Fumar influye negativamente en la elasticidad, en la hidratación y en el aspecto del cutis. Esto se debe a que el consumo de tabaco produce una disminución de la circulación sanguínea y una asfixia celular que afecta a los tejidos. Cada calada contiene alrededor de dos billones de radicales libres responsables del proceso continuo de oxidación y envejecimiento prematuro. Según los neumólogos, fumar durante 10 años seguidos acelera hasta 2 años y medio el desgaste de la piel.
Este desgaste hace más visibles los huesos y músculos faciales, provoca la aparición de marcas de expresión, especialmente alrededor de la boca, y origina la aparición de poros dilatados, arrugas marcadas provocadas por la contracción de los labios y el acto de entrecerrar los ojos para evitar el humo, y manchas de color púrpura producidas por la disminución en la absorción de las vitaminas A, B y C. Este aspecto demacrado se ve acrecentado por la apariencia grisácea y apagada de la piel debido a la asfixia y privación de nutrientes esenciales a las que son sometidas las células del cutis.
La doctora Petra Vega, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Estética, admite que “poca gente es consciente de los problemas estéticos que supone tanto el consumo de tabaco activo como el sufrimiento pasivo del humo del tabaco”. Y añade “por todos es conocido que fumar ocasiona importantes daños a los órganos internos, pero también es importante destacar los perjudiciales efectos del tabaquismo sobre el olor corporal, la circulación, la boca o el aspecto de la piel, que han sido ampliamente documentados en diversos estudios científicos”.
El sol acelera el envejecimiento de la piel de los fumadores
Uno de los efectos nocivos que más se desconocen sobre el tabaco es que los fumadores tienen menor capacidad de recuperación ante quemaduras solares que las personas que no fuman. Pero no hace falta llegar a sufrir una lesión solar para sufrir un envejecimiento prematuro de la piel. La mera exposición de un fumador a los rayos ultravioleta produce un envejecimiento acelerado del cutis. El tabaquismo y la radiación ultravioleta son factores determinantes en la aceleración del envejecimiento de la piel.
Si bien la piel de la mujer es más propensa a sufrir envejecimiento al ser más sensible que la de los hombres, las consecuencias las notan también ellos, quienes además se ven perjudicados en mayor medida por el monóxido de carbono ya que sus caladas son más grandes. Estos efectos han sido ampliamente documentados en diversos estudios científicos; sin embargo, el fumador sigue sin ser consciente.
Fumar empeora la cicatrización y provoca problemas más allá de la piel
El tabaco ocasiona importantes trastornos en la cicatrización de las heridas. En este sentido, la doctora Vega explica que “en estudios realizados a pacientes que se sometieron a operaciones estéticas, se demostró que las personas que seguían fumando tras la cirugía tenían una cicatrización más lenta y de peor calidad, ya que el humo afecta a la oxigenación de los tejidos, disminuyendo su capacidad de regeneración. Actualmente se recomienda el abandono del tabaco un mes antes de someterse a intervenciones de cirugía plástica o estética para evitar problemas de cicatrización”.
El consumo de tabaco es también responsable directo de distintas dermatosis como la estomatitis nicotínica, la lengua negra vellosa, la enfermedad periodontal, así como de algunos tipos de urticaria y de dermatitis de contacto. No podemos olvidar que debido a la nicotina, la piel de los dedos se vuelve amarilla. Es un efecto llamado “discromía” y que es fácilmente observable en los fumadores habituales. Además de la pigmentación amarilla alrededor de los dedos de la mano, los fumadores poseen un cabello débil, quebradizo y desnaturalizado.
Las consecuencias del tabaco sobre la belleza no terminan en la piel. Fumar es causa y agravante de afecciones oculares, de hecho, el porcentaje de personas con cataratas es un 40% mayor entre los fumadores. Fumar también se siente, y mucho, en los dientes. El tabaco contribuye a un exceso de sarro, tiñe los dientes de amarillo, acelera el deterioro de la dentadura y contribuye a la aparición de caries. El riesgo de perder los dientes se multiplica por 1,5 en los fumadores.