En la era de los llamados 'superalimentos', el queso sigue siendo un alimento imprescindible de nuestra dieta mediterránea. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de alimentos que forman parte de la 'cocina de toda la vida', a veces nos olvidamos de sus numerosos beneficios para la salud y seguimos arrastrando algunos mitos populares que hemos creído ciertos. Hoy resolvemos la eterna duda sobre el queso: ¿de verdad engorda tanto?
"El queso es un producto que se obtiene por la maduración de la cuajada de la leche y cuya composición nutricional va a variar en función del origen de ésta y de su fabricación. Es un alimento altamente nutritivo ya que sus nutrientes están más concentrados que en la leche, pero de la misma manera, sus niveles de grasa son muy altos dependiendo del tipo de queso. Esto no quiere decir que debamos desterrar el queso de nuestra dieta, ni mucho menos. En su justa medida y escogiendo el tipo de queso más conveniente según nuestras necesidades nutricionales, el queso tiene numerosas propiedades", explica la nutricionista y colaboradora de ¡Hola!, Marta Lorenzo.
De hecho, un reciente estudio de un equipo de científicos de la Universidad de Copenhague ha revelado que una dieta rica en queso no tiene por qué suponer unos kilos de más. Y lo mejor: no tiene por qué ser siempre bajo en grasas. "Es verdad que debido a su contenido en grasas saturadas las personas con hipercolesterolemia deben prácticamente eliminarlos de la dieta o solo incluir los desnatados, pero en una alimentación equilibrada, sana y variada debemos incorporar todos los días una ración de queso de unos 50 gramos. Si estamos realizando una dieta para perder peso, se mantendría la ingesta recomendada pero solo de quesos desnatados o con menos de un 10% de grasa", puntualiza la nutricionista.
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Además, es considerado un excelente probiótico, que puede contener millones de bacterias que protegen nuestra flora intestinal, y otros muchos beneficios. "Si tuviera que decir cuales son los nutrientes que se encuentran en mayor cantidad, destacaría su alto contenido en proteínas (comparable al de la carne), y micronutrientes como el calcio, fósforo, vitaminas D, A y del complejo B. El tipo de queso va a variar a parte de por su procedencia, es decir, de vaca, cabra u oveja, por el proceso de elaboración, influyendo de esta manera en el porcentaje de grasa".
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Desnatados
Son los que tienen menos de un 10% de grasa. Este es el caso, por ejemplo, del requesón, producto similar al queso pero que se obtiene de un subproducto de la leche llamado suero. Con un poco más de un 10%, podemos encontrar el queso de Burgos o la cuajada, quesos que no se dejan madurar y que apenas han sido prensados.
Magros o tiernos
Este tipo de quesos no prensados y madurados contienen entre un 10-24,9% y son aquellos quesos blandos y cremosos que poseen una corteza natural y cuya maduración suele durar unos treinta días. Estamos hablando de quesos como el Camembert, Cheddar, Queso bola, Mozzarella y queso de cabra fresco.
Semigrasos
Son aquellos quesos cuyo porcentaje de grasa se encuentra en un 25-29,9%. Se trata se quesos prensados y curados a los cuales se les ha extraído el máximo de humedad a través del proceso de prensado y el tiempo de maduración. Estamos hablando de quesos como el Manchego, Gouda, queso Brie y Parmesano.
Grasos
Contienen más de un 30% de grasa y estamos hablando de cualquier queso curado como el Gruyere o Idiazabal. Dentro de este grupo, entrarían los llamados quesos azules como el Roquefort o queso de Cabrales, cuya característica más significativa es su contenido en vetas azul-verdosas, las cuales nos pueden indicar el grado de curación del queso; es decir, a mayor maduración, más veteados están. "Por último, destacar para las personas con intolerancia a la lactosa, que los quesos no suelen ser un problema ya que la mayor parte de la lactosa se pierde durante el proceso de producción", apunta la nutricionista.