Consumir agua de mineralización débil, ¿una moda?
Pese a que la mineralización débil del agua se anuncia como una virtud, el consumo de este tipo de agua tiene peligrosas consecuencias para la salud. ¿Quieres saber cómo afecta a tu organismo?
Después del oxígeno, el agua es el elemento más necesario para el mantenimiento de la vida. Es bien conocido que, dependiendo del contenido total de grasa, el agua constituye entre el 50-80% del peso total del organismo. El 90% de la sangre es agua y el 97% de la orina es agua. En cuanto a la importancia que tiene el agua para todo ser viviente conviene conocer y comprender cómo funciona nuestro organismo a nivel de electrolitos: sodio, potasio, magnesio, cloro y calcio.
Estos son los minerales que encontramos en más cantidad en el agua potable y deben estar presentes en nuestro organismo por la gran cantidad de funciones que realizan. Así, por ejemplo, el potasio permite el buen funcionamiento de algunas enzimas y los iones de cloro se requieren en la actividad de algunas enzimas que actúan en la regulación del metabolismo y de la sal. Y el sodio mantiene la presión sanguínea. Beber dos litros diarios de agua mineral natural proporcionaría 40 mg de sodio (equivalentes a 0,1 g de sal), que representan únicamente el 2% de la ingesta diaria máxima recomendada dentro de una dieta equilibrada por la Organización Mundial de la Salud.
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Por su parte, el calcio y el magnesio son dos elementos esenciales. El calcio es un componente importante de los huesos y dientes. Además, desempeña un papel en la disminución de la excitabilidad neuromuscular, en el correcto funcionamiento del sistema de la realización de miocardio, el corazón y la contractilidad muscular intracelular de la transmisión de la información y la coagulación de la sangre.
Estas explicaciones son necesarias para que la gente pueda tener claras las ideas y sacar sus propias conclusiones sobre si el agua de baja mineralización es una moda o no.
¿Cómo perjudica a nuestro organismo el consumo de agua de baja mineralización?
La potencial peligrosidad para la salud a largo plazo del consumo de agua desmineralizada o de baja mineralización es de interés no sólo en países que carecen de agua fresca adecuada, sino también en los países donde algunos tipos de sistemas de tratamiento de agua son muy utilizados o cuando algunos tipos de agua embotellada son consumidos. Para poder asegurar esto, se han realizado muchos estudios. La conclusión general de los resultados de todos estos estudios evidencia que el consumo de agua de baja mineralización obliga a nuestro organismo (el intestino) a tomar esos minerales de las reservas del cuerpo.
Lo explico. El agua eliminada por el cuerpo a través del sudor o la orina no es un elemento “puro”, sino que va acompañada de electrolitos. Para lograr reestablecer estas pérdidas de sodio, potasio, magnesio, cloro y calcio, se hace necesaria una ingesta adecuada de minerales a través del agua mineral natural. Los minerales presentes en el agua se encuentran en forma de iones libres y, por lo tanto, se absorben más fácilmente que de los alimentos. Si optamos por consumir agua de mineralización débil obligaremos a nuestro cuerpo a la redistribución de los minerales dentro de las células, lo que puede comprometer la función de órganos vitales. Los síntomas más evidentes de esta condición incluyen: cansancio, debilidad y dolor de cabeza… Y los síntomas más severos son: calambres musculares y alteraciones de la frecuencia cardíaca.
Agua de mineralización débil: ¿Sirve para cocinar? ¿Para dietas bajas en sodio?
Entonces, ¿para qué podemos utilizar el agua de baja mineralización? Mucha gente estará pensando en que este tipo de agua se puede utilizar para la cocción de sus alimentos. Sin embargo, se ha encontrado que utilizar agua de baja mineralización para cocinar supone una pérdida importante de nutrientes en los alimentos. Hablamos de pérdidas que pueden alcanzar cifras considerables: hasta un 60% de magnesio y calcio, un 66% de cobre, un 70% de manganeso, un 86% de cobalto…. En contraste, cuando se usa agua potable para cocinar, la pérdida de estos elementos es mucho menor, y en algunos casos, incluso, se obtiene un mayor contenido de calcio como resultado de la de cocción.
Cabe señalar que el agua de baja mineralización es inestable y, por tanto, muy agresivo con los materiales con los que entra en contacto. En este tipo de agua se disuelven con más facilidad los metales y algunas sustancias orgánicas de las tuberías, revestimientos, tanques de almacenamiento, mangueras, recipientes y accesorios.
Por otra parte, es importante desterrar el mito de que el agua de mineralización débil es la mejor para aquellas personas que siguen dietas bajas en sodio. En la mayor parte de las aguas minerales naturales españolas el sodio está en cantidades no significativas. Tampoco es perjudicial para los riñones. No hay ninguna evidencia científica de que la mineralización del agua conlleve un riesgo en la recurrencia de cálculos renales o que implique el deterioro de la función renal. Y aquí viene un dato importante: la recomendación para pacientes con cálculos renales (a los que se les suele recomendar agua de mineralización débil) es mantener una ingesta diaria de entre 1.000 y 1.200 miligramos de calcio al día. Pues bien, parte de ese aporte puede venir del agua. No hay evidencia científica alguna de que el agua de mineralización débil sea mejor para la salud en comparación con otras aguas minerales.
Conclusión: el agua de mineralización débil ¡es una moda!
La mineralización del agua es simplemente responsable de su sabor. En este sentido, sí que existen estudios que señalan que las aguas percibidas como agradables y frescas por los consumidores son aquellas con mineralización débil, pero se trataría únicamente de una preferencia, no de un indicativo de calidad. Concluyo. La carencia de minerales en el agua es una característica y no una virtud. Puede ser adecuada para algunos tipos de enfermedades cardíacas o renales, pero eso no significa que sea la mejor agua. Por tanto, consumir agua de mineralización débil ¡es una moda! Incluso diría que supone algo más que una moda. Ha sido una forma de intentar diferenciar comercialmente un alimento común de consumo vital para la población. ¿El objetivo? Incrementar las ventas.
Elvira Sanchez Vilariño, nutricionista de Doctoralia especializada en Trastornos de la alimentación