Atrás quedaron los años en los que, por despiste de los padres o por falta de información sobre las consecuencias de las quemaduras producidas por el sol a largo plazo, los niños permanecían largas horas jugando en la playa o en el parque bajo condiciones solares de alto riesgo sin la protección adecuada para su piel. De aquellos años a esta parte, han seguido llegando niños a las consultas del pediatra con quemaduras solares e incluso con vómitos y mareos provocados por una exposición solar irresponsable, pero el número de casos ha ido menguando paulatinamente hasta desaparecer.
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“Ya no vemos en nuestras consultas quemaduras de sol en niños. Estos casos han disminuido mucho debido a que los padres se han mentalizado de que cuidar a sus hijos es apostar por la salud de su piel en el futuro”, asegura el doctor Pedro Jaén, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Y es que, un 80% del cáncer de piel se puede reducir con hábitos saludables de fotoprotección desde la infancia. La misma tendencia decreciente se ha observado en los adultos. “Saben que, ya no solo el melanoma, sino el envejecimiento de su piel se relaciona con la exposición al sol, por lo que no se exponen tanto al sol como lo hacían hace unos años”, indica el dermatólogo.
Entonces, ¿cuál es el perfil del paciente que hoy en día recibe un diagnóstico por cáncer de piel o acude a la consulta del dermatólogo pidiendo ayuda ante la aparición de una mancha sospechosa o un lunar que ha cambiado de forma, tamaño o color? A los dermatólogos les preocupan los adolescentes y los adultos jóvenes.
Adolescentes y adultos jóvenes, en el foco de atención de los dermatólogos
“El daño producido por la exposición al sol es acumulativo, por lo que los pacientes con cáncer de piel que vemos ahora en consulta son aquellos que se quemaron con el sol en el pasado”. El doctor Jaén se refiere a adultos que cometieron excesos solares en la infancia o la juventud y que ahora están pagando las consecuencias. Les está ocurriendo, por ejemplo, a las personas nacidas entre 1900 y 1960, cuando aún se desconocían los peligrosos efectos de la exposición a los rayos ultravioleta del sol y, para más inri, los profesionales de la salud creían que el sol era positivamente beneficioso.
Pero no son los únicos. La pasividad de los adolescentes y de los adultos jóvenes a nivel de fotoprotección también preocupa a los dermatólogos. Esta actitud llama especialmente la atención por constituir la generación que, gracias a Internet, ha crecido con un acceso ilimitado a la información. El doctor Jaén supone que esta falta de concienciación se debe a que “quizá no sienten la responsabilidad de los hijos ni sienten la amenaza de la edad”. Pero advierte: “El 80% de la radiación solar que llega a nuestra piel se recibe antes de los 18 años, por lo que la adolescencia es clave para evitar daños en la piel”.
Cinco errores que se cometen en fotoprotección
“Cuando en la consulta vemos quemaduras solares no es por haber escogido el fotoprotector inadecuado o no haberlo repuesto, sino porque directamente no ha sido aplicado. Por lo tanto, el principal error que se comete a nivel de fotoprotección es no aplicarse el fotoprotector”, asegura el doctor Pedro Jaén. Al hilo de este comentario, advierte que también se ven quemaduras porque no se han protegido determinadas zonas, como el borde de las orejas, la zona más alta de la espalda y los labios. “El daño en el labio también a debe a una acumulación de sol. Vemos casos de cáncer de labio, por lo que la protección de los labios se debe tener en cuenta”, subraya.
Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), los errores más comunes a la hora de aplicarse el fotoprotector y que se deben evitar para la correcta prevención del cáncer de piel son:
- Utilizar el fotoprotector con la finalidad de prolongar el tiempo de exposición al sol. “Los fotoprotectores cubren bastante bien en radiaciones ultravioleta del tipo B (UVB), que es la quemadura solar y el daño que vemos del sol, pero algunos no cubren la radiación A, por lo que nos quemamos pero no nos damos cuenta y vemos los efectos a largo plazo: arrugas y cáncer. Por eso confiar completamente en el fotoprotector para hacer exposiciones al sol muy prolongadas es un error”, matiza el presidente de la AEDV.
- Tomar el sol cerca del mediodía. “Los fotoprotectores no filtran todo el espectro de la radiación ultravioleta y en el mediodía solar llega mucha radiación ultravioleta. La ultravioleta A es la que menos filtran los fotoprotectores”, indica Pedro Jaén.
- No reponer el fotoprotector cuando se suda o se baña. “Aunque el fotoprotector sea resistente al agua, es mejor y mucho más prudente reaplicarlo después del baño. Secarse y aplicarlo. Es bueno que sea resistente al agua porque asegura que durante el baño vamos a estar protegidos al sol”, señala el doctor.
- Utilizar fotoprotector que ha sido mal conservado o expuesto al sol. “Debemos adquirir fotoprotectores en lugares donde tengamos la garantía de que han estado custodiados y almacenados de forma correcta porque además de que tengan un factor de protección en el momento, deben tener un factor de protección cuando se abre”, recomienda el dermatólogo.
- No aplicarse la cantidad adecuada. “La cantidad que nos tenemos que aplicar para que el fotoprotector nos proteja con el factor de protección que indica en el envase es una cantidad grande. Sabemos que nos aplicamos, por término medio, la mitad de la necesaria. Con lo cual, podemos dividir ese factor de protección por la mitad. Por eso recomendamos que se utilicen factores de protección por encima de 30”, subraya Jaén.