que se observan en el resto de adicciones. "Presenta un efecto de tolerancia, es decir, la persona que la sufre cada vez necesita practicar más running para encontrar satisfacción y aun así llega un momento en el que esta práctica ya no es placentera. Por otro lado, aparece el síndrome de abstinencia cuando no pueden realizar ejercicio, entendido como malestar, mal humor e irritación", indica la doctora Mª Carmen Solivares.
La adicción al running necesita tratamiento que, generalmente, se realiza con terapia psicológica. "El tratamiento comenzaría con una “desintoxicación”, es decir, acompañar al paciente en el objetivo de recuperar las riendas de su vida. Para ello se utiliza el control de estímulos, cambio de rutinas, manejo de los deseos, se le dotaría de herramientas para manejar el síndrome de abstinencia y trabajaríamos la prevención de recaídas", indica. Hay casos muy severos en los que, incluso, se requiere el uso de psicofármacos.
Corre pero de forma saludable
Correr es un ejercicio cardiovascular fuerte y es importante no excederse. Además, si nunca se ha practicado este deporte es conveniente realizarse una prueba de esfuerzo o un electrocardiograma para saber cuáles son nuestros límites. Por otro lado, hay que empezar suave, sin grandes metas y escuchar qué nos dice nuestro propio cuerpo cuando iniciamos la carrera. Y, sobre todo, hay que disfrutar. "Este es el consejo principal. En el momento en el que me empieza a acarrear problemas, físicos, sociales, familiares, laborales o/y económicos, es que algo no funciona bien", concluye la psicóloga.