¿Por qué es malo el aceite de palma?
Bollería industrial, pasteles, margarinas, alimentos precocinados como pizzas, patatas fritas…El aceite de palma se encuentra en numerosos productos que consumimos a diario pese a que, según los expertos en nutrición, su consumo es poco saludable e, incluso, algunos estudios científicos apuntan a que afecta directamente en el aumento del colesterol y multiplica el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Te explicamos por qué deberías desterrarlo de tu dieta.
Desde hace algún tiempo venimos escuchando en distintos foros los perjuicios del aceite de palma para nuestra salud y, frente a la presión social, algunas cadenas de supermercados estudian ya eliminar de su oferta aquellos alimentos procesados con este aceite de origen vegetal que se produce a partir de los frutos de la palma africana (Elaeis guineensis) extraídos de países tropicales como Brasil o Tailandia. No obstante, este componente es utilizado también por la industria cosmética y farmacéutica en la elaboración de formulaciones de cremas corporales y muchos productos de belleza. Tal y como nos explica la nutricionista de Sanitas Natalia Galán, el problema del aceite de palma es que en su composición encontramos un 50% de grasas saturadas de cadena larga. Estas son las grasas que relacionamos con problemas cardiovasculares, aumentando lo que llamamos el colesterol malo (LDL) y reduciendo el colesterol bueno (HDL). Esto no quiere decir que el aceite de palma sea tóxico como se ha llegado a publicar, simplemente que es importante controlar su consumo para evitar problemas de salud a largo plazo por un elevado consumo de grasas saturadas”.
Precisamente, el aumento exponencial del consumo de alimentos procesados entre la población, que ha llegado a triplicarse en los últimos años, es uno de los motivos –además de por su barata producción- por lo que la industria alimentaria ha terminado reaccionando a las advertencias que vienen lanzándose desde la comunidad científica. Pero también el nuevo reglamento de etiquetado aprobado en 2011, y en vigor en toda Europa desde diciembre de 2014, ha facilitado a los consumidores el poder comprobar si lo que están comprando contiene aceite de palma o similares; antes oculto bajo la etiqueta de ‘aceites vegetales’. Según la especialista en alimentación humana Montse Brugués Descamps: “Hay estudios (proporcionados por la Agencia Europea para la Seguridad de los Alimentos, EFSA) que relacionan la ingesta del ácido palmítico con la formación de células cancerosas en metástasis, por lo que se recomienda un bajo consumo de grasas que contengan este ácido. Además, en el procesamiento del aceite de palma, y con el fin de eliminar su apariencia rojiza, y de mejorar su sabor y su olor, se somete a temperaturas superiores a 200ºC; lo que supone la formación de contaminantes con carácter genotóxico y carcinogénico, como el glycidol”.
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La lista de productos que contienen aceite de palma es larga: snacks, salsas, helados, coberturas y cremas, bombones, galletas, alimentos empanados… Por ello, la nutricionista Natalia Galán aconseja huir de los alimentos procesados, aumentando el consumo de alimentos frescos y evitar la comida ‘fast food’. Además, hay que tener en cuenta que este tipo de alimentos no sólo son ricos en grasas saturadas, también tienen muchos aditivos, mucha sal y nos aportan calorías vacías y no nutrientes.
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Por su parte, la especialista en alimentación humana Montse Brugués, indica que la mejor herramienta que tenemos a nuestro alcance es conocer qué tipo de alimentos incluimos en la cesta de la compra, leyendo bien las etiquetas nutricionales. En resumen, debemos comer sin excesos y llevar una alimentación variada y equilibrada, eliminando o disminuyendo al máximo el consumo de grasas saturadas y, en concreto, las de origen industrial; que podemos sustituir por grasas insaturadas como el aceite de oliva y alimento estrella de nuestra dieta mediterránea (con numerosos beneficios para nuestra salud (previene enfermedades cardiovasculares, activa la digestión...).
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