A pesar de que muchas personas no pueden evitar sentir ansiedad en el momento del despegue o cierta inquietud en determinados momentos del vuelo, el avión sigue siendo uno de los medios de transporte preferidos para desplazarse durante las vacaciones, ya sea para pasar unos días en algún rincón de nuestro propio país o para visitar otros continentes. En este último caso, hablamos de vuelos cuya duración puede llegar a sobrepasar las ocho horas y en los que no se realiza escala alguna que permita estirar las piernas o reponer energías. Estos vuelos de larga duración a menudo acaparan la atención de los profesionales sanitarios, quienes advierten de que las posibilidades de experimentar algún efecto adverso en nuestra salud se amplían a medida que aumenta la duración del vuelo.
Y no es un hecho que afecte exclusivamente a viajeros con enfermedades crónicas. Los viajes en avión también pueden suponer un riesgo para cualquier persona. “Personas que no tienen una patología concreta se pueden ver afectados por las diferentes circunstancias del vuelo como la presión en la cabina del avión o la modificación en los gases presentes en el organismo”, asegura el doctor Guillermo Pérez Cabeza, médico general del Servicio de Urgencias del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla.
Pacientes que deben extremar precauciones durante el vuelo
Personas con otitis, sinusitis o catarros. “Los cambios de presión en el vuelo favorecen la aparición de molestias en personas con patologías de oído, generando empeoramiento de la sintomatología, sobre todo del dolor. Se puede mitigar descongestionando y masticando chicles durante el vuelo”, asegura el doctor. Los expertos recomiendan intentar descongestionar la zona antes de volar.
Pacientes con cirugías abdominales previas. “Como consecuencia de la modificación en los gases presentes en el organismo no es de extrañar distensión abdominal, por lo que es importante que los pacientes con cirugías abdominales previas consulten con su cirujano de la conveniencia de volar”, apunta.
Personas con enfermedades respiratorias o cardiorespiratorias. Los niveles de humedad en el interior de un avión no son muy elevados. Para la mayoría de viajeros, esto no supone más que una pequeña molestia, pero las personas con enfermedades crónicas deben beber abundante agua durante el vuelo para disminuir esa mayor sequedad en el ambiente. “Las personas con patologías respiratorias presentan complicaciones en lugares donde no hay ventilación”, explica el doctor.
Personas con obesidad o con patologías vasculares. “El síndrome de la clase turista provocado por la inmovilización durante un largo periodo de tiempo se asocia a viajes largos y conlleva un mayor riesgo de sufrir trombosis venosa profunda, sobre todo cuando se junta con otras circunstancias como la obesidad, el tabaco, patologías vasculares y de la sangre previas o al consumo de determinados fármacos”, apunta el especialista. En general, se recomienda realizar pequeños ejercicios con las piernas y levantarse periódicamente para caminar por el avión, aunque en algunos casos puede indicarse también una terapia con anticoagulante para evitar riesgos.
Enfermos crónicos: con cáncer, diabetes o enfermedad cardiovascular. Se recomienda que las personas con enfermedades crónicas consulten con su médico antes de viajar para prever posibles complicaciones y para planificar los aspectos relacionados con sus medicinas “Las personas con enfermedades crónicas no puede olvidar sus medicaciones habituales y es aconsejable, según el destino, llevar un informe médico que justifique el consumo de esos medicamentos, sobre todo los englobados dentro del grupo de psicótropos. En estas circunstancias deberán pedir consejo a su médico para valorar cada caso de forma individualizada”, advierte el doctor Pérez Cabeza.
Circunstancias en las que se desaconseja volar
Existen muy pocos casos en los que esté contraindicado volar, pues hacerlo puede poner en peligro la vida del paciente.
- Submarinistas que hayan hecho inmersión en horas previas al vuelo, ya que se multiplican las posibilidad de tener un síndrome por descompresión. Se suele recomendar esperar 12 horas desde la última inmersión, un plazo que puede verse ampliado a las 24 horas si se han realizado múltiples inmersiones.
- Pacientes con infecciones respiratorias graves, tales como neumonía o tuberculosis activa.
- Pacientes con patología cardiovascular, como infarto, que hayan requerido revascularización en días previos al vuelo.
- Pacientes con enfermedad tromboembólica aguda.
- Personas con enfermedades contagiosas activas graves. El objetivo de esta medida es evitar la transmisión de enfermedades tanto durante el vuelo como en el lugar de destino.
- Recién nacidos que no hayan cumplido 48 horas de vida y bebés prematuros. Los cambios de presión y la duración del viaje puede suponer más incomodidades para los bebés recién nacidos, prematuros o con patologías. Se recomienda viajar a partir de los 7 o 10 días de su nacimiento y el uso de chupetes, ya que el gesto de succión podrá minimizar los cambios de presión.
El avión: ¿un riesgo para las embarazadas?
El doctor Guillermo Pérez Cabeza asegura que las mujeres embarazadas no tienen ninguna contraindicación para viajar en avión. No obstante, reconoce que los vuelos de larga duración pueden suponer un riesgo en el primer y en el tercer trimestre: “Durante el primer trimestre existe riesgo de aborto y en el tercero hay probabilidad de alumbramiento prematuro”. Por tanto, el mejor trimestre para viajar sería el segundo.
El experto subraya que, en algunos casos, son las propias compañías aéreas las que no permiten viajar a la mujer que presente un embarazo avanzado. “Esta prohibición no tiene que ver tanto con el riesgo del vuelo en sí para la mujer como con la posibilidad de inicio del parto en pleno vuelo, lo que podría ocasionar un cambio en el destino para atender en tierra a la futura mamá”, explica.