Una cosa está clara, no solo necesitamos viviendas sostenibles, también jardines con plantas capaces de sobrevivir ante las situaciones extremas a las que nos está llevando el cambio climático, tales como altas temperaturas (de récord el último verano), épocas de sequía o periodos de abundantes precipitaciones, tipo torrencial.
Fernando Pozuelo, experto paisajista y director del estudio Fernando Pozuelo Landscaping Collection (www.fernandopozuelo.com), nos relata cómo los jardines domésticos deben adaptarse a estas circunstancias. La naturaleza, cuando hay determinados agentes que sufren variaciones reacciona con desajustes climáticos. Así, “los jardines deben adaptarse, ya que aquellas especies más adaptativas son más resilientes y tienden a prosperar”, manifiesta Fernando. Con todas estas claves, ahorrarás tiempo en las tareas del jardín.
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Un conjunto en equilibrio
Los jardines, compositivamente hablando, deben estar formados por cuatro estratos:
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El dosel arbóreo, las copas de los árboles.
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Las masas arbustivas.
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Las masas subarbustivas.
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Las plantas tapizantes. Este conjunto protege el suelo, a través de un acolchado de hojas, que permite la creación de microorganismos, una fauna y flora adicional y diferentes especies vegetales que garantizan un ecosistema perdurable y sostenible.
En la propuesta, un jardín doméstico proyecto de Fernando Nájera Paisajista, con una gran variedad de plantas, áridos y, para conformar el sendero, losetas de madera.
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El papel clave de los árboles
Los árboles son una protección. Un único árbol puede albergar decenas de plantas que simbióticamente viven con él, plantas epífitas, plantas parásitas (como puede ser el muérdago) o plantas nodulares (que recogen el agua). A su vez, son fuente de biodiversidad, dando cobijo a pequeños animales.
Gracias a sus hojas, cuando caen al suelo y da comienzo su descomposición, crean otros ecosistemas creando microorganismos que nutren a la tierra de vida. Estas hojas crean unos procesos químicos que contribuyen al compostaje de estas, aportando beneficios al sustrato. Asimismo, las copas de los árboles dan sombra al suelo, haciendo de capa protectora reduciendo la insolación en la tierra, aumentando la humedad ambiental, creando zonas frescas en el subsuelo. Además, los árboles son el pulmón del planeta, ya que proveen oxígeno.
Ábaton firma el proyecto de jardín de la imagen, en una dehesa madrileña con encinas y un sotobosque de retamas jaras y espino.
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El jardín mediterráneo
Como en todo el país tenemos climas diferentes, vamos a definir cómo lograr un jardín adaptado a su entorno y sostenible, si el jardín se ubica en una zona mediterránea, en la sierra, o en un clima subtropical (el de las Canarias).
“El clima mediterráneo podría considerarse como uno de los tres mejores climas del mundo. Dada la variedad de especies botánicas con altas capacidades adaptativas y fuertes, capaces de resistir cambios drásticos del clima”, explica el paisajista
Su consejo consiste en seleccionar aquellas especies de kilómetro 0, que se adapten mejor a las condiciones de suelo y climatológicas del lugar que queremos ajardinar.
Por ejemplo, en la finca de la propuesta, ubicada en Premià de Dalt (Barcelona) al límite de la cordillera, Simbiosi Estudi ha usado vegetación estrictamente mediterránea, con una gran selección de gramíneas, arbustos como lentisco (Pistacia lentiscus), vegetación de carácter rústico tolerante con la sequía como la euforbia (Euphorbia rigida) y arbolado a base de encinas y alcornoques.
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Los exteriores, en un clima de sierra
Los climas de sierra forman un ecosistema cohesionado, dado que dependiendo de su altitud hay diferentes estratos de bosques. Primero solemos encontrar los bosques de frondosas y, por encima de estos, los bosques de coníferas. Además de estos tipos de bosque, también pueden estar salpicados por pequeños ecosistemas de otras especies como puede ser el tejo o los acebos.
“El clima mediterráneo engloba diferentes tipos de climas como costero, desértico o de interior. Por lo que los jardines de clima de sierra mediterránea pueden adaptarse igual que los jardines mediterráneos puros. Únicamente estas especies son más tolerantes a las bajas temperaturas”, señala Fernando.
En este proyecto, destacan los cipreses que son utilizados como valla para dar privacidad al jardín. También es reseñable que el salón al aire libre se equipa con un fire pit, para abrigar las tardes frías.
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Dos tipos de jardín canario
En el archipiélago canario, con clima subtropical cuentan con dos tipos de paisajes: tipo desértico o casi selvático. De este modo, existen diferentes hábitats, desde las zonas desérticas en la isla de Fuerteventura hasta los bosques de laurisilva (muy húmedos) en la isla de la Palma, dominada por los helechos.
“Dentro de estos subclimas, se puede realizar jardines adaptados coherentes con el entorno”, afirma Fernando. En el primer caso hay que escoger plantas que soporten fuertes insolaciones y sequía, mientras que en el segundo, una vegetación que se adapte bien a la humedad ambiental.
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La importancia de la selección botánica
Fernando ha comentado la idoneidad de cultivar plantas kilómetro 0 pero, ¿es siempre la mejor alternativa optar por las plantas autóctonas? El paisajista matiza que... casi siempre.
“Si nuestra intención es recuperar un ecosistema local, la utilización de especies autóctonas favorece a su creación. Aunque siempre puede haber alteraciones, con especies que sin ser autóctonas, cuentan con una alta capacidad de adaptación”, afirma.
En la imagen plantas variadas de Flower Council Holland en jardineras y, en la cabaña, un hotel para insectos, una opción muy respetuosa con el medio ambiente.
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Plantas adaptadas a la actual ‘climatología extrema’
Las plantas que ya existen son plantas adaptadas a los cambios climáticos que ha habido en los últimos años. Dentro de estas especies adeptas al clima existen especies de mayor resistencia. Como detalla Fernando, estas se pueden dividir en:
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Especies de tamaño pequeño, donde podemos encontrar estas aromáticas: el tomillo (Thymus vulgaris), el romero (Salvia rosmarinus) o la lavanda (Lavandula).
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Los arbustos, como el lentisco (Pistacia lentiscus), la adelfa (Nerium oleander) o el rosal.
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Los árboles, como el almendro (Prunus dulcis), la higuera (Ficus carica) o la encina (Quercus ilex).
En la propuesta un proyecto del estudio de paisajismo La Habitación Verde, se trata de un jardín en La Moraleja (Madrid).
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Las suculentas, muy versátiles
Las también denominadas plantas crasas pueden sobrevivir en climas cálidos o desérticos, siendo en la mayoría de los casos muy resistentes a la sequía, dado que acumulan agua en su interior. Sin embargo, Fernando advierte que, “en zonas con una mayor pluviometría, en mi caso, las aconsejaría de una forma puntual”.
El jardín de cactus sobre estas líneas lo ha diseñado la paisajista Marta Roca, de Espaiverd. Aparte de los cactus, otras suculentas populares en exterior son el aloe vera, esbelto y de hojas carnosas, y las echeverias, bellísimas gracias a sus hojas aplanadas en forma de roseta.
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Una adecuada gestión del agua
“La forma más efectiva para recolectar agua, a mi juicio, es la misma que se realiza en la naturaleza. El entorno natural recolecta agua a través de lagos o presas, pero llevándolo de lo general a lo individual a menor escala, las personas pueden almacenar agua de lluvia en los jardines y luego utilizarla en ellos de forma sostenible”, explica el experto.
En esta vivienda con jardín de nueva construcción proyectada por el arquitecto Guillem Carrera, el agua de lluvia de las cubiertas se recoge en depósitos y se reutiliza para el riego del área ajardinada.
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No lo dudes, el sistema de riego es importante
¿Sabías que el riego automático, en el caso de ser de goteo reduce hasta un 90% el consumo de agua? “Estos tipos de riego automático permiten ahorrar agua gracias a que se utilizan las cantidades necesarias para las especies, dosificando el agua y contribuyendo al no desperdicio de esta”, detalla Fernando. Precisamente su estudio firma este proyecto, un verde jardín con prado, coníferas, árboles, enredaderas y flores.
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Estrategias sostenibles, cubrir el sustrato
¡Los mantillos funcionan! Por último, Fernando propone dos modos de proteger las plantas en función de si estamos en época de frío o de calor.
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En invierno conviene emplear el mulching, para proteger las raíces del frío. Estos acolchados pueden ser de hojas secas, paja, estiércol o mantillo de humus de lombriz. De este modo, también se proporciona materia orgánica al terreno.
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En verano los acolchados pueden ser de algún tipo de grava, como la piedra volcánica que es porosa y absorbe la humedad. Este tipo de acolchados protegen de la erosión del suelo y hacen que los riegos se aprovechen mejor.
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