Hoy, 21 de septiembre, el mundo se acuerda especialmente de quienes ya no tienen recuerdos. Hoy se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, una enfermedad degenerativa que afecta en nuestro país a más de 600.000 pacientes diagnosticados, aunque se estima que realmente padezcan la enfermedad unas 800.000 personas, según CEAFA (Confederacion Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias).
El objetivo de este día, en el que se celebran numerosas iniciativas de concienciación, es recordar a la población la importancia de aunar esfuerzos para mejorar la calidad de vida de los pacientes que padecen la enfermedad, pero no sólo de ellos, sino también de sus familias, de aquellos que conviven, día a día, minuto a minuto, con este serio problema de salud que hace que quienes lo padecen sean totalmente dependientes. De ahí que el lema de este año sea “Esfuerzo compartido”, pues cuando a una persona se la diagnostica la enfermedad, cambia su vida y la de su entorno más cercano.
Numerosas iniciativas
AFALcontigo, por ejemplo, estará presente en las calles de Madrid, ciudad en que tiene su sede, con mesas informativas y petitorias. Contará para ello con la colaboración de El Corte Inglés. Así, todos los que se acerquen a las mesas informativas de AFALcontigo, en las entradas de El Corte Inglés de Madrid, recibirán información sobre el Alzhéimer y sobre la ayuda que proporciona nuestra asociación a las familias que sufren esta enfermedad.
¿Qué es el Alzheimer?
Las demencias en general, y la enfermedad de Alzheimer en particular, se caracterizan por el deterioro progresivo de las facultades físicas y mentales de los enfermos, lo que les que impide llevar a cabo de manera autónoma y adecuada las actividades de la vida diaria, y conducen a una situación de total dependencia. Produce un deterioro progresivo y total de las funciones cognitivas (pérdida de memoria, alteración del lenguaje, pérdida del sentido de la orientación y de las funciones ejecutivas), va frecuentemente acompañado de cambios en la personalidad y en el comportamiento, y conlleva una merma progresiva de la capacidad del individuo para llevar a cabo las actividades de su vida diaria.
Se trata de una enfermedad neurodegenerativa de la que se desconoce la causa exacta de la misma y, hoy por hoy, no se dispone de un tratamiento eficaz que la cure. Eso sí, sí que existen diferentes tratamientos que intentan facilitar la vida del paciente y, además, contribuyen a retrasar sus síntomas. De ahí la importancia, una vez más, del diagnóstico precoz.
La enfermedad de Alzheimer ya es la principal causa de demencia en personas mayores de 65 años y, a partir de esta edad, su prevalencia aumenta de forma exponencial. Hay que tener en cuenta, además, que el aumento de la esperanza de vida y el progresivo envejecimiento de la población hace presagiar un incremento de la población afectada, que puede alcanzar dimensiones epidémicas.
Así se manifiesta
El Alzheimer es un tipo de demencia que ataca a las células nerviosas del cerebro, provocando un progresivo deterioro de las capacidades del individuo. Al final, el paciente pierde todo control sobre sí mismo y depende absolutamente de otros.
Los síntomas de esta patología son, en un principio, similares a las señales típicas del envejecimiento, como el olvido o la dificultad para realizar determinadas tareas. Sin embargo, el Alzheimer va más allá y provoca alteraciones tan graves como la pérdida absoluta de la memoria, desorientación temporal y espacial, problemas de comprensión del lenguaje o falta de coordinación. De esta manera, la persona se va deteriorando lentamente, hasta que pierde todo el funcionamiento mental. Inicialmente se produce pérdida de memoria, y desorientación temporal espacial.
La prevención, fundamental
El diagnóstico precoz se convierte también en un arma indispensable para combatirla, pues según los expertos, un tercio de la población con Alzheimer no acude nunca al médico, ya que identifican los síntomas como propios del envejecimiento. Así, los profesionales médicos insisten en la importancia de que la población se conciencie de que es fundamental acudir al médico ante la aparición del primer síntoma de esta enfermedad: la pérdida de memoria. Y es que el problema viene cuando se constata que una gran parte de los pacientes no acude al doctor hasta que no ha perdido muchas capacidades. Las posibilidades de tratamiento se complican en estos casos en los que la enfermedad está más avanzada. De hecho, desde que se detectan los primeros síntomas hasta que un experto diagnostica la enfermedad suelen transcurrir entre uno y dos años.
¿Y quién cuida al cuidador?
Durante mucho tiempo también se ha ignorado que los grandes afectados no sólo son los pacientes, sino los cuidadores de dichos pacientes. El impacto social y familiar del Alzheimer es enorme, debido, sobre todo, a la dependencia progresiva con respecto a las personas que atienden al afectado. Éstas se ven sometidas a una enorme presión psicológica, aumentada, en muchas ocasiones, por la falta de reconocimiento a una labor tan dura y prolongada. Hay que recordar que al menos ocho o nueve de cada diez cuidadores son parientes directos del paciente. Generalmente, esposa, esposo o hijos, aunque dado que la mayoría de los enfermos reside en su domicilio, los cuidados suelen recaer sobre el ama de casa.
Muchos cuidadores se autoconvencen de que son insustituibles y de que si no están ellos, el paciente sufrirá y se alterará, aunque la persona que lo sustituya sea de la familia, y lo que es peor, centran su vida en el cuidado del paciente y se olvidan de sí mismos. Cuando esta situación se presenta se debe estar prevenido y cortar con esa dinámica lo antes posible, pues su reconocimiento y la aplicación de soluciones irán en beneficio de todos. Resulta fundamental que el cuidador pueda disfrutar de tiempo libre sin sufrir sentimiento de culpa por ello y disponer con frecuencia de unos días de vacaciones.
Nuevos estudios sobre la enfermedad
Por ahora, la comunidad científica se enfrenta al reto de encontrar una cura a la enfermedad, pero aún queda un largo camino por andar en este sentido. Mientras, se suceden los estudios que intentan comprender un poco mejor el porqué de la enfermedad y si hay alguna manera de prevenir su aparición. El último analiza su relación con la ingesta de vino. Así, tomar vino con moderación puede ayudar a prevenir el Alzheimer, según se desprende de un estudio liderado por facultativos del Hospital Clínic de Barcelona y cuyos resultados han sido publicados recientemente en Journal of Alzheimer’s Disease. En concreto, la investigación encontró que el consumo moderado de vino y el de otros alimentos ricos en polifenoles propios de la Dieta Mediterránea, como el aceite de oliva y las nueces, se asociaban con una mejor función cognitiva en ancianos gracias a su elevado poder antioxidante.
El trabajo se llevó a cabo con personas con edades comprendidas entre los 55 y los 80 años que presentaban un alto riesgo cardiovascular. A todos los voluntarios se les administró un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos, así como una batería neuropsicológica para determinar el rendimiento cognitivo, principalmente en el área de la memoria. Tras analizar los resultados, el consumo de aceite de oliva virgen se asoció a mejores puntuaciones en pruebas de memoria verbal, al igual que el consumo de café. Por otra parte, la ingesta de nueces estaba relacionada con mejor memoria de trabajo y el consumo moderado de vino se asociaba con una mejor función cognitiva global. El estudio sirvió para reforzar la idea de que los alimentos ricos en polifenoles propios de la Dieta Mediterránea podrían contrarrestar el declive cognitivo asociado con la edad gracias a su elevado poder antioxidante.
La enfermedad, en cifras
Según la Fundación Alzheimer España (FAE), actualmente en España existen unas 650.000 personas que padecen demencia en alguno de sus diferentes tipos y se detectan unos 150.000 nuevos casos cada año. La prevalencia de la demencia aumenta con la edad, siendo de un 4,2% para la población entre 65 y 74 años, un 12,5% para la población de 75 a 84 años y un 27,7 % para la población de más de 85 años. La prevalencia también depende del sexo, siendo mayor en mujeres (11%) que en hombres (7,5%), aunque en este punto influye también la mayor longevidad de las mujeres. Se estima que el número de cuidadores de enfermos de Alzheimer asciende hoy día en nuestro país a más de 1.200.000.