“El fútbol es un laboratorio de la vida”. Es una frase de Jorge Valdano con la que la psicóloga deportiva Patricia Ramírez abre su libro ‘Así lideras, así compites’ (Conecta); en el que, tras su experiencia como asesora en equipos de fútbol de primer nivel y de deportistas de élite, ha plasmado sus enseñanzas y estrategias para ganar tanto en el deporte como en la vida. Con ella hablamos sobre temas relacionados con el liderazgo, el trabajo en equipo y valores como el optimismo y el esfuerzo; claves en el camino al éxito sea cual sea nuestro objetivo.
- Una de las ideas que planteas en tu libro es que el deporte puede ser la clave para convertirnos en unos líderes natos en el ámbito laboral. ¿Cómo llegas a esta conclusión y cómo influye tu trayectoria en equipos de fútbol?
El deporte educa en valores fundamentales para la vida: disciplina, trabajo, orden, esfuerzo, cooperación, generosidad, y entre otros, entrena el liderazgo. En todos los equipos hay líderes, formales como los capitanes o informales, que son aquellos jugadores capaces de generar confianza y motivar a sus compañeros. Un líder puede ser aquel deportista que representa la persona que queremos ser o imitar: fuerte, segura, capaz, triunfadora, que se esfuerza y trabaja duro para conseguir sus objetivos. Personas que consensuan un objetivo grupal por el que luego luchan, que aprenden a trabajar en equipo desde muy pequeños. Aunque estos valores no suelen educarse en la escuela o en la universidad, donde el sistema es más individualista. Tanto en el mundo del deporte como en cualquier otro equipo humano, el liderazgo siempre está presente. Un líder es aquel referente que nos muestra que si somos perseverantes, nosotros también podemos.
Entonces, podemos aplicar las reglas del campo de juego en nuestro día a día. ¿Cómo el deporte nos ayuda a entrenarnos para la vida?
Muchas de ellas sí. El deporte de alto rendimiento es muy ‘resultadista’. Se vive de los tres puntos de cada jornada o de hacer la mínima para lograr clasificarte para un europeo. Los deportistas conocen las reglas del juego y las aceptan. Pero en la vida cotidiana, seríamos más felices si en lugar de orientarnos a los resultados, nos orientásemos al rendimiento, a lo que depende de nosotros. Así podremos implicarnos más y mejor.
Por ejemplo, ¿cómo puede ayudarnos a gestionar un conflicto o a manejar la presión?
Desarrollan la capacidad, bien porque la traen de serie (han sido educados para controlarse), bien porque la entrenan. Vemos cada fin de semana cómo jugadores y entrenadores pierden los papeles por no saber gestionar adecuadamente sus emociones. Las emociones, la presión, la rabia, la agresividad son fruto de cómo interpretamos el entorno. Si entrenamos a las personas a interpretar de manera distinta, sin mala fe, sin percepción de amenazas cuando no lo son, el equilibrio emocional será el adecuado.
Estás acostumbrada a trabajar con deportistas de gran éxito, ¿has averiguado cuáles han sido las claves para conseguirlo? ¿Es una cuestión de objetivos, de optimismo, de valores, de motivación…? ¿Cuál es la moraleja que debemos extraer?
Pues lo primero es contar con la parte genética, ese talento extraordinario que te permite realizar con facilidad y reconocimiento un deporte. Sin talento puedes llegar a disfrutar, a competir, pero no a ser una estrella. Después del talento, hacen falta diez mil horas de entrenamiento. Un estudio de la Universidad de la Florida aseguraba que para tener destreza en algo había que entrenarlo diez mil horas. Y a la par de todo ese esfuerzo y trabajo, entrenar la mente. Con diana, seguridad, toma de decisiones, pensamientos positivos, gestionando emociones, responsabilidad... son variables psicológicas que permiten convertir tu talento en algo regular. Además, es importante no acusar el esfuerzo y aprender a ser competitivo.