Las claves de la neuroarquitectura para diseñar y planificar el dormitorio de tus hijos

La neuroarquitectura aplicada al dormitorio de los hijos puede conseguir salud, bienestar y muchos beneficios, evitando el estrés. Todos sabemos que la plasticidad cerebral es mayor durante la infancia, porque los niños están en pleno desarrollo, experimentando cambios y aprendizajes continuos.

Durante estos años de la infancia se desarrollan neuronas y conexiones que facilitan la relación del niño con el entorno y su aprendizaje. “Por eso es tan importante la estimulación temprana y las experiencias positivas en estas etapas iniciales del desarrollo, y por eso cobran especial relevancia los espacios en los que juegan, descansan y estudian nuestros hijos”, detalla Rita Gasalla, arquitecta especialista en arquitectura saludable y neuroarquitectura, CEO de Galöw (www.galow.es) y la experta consultada para este reportaje.

Hay que señalar que si, por el contrario, el espacio en el que viven les genera estrés, ansiedad o problemas de sueño, el desarrollo de los niños se ve afectado negativamente, incluso se pueden presentar trastornos emocionales, de conducta o déficits cognitivos (el espacio y los químicos a los que están expuestos pueden tener relación con ello).

Según la teoría de recuperación del estrés de Roger Ulrich, profesor de arquitectura paisajística y urbanismo de la Universidad de Texas (Estados Unidos), el estrés se encuentra muy asociado a los espacios físicos y esto tiene mucho que ver con el proceso evolutivo de la raza humana. El ambiente totalmente apacible de la imagen es un dormitorio infantil con muebles de Banak, entre los que destaca la cama en forma de casita ‘Haus’.

Leer más: Cómo decorar la habitación infantil para favorecer el descanso de tus hijos

Un espacio en evolución

Es fácil comprender lo que la neuroarquitectura puede conseguir aplicada a los dormitorios infantiles, espacios donde los niños pasan mucho tiempo realizando distintas actividades. Son espacios que impactan en su aprendizaje, grado de atención y memoria, y que tienen que cambiar con ellos para adaptarse a sus distintas etapas de crecimiento. No tiene las mismas necesidades un bebé, que un niño de tres años o uno de 10, así es que su habitación no puede ser la misma. Tiene que cambiar, como lo hacen ellos, con el paso de los años. “Tiene que generar emociones positivas, porque es así como se aprende mejor”, señala la experta.

En la propuesta, la cuna modelo ‘Pure’ de Nobodinoz, convertible en cama.

Leer más: Cunas convertibles, la cama que crece y que querrás en la habitación de tu hijo

El reino del descanso

A pesar de como su propio nombre indica, la función principal del dormitorio es la de procurarnos descanso, en el caso de las habitaciones infantiles y juveniles, se utilizan para dormir por la noche, pero también muy habitualmente como espacio de juego y estudio. Por ello, la neuroarquiteca explica que lo ideal es que sea un espacio reservado a dormir o que tenga una configuración que permita separar la zona de sueño del resto de actividades para poder hacer un tratamiento diferenciado, como ocurre en esta habitación de Ikea equipada con la cama extensible 'Sundvik'.

En cuanto a la zona de sueño, debe ser el lugar donde dormir bien, así es que debe adaptarse a las necesidades de sueño del niño, en función de su etapa de crecimiento. Así es que necesitamos una habitación dedicada al buen descanso, con una buena calidad de aire (libre de alérgenos, virus, bacterias, ácaros, agentes químicos que pueden emitir materiales de construcción y mobiliario y radiaciones del terreno); sin ruidos; colores adecuados; muebles ergonómicos y, por supuesto, materiales naturales.

“Muy importante para el bienestar es el confort higrotérmico (temperaturas entre los 18º y los 20º y humedad entre el 30% y el 70% de humedad), que permite descansar bien, o, por el contrario, interfiere en la calidad del sueño (con el consiguiente riesgo para la salud)”, subraya Rita.

Leer más: La neuroarquitectura, la llave de la salud y la felicidad en las viviendas

La iluminación más adecuada

Numerosos estudios certifican que la calidad del sueño es muy importante para el buen desarrollo cerebral y la salud de los niños, especialmente durante sus primeros años de vida y hasta la adolescencia. Y es que dormimos para reparar nuestro cuerpo, restablecer su equilibrio, consolidar recuerdos útiles, desarrollar nuevas neuronas y fortalecer las conexiones neuronales que garantizan un buen funcionamiento cognitivo.

Los recién nacidos duermen entre 14 y 18 horas al día y hasta que no pasan unos meses no tienen un ritmo regular de sueño. Además, hay que respetar el ciclo luz/oscuridad para que los niños vayan aprendiendo a dormir. Rita aconseja mantener la habitación oscura durante la noche, para favorecer la producción de melatonina (la hormona del sueño). Y durante el día, según las necesidades del bebé, hay que permitir que la luz del sol entre, en sus ratos de vigilia, para potenciar su atención y memoria, y tamizarla con cortinas o estores mientras duerma. En la propuesta, el proyecto de la habitación lo firma Coblonal Interiorisme.

También necesitamos en los dormitorios una iluminación regulable y puntos de luz indirecta que nos permitan atender al bebé sin necesidad de despertarle por la noche. Más adelante, con los años, necesitará también un lugar e iluminación adecuados para el juego y el estudio dentro de su dormitorio.

“Es especialmente importante en todos los dormitorios (también los de los adultos) una iluminación artificial adecuada en su temperatura de color, intensidad, reproducción cromática y sin deslumbramientos, para que mejore el sueño y contribuya al bienestar”, apunta la experta.

Leer más: Así influye una buena iluminación en el bienestar físico y emocional, según la neuroarquitectura

Niños y niñas que sienten que pertenecen al entorno

Un aspecto crucial que comenta la neuroarquitecta es que la habitación tiene que concebirse a la medida del niño, en el sentido más amplio. Es decir, hay que adaptar el diseño del espacio a su edad, características y tamaño, a la altura visual de los menores, a su envergadura, su etapa de crecimiento y sus necesidades. Es un espacio en el que debemos fomentar la libertad de movimiento que necesitan los niños a partir de una cierta edad, con elementos que potencien su aprendizaje, independencia y seguridad.

“Mis diseños se basan en que el dormitorio infantil fomente la libertad de movimiento con elementos que potencien su aprendizaje, independencia y seguridad desde el primer día y durante toda la infancia”, prosigue la CEO de Galöw.

Gracias a la neuroarquitectura experimental que estudia, entre otros aspectos, las emociones que nos provocan los espacios, sabemos, por ejemplo, que las formas redondas y suaves resultan relajantes y acogedoras; que la luz natural es fundamental para la percepción visual y también mejora el estado de ánimo, y que la combinación de luz, color y forma potencia procesos cognitivos como la memoria y la concentración.

De este modo, debemos tener en cuenta todos estos factores a la hora de diseñar e una habitación infantil donde los niños tienen que encontrar un espacio propio, divertido, estimulante y seguro, con elementos que llamen su atención, en un ambiente relajante, en el que sea agradable permanecer. En la propuesta, un proyecto de The Room Studio en el que junto al dormitorio se dispone un cuarto de juegos específico y, además, se aprovechó la gran altura de la estancia para integrar un rincón secreto en el altillo.

Leer más: Ventajas de tener un altillo en casa y todos los usos que puedes darle

El dormitorio de bebé ideal

Es importante destacar que, aunque existen unos criterios generales, no hay recetas mágicas y que cada niño es único, porque un mismo espacio es percibido por cada persona de manera diferente. La conclusión es que el dormitorio del bebé debe decorarse de forma personalizada.

Los bebés necesitan muchas horas de sueño, así es que, en esta etapa de su vida, planificamos y diseñamos el espacio para su descanso y cuidado, pero también para su estimulación precoz. Sabemos que durante sus cortos periodos de vigilia los bebé son auténticos genios del aprendizaje y el espacio en el que viven puede potenciar su desarrollo.

Asimismo, factores como la limpieza, el orden y la calidez resultan también fundamentales para garantizar el bienestar del bebé y su descanso. Cuanto más pequeño es el niño, más importante es el impacto que el espacio tiene en su desarrollo cognitivo y salud. La cuna de la imagen es ‘Kera’ de la firma Wookids y disponible en Abitare Kids, un mueble fabricado en madera maciza de fresno y transformable en sofá.

Leer más: 9 errores que debes evitar al decorar la habitación de tu bebé

El cambio al dormitorio infantil

Rita hace esta afirmación para el diseño más acertado del espacio en el caso de los dormitorios infantiles: “lo ideal es reservar el dormitorio para dormir y colocar la zona de estudio en otro lugar de la casa, si es posible”, como ocurre en la habitación de la propuesta que se decora con una imaginativa alfombra diseñada por el artista Edgar Plans para la firma textil Lorena Canals.

La prioridad es garantizar una higiene del sueño y el bienestar del hijo, que además empieza a necesitar otros estímulos en su entorno, para que gracias a esa interacción se activen, sumen y estructuren conocimientos y destrezas.

Este espacio, además de ser estético y sugerente, tiene que ser ordenado. De esta forma, estamos enseñando a los niños, desde la arquitectura, comportamientos equilibrados y sociales.

¡Los espacios ayudan a estructurar la mente! Por eso es tan importante disponer en el dormitorio infantil de espacios de almacenaje donde mantener ordenados juguetes, material escolar y ropa. Tener muchas cosas, muchos colores y poca organización, puede generar confusión y falta de atención. Si el entorno es ordenado y estructurado, con un lugar específico para cada elemento, combatimos el estrés y favorecemos el aprendizaje.

Leer más: Ellos son pura inventiva, crea un ambiente ingenioso en la habitación infantil

La configuración de la habitación juvenil

Con la adolescencia el espacio tiene que reorganizarse porque sus necesidades han cambiado, los hijos necesitan menos sitio para sus juegos y más para el estudio y sus aficiones, además, los muebles deben ‘crecer’ (la cama debe ser más grande, el armario adecuado, una silla y una mesa de estudio adaptados…). También los colores deben virar a más juveniles y menos infantiles… En este caso, la interiorista Raquel González tiñe el espacio de azules y grises, tonalidades que favorecen la calma.

Leer más: Claves para decorar y mantener el orden en las habitaciones juveniles

La tecnología, fuera del dormitorio

En el dormitorio juvenil, “el gran cambio es el que tiene que ver con el uso de pantallas y dispositivos electrónicos. Lo recomendable es no incluirlos en los dormitorios, sobre todo de los niños más pequeños, porque la exposición a la luz azul que emiten interfiere en la producción de la hormona del sueño y afecta a su descanso ­-relata Rita-. Lo mismo ocurre con los jóvenes, aunque en estos casos parece impensable que puedan prescindir en sus habitaciones de televisores, ordenadores o teléfonos móviles. Pero hay que evitar el televisor y alejar de la cama el resto de los dispositivos (sobre todo del cabecero), y proponer que limiten su uso, no exponerse al menos dos horas antes de irse a dormir, y apagarlos o ponerlos en modo avión para que no emitan radiaciones electromagnéticas”.

Leer más: Claves para minimizar nuestra exposición a la contaminación electromagnética en casa

El entorno hecho a la escala del infante

Por lo general, los dormitorios acompañan a los niños desde su nacimiento hasta su juventud. Así es que deben ser espacios flexibles, y cuidadores, que reúnan las condiciones más favorables para el bienestar físico, mental y social de los pequeños de la casa, y que por supuesto sean accesibles. Es decir, que los niños, desde antes de empezar a andar, puedan empezar a moverse en ese espacio sin necesidad de que intervenga un adulto: gatear, sentarse, acostarse, coger sus juguetes… (Sique esas consignas el dormitorio sobre estas líneas, con mobiliario de la firma Kave Home adquirido en Veepee).

De esta forma, y gradualmente, vamos favoreciendo su independencia y autosuficiencia, en un espacio seguro, en el que el menor no corre ningún riesgo. Por eso, “los muebles deben estar a escala, ser accesibles y, lógicamente, cumplir las normativas de seguridad mecánica, y química (sobre la emisividad de sus materiales), si bien en este último aspecto falta mucha regulación”, apunta la neuroarquitecta.

Al igual que nos ocurre a los adultos, los niños necesitan sentir que pertenecen a un entorno para fortalecer su identidad y su autoestima. No olvidemos que los niños y las niñas aprenden y exploran llevándose los objetos a la boca y descubriendo así nuevas texturas, formas, sabores y olores. Así, además, fortalecen su sistema inmunológico y ejercitan su coordinación visomotriz (ojo-mano).

Leer más: La neuroarquitectura en el dormitorio promueve el bienestar y mejora la calidad del sueño

Acciones frente a un objeto

Hay un concepto además muy interesante en neuroarquitectura, acuñado por el psicólogo James J. Gibson en 1977, y que tiene también mucha importancia a la hora de diseñar dormitorios infantiles. Se trata de affordances y hace referencia a todas las posibilidades que materialmente ofrece un objeto para reconocer cómo usarlo. “Es especialmente importante en el diseño de espacios y mobiliario. De esta forma, los niños pueden encontrar todas las alternativas que un objeto les ofrece, potenciando su desarrollo y creatividad”, señala Rita.

El dormitorio de la imagen es de Banak y se equipa con una cama alta desde la cual se baja por un tobogán.

Leer más: Dormitorios para niños en los que los protagonistas son ellos

Clave, insonorizar correctamente

Los bebés suelen contar con relajantes móviles con música, los niños más mayores también pueden equipar el cuarto con agradables elementos sonoros, aunque, lo más vital es evitar los molestos ruidos, pues una exposición prolongada a altos niveles de ruido pone en riesgo la salud.

Somos uno de los países más ruidosos del mundo. Según datos del INE, en España, el 21% de las personas sufren problemas de ruido en sus hogares. El tráfico, los vecinos, la afluencia a comercios y restaurantes, el uso de maquinaria…hay numerosas fuentes de ruido que pueden colarse en nuestras casas, y afectar a nuestra salud física y mental, sobre todo, a los más vulnerables (personas mayores y niños).

Se ha comprobado que los niños que crecen en hogares ruidosos tienen un menor desarrollo lingüístico y cognitivo, y pueden presentar déficit de atención y de memoria. Tienen en definitiva mayores dificultades para aprender. Por lo que Rita propone poner el acento en el aislamiento y el acondicionamiento acústico, para protegernos de los efectos negativos de los ruidos (problemas auditivos y de sueño, aumento del riesgo de infarto, ansiedad, agresividad, estrés…).

Ese confort acústico permitirá a los niños dormir mejor, y disfrutar con tranquilidad del tiempo de juego y estudio, establecer relaciones más eficaces y, también, no molestar al resto de los habitantes de la casa y vecinos.

¿Con qué herramientas contamos para insonorizar? Mejorar las ventanas y puertas, instalar burletes… para su aislamiento acústico. Y paneles decorativos, alfombras y otros materiales absorbentes.

Leer más: Cómo puedes insonorizar tus estancias para decir adiós al ruido

Pon ritmo al cuarto de los hijos

“Hay que combatir el ruido y promover los estímulos musicales. La música contribuye a mejorar las habilidades cognitivas y además aspectos sensoriales, motores, emocionales y sociales. La música activa un gran número de áreas cerebrales, potenciando nuevas conexiones neuronales, especialmente en los niños”, detalla la experta.

Así es que es muy positivo que los niños escuchen ritmos, y que participen en juegos musicales, con canciones y bailes que van a ayudarle a desenvolverse de manera más autónoma y segura, además de generar experiencias emocionalmente positivas. Si combinamos los sonidos con la expresión plástica y el movimiento estamos favoreciendo el desarrollo físico, mental y emocional equilibrado de los más pequeños de la casa.

Leer más: El fascinante papel de la música en el neurodesarrollo de los niños

Invertir en recuerdos olfativos y táctiles

El diseño visual y sonoro de una habitación es vital, pero no menos importante es apostar por una atmósfera que huela bien y cuyos elementos sean agradables al tacto. Todo es importante: ¡cualquier olor, sabor, color, forma, material…es una experiencia nueva y emocionante para los niños!

“Antes hablaba del sentimiento de pertenencia que promovemos también desde la neuroarquitectura. Nuestros aprendizajes, experiencias y recuerdos están ligados a los espacios donde vivimos y crecemos. En nuestra memoria quedan imágenes, sonidos, olores, ligados a nuestra niñez. Son recuerdos que refuerzan nuestra pertenencia a una familia, a un entorno”, narra Rita.

La experta considera que todos recordamos este peluche con el que jugábamos cuando éramos pequeños, el olor de nuestra casa, o el tacto de una mantita o un jersey.

Los olores son fundamentales. El olfato es nuestro sentido más primitivo, y el único conectado con el sistema límbico que regula las emociones y los recuerdos. Es el cerebro emocional y está conectado con nuestra nariz.

Pongamos por lo tanto especial atención a esos olores que reciben los niños, y propiciemos que sean agradables y que inviten a la relajación. Pero, mucho cuidado con el uso de ambientadores. Es mejor prescindir de ellos y utilizar saquitos de especias o plantas aromáticas como la lavanda o la citronela, que además sirven para purificar el aire y ahuyentar insectos.

Leer más: Conecta con tu ‘momento relax’ con estas fragancias para el hogar que serenan el espíritu