¿Puede tener el ayuno beneficios para la salud?
Según las últimas investigaciones desarrolladas por un grupo de científicos de la Universidad del Sur de California, el ayuno podría ayudar a reducir el riesgo de diabetes y cáncer, al menos en los experimentos realizados en ratones de laboratorio. Sin embargo, este equipo de expertos, conducido por el reconocido doctor Valter Longo, ya está estudiando comenzar las pruebas en humanos con una dieta baja en calorías que imita los efectos del ayuno sin dejar de comer, con el objetivo de demostrar sus múltiples beneficios para el organismo.
La doctora Pilar Hurtado y Jesús Domínguez, naturópata, se apoyan en su experiencia de años en el centro de MiAyuno para explicarnos qué dice la ciencia sobre los beneficios del ayuno para la salud siempre que se practique de manera controlada y bajo la supervisión de un experto.
“En primer lugar, hay que recordar que el ayuno es una práctica ancestral del ser humano que favorece el bienestar metabólico y hormonal de la persona y que es respaldado por numerosos estudios de la comunidad científica. Durante su curso, la no ingesta de alimentos no se contrarresta con la degradación proteica, sino con el uso de la reserva de grasas para mantener la energía”, afirma Pilar Hurtado, médico especializada en medicina integrativa en salud mental.
¿Qué pasa en nuestro cuerpo cuando ayunamos?
Tal y como explican los expertos de Mi Ayuno, cuando hablamos de ayunar no nos referimos a restringir completamente nuestra alimentación; sino a comer de un modo saludable con una dieta baja en calorías que incluya mucha fruta, verdura, caldos naturales, alimentos integrales… De esta manera, se permite al cuerpo activar los mecanismos fisiológicos para utilizar sus reservas de grasa y los cuerpos cetónicos como sustrato energético, lo que no sucede si comemos cinco veces al día y mantenemos una dieta muy rica en carbohidratos o bien convertimos a los cereales en nuestra fuente principal de calorías.
“Lo que ocurre a nivel fisiológico se resume así: el cuerpo en primer lugar utiliza sus reservas intracelulares de ATP, que se agotan en pocos segundos; a continuación, se activan las vías de producción de energía a partir de la glucosa circulante y del glucógeno almacenado en músculos e hígado (unos 150 g); en tercer lugar, se activa la degradación de las grasas de reserva”, explica Jesús Domínguez, naturópata y asesor nutricional.
En relación a la cetosis, el aspecto que más pone en entredicho la práctica del ayuno (ya que la falta de glúcidos y carbohidratos puede provocar un desequilibrio metabólico), el experto, matiza: “durante la conversión de ácidos grasos en energía se producen cuerpos cetónicos que se acumularán sólo si el cuerpo no es capaz de utilizarlos como sustrato energético especialmente a nivel del cerebro, el riñón y el músculo. Por lo tanto, los cuerpos cetónicos no son tóxicos por sí mismos a no ser que se acumulen en el organismo. En los días de ayuno sólo tendríamos en cuenta el metabolismo de los glúcidos, de las grasas y la degradación de proteínas, pero, a partir del cuarto día, el porcentaje de hidratos de carbono utilizados como sustrato energético se reduce al 0% -debido a la no ingesta y al vaciamiento de los depósitos de glucógeno- mientras el porcentaje de grasa utilizada como sustrato energético se aproxima al 84%. Esto demuestra que no es la degradación proteica la estrategia para mantener los niveles de energía; sino la utilización de la grasa de reserva la que contrarresta la no ingesta de alimento durante un ayuno”.
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Otros expertos, como el afamado quiropráctico Ata Pouramini, también son partidarios de jugar con periodos de ayuno a lo largo del día. En concreto, el autor de ‘Tú eres tu medicina’ nos habla del método ART (Alimentación Restringida Temporalmente), que consiste en ayunar según las horas de luz, es decir, según los ciclos circadianos relacionados con el reloj biológico. “El patrón a seguir es ingerir todos los nutrientes en menos de doce horas, sin alterar nuestra dieta. Comemos por el día, restringimos la alimentación por la noche, permitiéndonos así periodos de ayuno saludable de hasta doce horas. No es descabellado si pensamos en algunos horarios europeos, el inglés por ejemplo; donde se cena entre las seis y las siete de la tarde.
En este sentido, un estudio realizado por el doctor Satchi Panda, de Salk Institute for Biological Studies en California, demostró la efectividad de este método en un experimento con dos grupos de ratones idénticos. Ambos grupos tenían una dieta alta en grasas y azúcares con las mismas calorías. Un grupo comía y picaba tanto por la noche como por el día, pero el otro grupo sólo tenía acceso a la comida en una franja de horario restringida, entre 8 y 10 horas. Los resultados demostraron que el grupo que tenían el tiempo restringido (ART) tenía un 70% menos grasa corporal, y sus miembros no desarrollaron obesidad, colesterol alto, diabetes u otras enfermedades metabólicas, a pesar de tomar la misma comida poco saludable.
“La explicación es simplemente que su organismo tenía más facilidad para procesar mejor la comida. Esto implica no sólo no engordar, sino también mantener alejadas enfermedades fuera de control en la actualidad como el cáncer y el alzhéimer y otras rebeldes que afectan a la salud cardiovascular. Si, además, al horario restringido le sumamos las propiedades de una buena dieta mediterránea, mejor que mejor”, concluye Ata Pouramini.
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Los beneficios terapéuticos del ayuno
Tal y como apunta el naturópata Jesús Domínguez: “existe evidencia científica de que un ayuno no es un proceso peligroso para la salud, sino más bien un proceso con un gran potencial terapéutico. Hay estudios que demuestran que durante un ayuno de pocos días (no más de 7) o durante un ayuno intermitente no se pierde masa muscular y, además:”
- Aumenta el SIRT3, la proteína de la juventud.
- Favorece la autofagia, entendida como un proceso de eliminación de células viejas para sustituir las células jóvenes, es decir, otro de nuestros sistemas antienvejecimiento.
- Reduce indicadores de inflamación.
- Reduce los triglicéridos y mejora el perfil lipídico.
- Mejora la plasticidad neuronal.
- Limita el crecimiento de células cancerígenas y hace más tolerable la quimioterapia.
- Promueve la pérdida de peso reteniendo la masa muscular.
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