¡Cuántas veces nuestros padres repetían aquello de: ¡Anda bien! ¡Pon la espalda recta! No nos cansábamos de oír las mismas palabras día sí, día también. Rápidamente nos poníamos rectos, extendiendo exageradamente los hombros hacia atrás; pero este tipo de correcciones forzadas conllevan a la larga problemas como la hiperlordosis y, a su vez, las tensiones se trasladan y provocan una compensación en otro lugar.
Las pulsiones emocionales como la rabia, el cansancio o la tristeza generan también en nuestro cuerpo reacciones que son fácilmente visibles en nuestra postura. Hablemos un poco las posturas que nuestro cuerpo expresa con el estado anímico.
- Posición retraída. Es aquella en la que se produce un cierre de la cadena anterior. Los hombros se adelantan, el esternón queda hundido, se inclina la columna hacia adelante e instintivamente se produce una semiflexión de las rodillas. Esta posición de las rodillas nos indica protección ante el exterior. La persona puede estar expresando una actitud defensiva, una personalidad introvertida, huidiza. De manera exagerada podemos relacionar esta posición con la del personaje de Quasimodo en el que la curvatura provoca una imagen poco atractiva de la persona. Este tipo de estados de ánimo no sólo son perjudiciales a nivel de apariencia física, sino que también repercute en el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Distensiones, contracturas y dolores musculares, así como migrañas o trastornos digestivos pueden aparecer si este tipo de postura se prolonga en el tiempo.
- Posición en apertura. En este caso hablamos de una cadena anterior abierta. La postura se caracteriza por hombros hacía atrás y el pecho henchido. La posición de la columna se muestra más erguida aunque no necesariamente las curvaturas naturales de la columna están en su correcta posición. Esta posición nos revela una apertura al exterior. Podemos ver una persona más dispuesta a relacionarse con el mundo, una personalidad extrovertida.
Ellen Goldman publicó en su libro As others see us (Gordon & Breach, 1994) un análisis sobre las diferentes maneras de analizar el movimiento, tanto consciente como inconsciente, que realizamos las personas en cada momento. De su estudio destacamos dos elementos a tener muy en cuenta:
- Hay que ser consciente de la postura que adoptamos y de cómo nuestras emociones le afectan.
- Aprender a generar sentimientos positivos a través de la postura, invirtiendo así el orden establecido.
Cuando trabajemos nuestra actitud postural, estaremos igualmente incidiendo en aspectos relacionales con nosotros mismos y con los demás, repercutiendo así en nuestro bienestar psicoemocional.
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