Cuando hablamos de alimentos precocinados, lo primero que tenemos que saber es a qué tipo de productos nos referimos y qué nos aportan realmente.
No todos los alimentos que han sufrido un proceso de transformación se les denomina alimentos precocinados, como puede ser, por ejemplo, el pan; sino aquellos que han sido preparados industrialmente y se conservan en latas, botes de vidrio, bolsas, etc, y que con calentarlos en el microondas o saltearlos un par de minutos en la sartén basta para ser consumirlos.
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El porqué de tanto éxito de estos alimentos es muy fácil de entender: todo se resume en el ritmo de vida que llevamos. Ya sea porque comemos fuera de casa o porque siempre vamos con prisa, siendo muy fácil ahorrar tiempo con este tipo de alimentos precocinados. Además no necesitan mucha manipulación y la fecha de caducidad puede ser de hasta meses; por lo que volvemos ahorrar tiempo pero esta vez en hacer la compra pudiendo ir incluso una vez al mes.
¿Qué nos aportan realmente?
Podemos hablar de alimentos congelados como pizzas, croquetas, empanadillas, etc. También conservas, ya sean en lata o botes de vidrio como las verduras, albóndigas o fabada; las sopas de sobre o purés y envasados al vacío.
Pero, como todo en esta vida, no se puede abusar de este tipo de alimentos ya que también tienen muchos inconvenientes, seguramente más que beneficios, siendo lo ideal consumirlos esporádicamente.
Son alimentos que contienen altas cantidades de sal, grasas saturadas y azúcares, generando problemas de salud en quienes lo consumen a diario como por ejemplo obesidad, diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia.
También se desconoce el aceite con el que ha sido cocinado, siendo poco probable que se haya utilizado el aceite de oliva. Además, la pérdida de nutrientes es muy alta, tratándose por lo tanto de alimentos poco nutritivos. Por otro lado, el aporte de aditivos, que pueden generar alergias, además de otras enfermedades. Algunos de los potenciadores del sabor serían los glutamatos, guanilatos, inosinatos, etc. Y todo esto sin contar el precio, ya que este tipo de alimentos suelen resultar bastante caros comparados con las comidas que se hacen en casa.
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Aunque podemos leer en el etiquetado su composición, hay mucha falta de información como, por ejemplo, el tipo de materia prima utilizada, el sistema de cultivo, cantidad del aditivo, presencia de alérgenos, cantidad exacta de algunos nutrientes, etc. Por todo esto y porque además considero que la comida de siempre es la que nos mantiene saludables, os recomiendo que evitéis este tipo de alimentos y aunque nos lleve un poquito más de tiempo, comer comida casera.
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