Nomofobia: causas, consecuencias y otros efectos colaterales

Hay quien dice que el teléfono móvil se ha convertido en la nueva adicción del siglo XXI. Sea o no cierto, lo que si es un hecho es que la dependencia de este pequeño dispositivo está influyendo en nuestras relaciones sociales y familiares, y muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello. Y es que esta tecnología es una herramienta tan atractiva que resulta muy fácil pasar del uso al abuso.

por hola.com

No es la primera vez que, desde estas páginas, hablamos de la nomofobia (del inglés, no-mobile-phone phobia) o, lo que es lo mismo, un trastorno que se caracteriza por un miedo irracional no solo a salir de casa sin el móvil, sino también por la ansiedad que genera en la persona si no lo tiene cerca o se queda sin batería. En definitiva, estamos hablando de una dependencia enfermiza de este pequeño aparato que, en la actualidad, ha conseguido, incluso, hasta cambiar el modo en que se relacionan las personas. Según un estudio realizado por McAfee (Three’s Company: Lovers, Friends and Devices), el 38% de la población pasa ya la misma cantidad de tiempo conectado al móvil que interactuando directamente con las personas. Es más, según este mismo estudio, el uso de los teléfonos móviles está afectando tanto a la relación de pareja como a las relaciones familiares. De hecho, según los resultados de esta investigación, un 28% de los encuestados sienten que su pareja dedica más atención a su smartphone que a ellos cuando están juntos, y un 35% de los padres entrevistados reconocen que han recibido un toque de atención por parte de sus hijos al estar usando constantemente su dispositivo móvil durante el tiempo dedicado a la familia.

Quiénes pueden ser candidatos a sufrir nomofobia

¿Se ha convertido el móvil en la nueva adicción del siglo XXI? Si bien es cierto que la ciencia no reconoce este trastorno como tal, también lo es que, probablemente, la mayor parte de nosotros  conoce  a alguien del entorno más próximo que hace un uso desmesurado del teléfono. Y es que según Isis Torres, psicóloga y experta de Doctoralia.es, “este fenómeno podría darse en cualquiera, aunque según las investigaciones al respecto, existen factores de riesgo que propician que una persona pueda engancharse al móvil. Por ejemplo, tener un rasgo de impulsividad alto, ser fácilmente influenciable por las campañas de publicidad, considerar la posesión de un móvil como símbolo de estatus, sentir ansiedad social, tener una autoestima baja, y recurrir al móvil como medio para intentar bajar la ansiedad”.

Hay otros factores, tal y como indica nuestra especialista, que tienen que ver con las enormes posibilidades que nos ofrece la propia tecnología: “El uso del teléfono es actualmente tan atractivo y tan generalizado para tantas actividades (profesionales, interpersonales, de ocio, etc.), que es muy fácil pasar del uso al abuso con tantas herramientas que nos simplifican la vida,  que son accesibles de manera sencilla e inmediata, que nos permiten decidir cuándo estamos disponibles y cuándo no,  obtener mucha información en un instante, etc. De esta forma, el uso del móvil va ocupando cada vez más espacio en nuestra vida cotidiana y desplazando a otras actividades, a tal punto que puede interferir en nuestras actividades laborales, sociales y familiares”.

¿Existen tratamientos efectivos que solucionen el problema?

La respuesta es sí, aunque lo verdaderamente importante es estar alerta a los primeros indicios que nos indican un uso desmesurado del móvil. Generalmente, nunca se es consciente de ello, por eso conviene tener en cuenta los comentarios que nos llegan de nuestro entorno más próximo sobre el tiempo que pasamos delante del móvil. “El tratamiento psicológico de la adicción al móvil se lleva a cabo siguiendo protocolos basados en otras adicciones sin sustancias como la adicción al juego, aunque hay diferencias, evidentemente. El tratamiento se estructura en varias fases en las que se trabaja para que la persona aprenda a controlar su ansiedad y cambie los hábitos compulsivos relacionados con el uso del móvil. También se refuerza su autoestima y la capacidad de mantenerse presente en el aquí y ahora sin tener que recurrir a la tecnología constantemente. Hay estrategias y técnicas dentro de las llamadas terapias de tercera generación, que han demostrado ser efectivas para esto, como la Terapia de aceptación y compromiso, la terapia EMDR (acrónimo del inglés, Eye Movement Desensitization and Reprocesing, es decir, ‘Desensibilización y Procesamiento por Movimientos Oculares’), con protocolos específicos para adicciones, y el mindfulness aplicado al contexto clínico. Independientemente del enfoque terapéutico, la finalidad es que la persona aprenda a controlar el uso del teléfono y a afrontar adecuadamente las situaciones de riesgo, dado que no es realista pretender que la persona se abstenga totalmente de su uso”, afirma Isis Torres.

Efectos colaterales del uso abusivo del móvil

Pero, independientemente de los efectos que el uso descontrolado del móvil  tiene sobre nuestras relaciones sociales y nuestro propio bienestar, también existen otros efectos indeseados de los que muchas veces tampoco somos conscientes: “En la actualidad, pasamos muchas horas delante de nuestros smartphones. Los dispositivos móviles cada vez integran más aplicaciones que contienen información confidencial como datos bancarios o credenciales personales. Todas estas nuevas funcionalidades generan un aumento considerable en el volumen de datos. Ante esta avalancha de información, debemos concienciar a los usuarios de la importancia de proteger sus dispositivos si quieren garantizar la seguridad de sus datos”, señala Francisco Sancho, Product Partner Manager Consumer and Mobile de McAfee. Por esta razón es importante tener en cuenta una serie de consejos para evitar que la seguridad de nuestros datos se vea comprometida:

  • Mantén el software actualizado. Los dispositivos móviles requieren de actualizaciones rutinarias que suelen incluir parches de seguridad, diseñados para protegerse de los ciberdelincuentes.
  • Usa contraseñas seguras y complejas. Olvídate de la fecha de tu cumpleaños o del nombre de tu mascota, en tu contraseña deberás incluir caracteres más complejos. Para ayudarnos a recordarlas y almacenarlas existen herramientas de gestión de contraseñas (disponibles en las tiendas de app) que te pueden ayudar a crear y almacenar claves más seguras y a habilitar la autentificación multifactor en todos tus dispositivos y cuentas on line.
  • Cuidado por dónde navegas. Procura comprobar que el sitio al que has accedido es seguro. Para ello, verifica siempre que la dirección web comienza por https://, que indica que el sitio está protegido.
  • Evita realizar operaciones bancarias o compras online a través de conexiones wifi públicas. La razón es muy simple: son un objetivo demasiado fácil para los ciberdelincuentes porque, al ser libres, carecen de contraseña.
  • Instala solo aplicaciones desarrolladas por fuentes de confianza. Las app suelen ser unas de las vías más utilizadas para la descarga de malware. Por ello es recomendable acudir a las tiendas oficiales de app y no descargarlas de una web externa. Antes de descargarte ninguna aplicación hay que comprobar los comentarios y las calificaciones de los usuarios. Además, siempre es aconsejable leerse la política de privacidad para conocer la información a la que tendrá acceso y si se van a compartir los datos con terceros. Desde McAfee ponen un ejemplo muy concreto: si una aplicación de juegos, por ejemplo, solicita acceder a la libreta de direcciones, deberíamos preguntarnos por qué necesita acceder a esa información. Ante la más mínima duda, lo mejor es no descargar la app.
  • No te olvides de realizar copias de seguridad periódicas. Te asegurarás de mantener tu información siempre a salvo.
  • Si tu dispositivo lo permite instala un antivirus. Existen aplicaciones de seguridad que detectan amenazas, tanto ya existentes como nuevas.
  • Un último consejo. El móvil no es lo más importante. Hay que saber desconectar para disfrutar más tiempo con la pareja, la familia o amigos.