Sobrevivir a la muerte súbita: Una cuestión de tiempo
Cada año, se producen en España cerca de 30.000 defunciones por muerte súbita cardíaca. Los episodios de muerte súbita, es decir, las muertes que se producen por una parada cardiorrespiratoria repentina, ocurren en personas que aparentemente se encuentran sanas y en buen estado. Por lo general suceden en el domicilio de la víctima o en un lugar público, lejos de la atención médica especializada.
Las cifras hablan por sí solas: menos de un 7% de los pacientes sobreviven a un episodio de paro cardiaco súbito. Y es que, como indica el propio término, al suceder de forma súbita o repentina; la víctima fallecerá si no es reanimada en cuestión de minutos. No obstante, la parada cardiorrespiratoria, es una situación potencialmente reversible. La realización de maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP) y el uso de un desfibrilador en los primeros 3-5 minutos, puede incrementar hasta en un 70% las posibilidades de sobrevivir a la parada.
¿Por qué se produce una parada cardiorrespiratoria?
La principal causa de la parada cardiaca súbita o muerte súbita cardiaca es una arritmia potencialmente letal, llamada fibrilación ventricular, que puede aparecer como complicación de prácticamente todas las patologías cardíacas. Durante la misma, en el corazón se genera una actividad eléctrica caótica, que provoca que los ventrículos pierdan su capacidad de contraerse de forma organizada, haciéndolo sin fuerza, temblando. Como consecuencia, el corazón deja de bombear sangre de manera automática, sobreviniendo la muerte en escasos minutos.
La evidencia científica indica que existe un único tratamiento eficaz: la desfibrilación, que consiste en liberar una descarga eléctrica a través del corazón, gracias a un dispositivo que se conoce como desfibrilador. Mediante esta descarga, se resetea la actividad eléctrica de todas las células cardíacas a la vez, de tal manera que al reiniciarse “desde cero”, el corazón puede llegar a recuperar su ritmo y actividad mecánica habitual.
Así mismo, existe unanimidad al afirmar que en el pronóstico de aquellos pacientes que sufren una parada cardíaca interviene un factor clave: el tiempo. Si como bien decimos, la resucitación cardiopulmonar se debe iniciar de forma inmediata, no cabe dudas de que la desfibrilación precoz es determinante. Por cada minuto que transcurre sin aplicarse la descarga de un desfibrilador, se pierde cerca del 10% de probabilidades de recuperar a la víctima. Por tanto, la velocidad de actuación ante estos episodios repentinos es vital y contar con un desfibrilador en los 5 primeros minutos es decisivo.
En consecuencia, es necesario recordar que ante una parada cardiorespiratoria, el reconocimiento precoz y la actuación inicial del primer testigo que atienda a la víctima es esencial. Alertar rápidamente a los servicios de emergencias, solicitar que alguien traiga cuanto antes un desfibrilador e iniciar las maniobras de RCP inmediatamente para prolongar el tiempo en el que una desfibrilación pueda ser eficaz, son los eslabones fundamentales para lograr una resucitación exitosa.
Los desfibriladores salvan vidas
En la actualidad contamos con desfibriladores externos semiautomáticos (DEAs) que hacen muy sencilla y segura la aplicación de la desfibrilación por cualquier persona sin conocimientos médicos previos. Son aparatos ligeros y manejables, que a través de unos parches adheridos en el tórax de la víctima, se encargan de analizar el ritmo cardiaco y suministrar la descarga eléctrica necesaria, en el caso de que ésta esté indicada. No exigen ninguna toma de decisión por parte del usuario, sólo requieren el seguimiento estricto de las instrucciones verbales o visuales que proporcionan. Gracias a su sencillez de uso, cada día es más habitual verlos en espacios públicos como aeropuertos, estaciones de metro o ferrocarril, centros comerciales, edificios administrativos o instalaciones deportivas.
La desfibrilación precoz es, sin lugar a dudas, la “llave para la supervivencia” y por ello, el incremento de la disponibilidad y el fomento del uso de DEAs de acceso público in situ, deben considerarse una estrategia factible, segura y tremendamente eficaz para salvar vidas.