Son muchas las ideas preconcebidas que la mayoría tenemos sobre el desayuno como, por ejemplo, que el clásico vaso de leche con galletas es el mejor desayuno que jamás se ha inventado. Y, aunque puede que para nosotros lo sea, sentimos decirte que no basta para convertirlo en el desayuno perfecto. Ojo, tampoco en el peor posible. Lo cierto es que el desayuno ideal no existe, a pesar de que, desde siempre, nos hayan querido vender la idea de que se trata de la comida más importante del día.
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“No hay un desayuno ideal, ni una comida ideal, ni una cena ideal. Que nuestra dieta sea equilibrada va a depender de que al final del día alcancemos las recomendaciones que los expertos no nos cansamos de repetir: cinco raciones de frutas y verduras al día, pescado azul dos veces a la semana, cereales integrales a diario, mínimo dos raciones semanales de legumbres… En realidad, da igual si estos alimentos los consumimos por la mañana que a media tarde; lo importante es que cumplamos con estos requisitos dietéticos”, explica Martina Miserachs, dietista-nutricionista CEO de Healthia Certification y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
“Si un niño se levanta una mañana y pide a su madre garbanzos para desayunar, ¿qué problema hay? Las legumbres son uno de los alimentos más completos y saludables que encontramos en nuestra dieta. No tienen grasas, son ricas en fibra y con un alto contenido en hidratos de carbono y proteínas; y, entre otros beneficios, ayudan a regular el tránsito intestinal y reducir el riesgo de hipercolesterolemia y diabetes”, explica Miserachs en referencia al tuit viral con la foto de un niño comiendo garbanzos acompañado del mensaje: 'Mi hijo no sabe lo que es una galleta. Él es feliz desayunando garbanzos'; y que desató la polémica en las redes sociales hace algunas semanas.
El desayuno ideal no existe, pero sí puede ser más saludable
“Lo importante es que elijamos alimentos que nos hagan disfrutar, pero sin olvidar lo que nos aportan. No hay nada malo en desayunar con galletas algún día, pero, quizás hacerlo a diario no sea la alternativa más aconsejable. Debemos elegir combinaciones que nos ayuden a reducir el consumo de azúcar, que actualmente es muy alto. Por ejemplo, algunas opciones para el desayuno podrían ser desde leche con avena o arroz hinchado integral con frutos secos y plátano troceado, a una tostada de pan integral untada con yogur y frutos secos y una ensalada de frutas, o una tostada integral de hummus (puré de garbanzos) con una pieza de fruta; hasta, incluso, unas tortillas de maíz con tomate y aguacate… Hay muchos alimentos que nos pueden hacer disfrutar de un desayuno saludable”.
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Precisamente, la intención de la autora del polémico tuit -nutricionista de profesión para más inri-, no era otra que alertar del exceso de azúcares refinados que abundan en la dieta de los niños; y que se considera la primera causa de obesidad infantil, según la Organización Mundial de la Salud. "Sé lo que mi hijo debe desayunar, pero sobretodo sé lo que no debe desayunar. Es la industria del marketing la que se ha encargado de vendernos las galletas y paquetes de cereales como el desayuno saludable, pero todos esos productos son ultraprocesados y están cargados de azúcar. Azúcar que a la larga conlleva sobrepeso, obesidad y todas las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas (diabetes, colesterol, hta…), justificaba la autora en su blog, Comiendo con María.
Pero no, las propiedades milagrosas del desayuno tampoco existen
En la otra cara de la moneda, encontramos la obsesión desmesurada (casi enfermiza) por el desayuno que millones de usuarios manifiestan cada día en redes sociales como Instagram. Son los grandes defensores de los ‘superalimentos’ y la alimentación sana, hasta el punto de convertir el desayuno en el centro de su existencia y levantarse cada mañana bien temprano para su chute de vitaminas y fibra diarias. Bayas de Goji, semillas de chía, quinoa, kale, jengibre… Cada alimento es escogido a conciencia para aportar sus beneficios milagrosos a la comida más importante del día. Pero ni el desayuno nos protege de la obesidad como se suele escuchar, ni nuestro cuerpo va a poder absorber todas esas vitaminas por mucho que nos empeñemos. “El desayuno es una comida más e, incluso, en el caso de que nos la saltemos, no quiere decir que vayamos a sufrir ningún déficit. Sí que parece especialmente recomendable en edades infantiles. Pero para los adultos, tanto puede ser recomendable desayunar si se tiene el hábito, como demorar la primera ingesta hasta más tarde, ya que lo que parece que realmente importa es el tipo de alimentos que se ingieren a lo largo del día (e incluso a lo largo de la semana) y el aporte calórico diario. Desayunar puede ayudar a un reparto armónico de la ingesta de las calorías diarias, aunque claro está que dependerá de nuestros horarios, hábitos, de nuestra ingesta global diaria, etcétera”, explica Martina.
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