La neuroarquitectura es una disciplina de la arquitectura que permite crear hogares saludables en los que vivan personas felices. En este reportaje desgranamos junto a Rita Gasalla, de Galöw Arquitectura Saludable (www.galow.es), las claves de diseño de la cocina que, junto al dormitorio, es la estancia más destacada de una vivienda.
La experta comienza exponiendo que, si el dormitorio es nuestro refugio más íntimo, la cocina es el corazón de la vivienda. “En esta estancia elaboramos los alimentos que va a consumir la familia, y las características de este espacio van a marcar no solo la calidad de esa dieta y nuestra salud física, sino también la calidad de las relaciones interpersonales”.
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Cambio de paradigma
La especialista en arquitectura saludable y neuroarquitectura narra que antiguamente, la cocina era un ambiente reservado a las mujeres, pequeño, apartado, y bastante espartano. Sin embargo, ahora concebimos la cocina como una estancia abierta a todos los miembros de la familia, donde compartimos tiempo y también hábitos de vida saludables. Por eso, “desde el punto de vista de la neuroarquitectura, debe ser un espacio luminoso, ventilado, ordenado (reducir el ruido visual es muy importante para nuestra paz), bello y funcional”, afirma.
De hecho, la ecuación es simple y lógica, si creamos una atmósfera en la que nos gusta estar, es mucho más probable que dediquemos más tiempo a cocinar (con lo que ello conlleva: siempre es mejor comer platos elaborados por nosotros que precocinados) y que disfrutemos de esa actividad con otras personas. La clave está en concebir la cocina en ese punto de encuentro donde no solo compartir la comida, sino también experiencias.
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Hábitos saludables en cocinas saludables
Sin duda, uno de los aspectos que más ha evolucionado en las cocinas en las últimas décadas, es el equipamiento. “Afortunadamente se han dejado de utilizar algunos materiales tóxicos y contaminantes, y se han sustituido por otros más saludables, pero otros aún se siguen usando por desinformación. Nosotros utilizamos nuestros conocimientos técnicos para la selección cuidadosa de los materiales y del equipamiento, desde la perspectiva de la neuroarquitectura para mejorar tanto la mente, como los comportamientos y el bienestar familiar”, comenta Rita.
A este respecto se ha avanzado mucho, y se ha dicho adiós por ejemplo al teflón, pero todavía queda por hacer. La experta apunta que hay que desterrar definitivamente el plástico, que contiene ftalatos y los bisfenoles (sustancias químicas muy perjudiciales para la salud) y optar por superficies naturales y recipientes de vidrio y acero inoxidable.
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Pequeño y gran electrodoméstico
Rita se felicita de que en la cocina hayan ido ganando terreno las vaporeras, los hornos, las cafeteras sin cápsulas y las freidoras de aire caliente frente a las tradicionales que emplean mucho aceite… Esto es muy significativo porque quiere decir que cada vez tenemos más conciencia de lo que debe ser una dieta saludable. “En una cocina diseñada con los criterios de la arquitectura saludable y la neuroarquitectura, cobran protagonismo los alimentos frescos, las elaboraciones más saludables y el menaje, los electrodomésticos y los materiales menos contaminantes y más eficientes”, apunta.
Las placas de inducción o los robots de cocina nos facilitan las tareas, haciendo que nos dé menos pereza ponernos a cocinar, al tiempo que necesitamos menos tiempo para elaborar el menú diario y para la limpieza posterior.
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Una despensa bien pensada
Actualmente los hábitos de compra de alimentos han cambiado y prácticamente nadie va a al mercado todos los días. Para dar respuesta a compras más espaciadas hay que concebir una amplia despensa. Un buen hábito es desterrar en lo posible los ultraprocesados y la comida preparada y decantamos cada vez más por productos frescos y a granel.
El nuevo estilo de vida de la sociedad actual tiene que verse reflejado en el diseño de la cocina, un espacio clave para la salud y también para el cuidado del medio ambiente, puesto que aquí se genera una gran cantidad de residuos. “Con la arquitectura saludable y la neuroarquitectura concebimos cocinas más orgánicas, en todos los sentidos. Una cocina donde los alimentos frescos tengan el protagonismo es indispensable para mejorar nuestra salud”.
La arquitectura saludable insta a diseñar cocinas pensando en la salud de las personas y en el entorno. Cocinas para una generación más consciente y comprometida con el medio ambiente. Lo más aconsejable, en lo referido a los alimentos, es comprar cantidades ajustadas a nuestro consumo, hacer cocina de aprovechamiento y congelar para preservar durante más tiempo. Por otra parte, se pueden utilizar los residuos, para, por ejemplo, hacer compost con restos orgánicos como verduras y frutas, posos de café e infusiones, cáscaras de huevo, hojas y podas e incluso cartones y papeles (sin tinta), que servirá para el cuidado de las plantas.
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Beber agua del grifo
Otro consejo es no recurrir a la poco sostenible agua embotellada o en garrafas. A este respecto, la calidad del agua es en general bastante buena en nuestro país. “Como expertos en arquitectura saludable, en Galöw siempre analizamos la calidad del agua en cada vivienda para descartar la presencia de metales pesados y otros contaminantes. Tenemos muy presente la influencia de los contaminantes del agua en el rendimiento y capacidades del cerebro, especialmente de los niños. En la mayor parte de los casos, cuando hacemos reformas de viviendas, tenemos buenos datos del agua de abastecimiento, pero nos encontramos con múltiples contaminantes en los puntos de consumo. Para corregirlo y garantizar la calidad del agua, además de renovar las tuberías instalamos filtros específicos”, señalan.
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Cocinas para vivirlas
Como hemos mencionado antes, una cocina saludable es aquella que potencia las relaciones familiares, ambientes agradables a la vista, al olor, al tacto…
“En mis proyectos, siempre diseño cocinas para vivirlas, no como sitios de paso o de exposición. Somos multisensoriales, no solo visuales, por lo que concebimos los ambientes que diseñamos y construimos como espacios completos, donde podamos pasar tiempo y disfrutar”, cuenta la CEO de Galöw.
Así, hay que dar mucha importancia a la ventilación, la luz y el confort acústico; así como a la selección de los colores. Decimos adiós a la soledad del cocinero, hoy este ambiente se piensa para que todos y cada uno de los miembros de la familia se sienta a gusto, invitándoles a participar en todo lo que allí se ‘cuece’.
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Focos de contaminación de la cocina
Por si no lo sabías, el lugar más contaminado de la casa suele ser la cocina. Buena parte de esa contaminación se produce a través del agua de consumo y durante la elaboración de las recetas, sobre todo si estas son grasos y se utilizan aceites. Todos hemos visto cómo ese cocinado puede originar grandes humaredas en casa, así como olores y suciedad que además se adhieren a tejidos, paredes y muebles. “Evitar esas humaredas, con una ventilación adecuada y el uso de campanas extractoras, además de optar por procesos más saludables, va a evitarnos problemas de salud y también nos ahorrará mucho trabajo a la hora de limpiar la cocina. Además, es interesante optar por superficies tratadas, no porosas, y pinturas que repelan la suciedad y faciliten la higiene”, revela la experta.
¿Más consejos? Sí, mantener despejada la encimera, tener pocos estantes abiertos (porque recogen más suciedad y nos exigen una limpieza diaria) y equipar el espacio con cubos de basura cercanos, accionables con los pies para evitar la contaminación cruzada.
Igual de recomendable es mantener los productos químicos de limpieza guardados en un lugar específico, alejados de los alimentos y, por supuesto, de niños y mascotas.
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El confort acústico, clave
“El ruido es uno de los contaminantes más ‘enfermantes’ a los que nos tenemos que enfrentar cada día. Y en la cocina, un espacio en el que se concentran muchos electrodomésticos y aparatos, puede haber mucho ruido si no tomamos medidas”, cuenta Rita. Sin duda, el ruido tiene efectos muy negativos en las personas, tanto a nivel físico como mental y que además constituye un grave problema medioambiental y social.
Lo que aconsejan desde Galöw es, además de aislar y acondicionar acústicamente la cocina como el resto de la casa, elegir electrodomésticos además de eficientes, silenciosos y programables, para evitar en lo posible su empleo cuando estamos en la cocina; evitar el uso de varios electrodomésticos al mismo tiempo; elegir materiales adecuados y bisagras y sistemas elevables con amortiguación en los cajones y puertas.
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Debes ventilar frecuentemente (y hacerlo antes y después del cocinado)
Por lo general, el aire interior de una vivienda está de promedio entre dos y cinco veces más contaminado que en el exterior. Una forma de remediarlo es instalar ventilación mecánica que filtre el aire que entra.
Otro dato: en la cocina se producen gases por combustión que elevan de 10 a 40 veces las concentraciones de partículas ultrafinas después de cocinar. En algunas ciudades se estima que la cocina contribuye al 62% de la contaminación total de PM2.5 en los hogares. Esa contaminación procede de los electrodomésticos, sobre todo si son de gas, de los alimentos (que emiten partículas al cocinarse), de los procesos de cocinado (contamina más freír y asar que hervir o cocinar al vapor) y de los aceites que utilizamos.
“Lo ideal es utilizar siempre la campana extractora durante el cocinado de los alimentos, así como mantener una adecuada ventilación y filtrado del aire en este espacio. Asimismo, renovar el aire y hacer un buen mantenimiento de los electrodomésticos es indispensable [que, además, logra que continúen siendo eficientes y ahorren energía en el uso]”, apunta la arquitecta.
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Analiza a fondo la luz
¡Una buena iluminación lo cambia todo! “La luz tiene una serie de efectos visuales y no visuales muy importantes para nuestra salud física y mental”. De este modo, conviene potenciar la iluminación natural siempre que se pueda. Y asegurar y planificar una luz artificial adecuada durante las horas nocturnas.
No obstante, en Galöw, por lo general se encuentran con cocinas mal iluminadas y eso tiene un importante impacto en nuestra actividad, la percepción de la comida y el tiempo que pasamos en ellas. Así, diseñan la iluminación cuidando especialmente el parpadeo, el color de la luz y su reproducción cromática, para que sus clientes se encuentren a gusto en la cocina y vean bien el color y el estado de los alimentos.
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Introduce el diseño biofílico en la cocina
Sentimos una tendencia y amor hacia la naturaleza, es lo que denominamos biofilia. De modo que la neuroarquitectura considera que para lograr una cocina más saludable y en la que nos sintamos felices debemos apostar por un diseño biofílico. ¿De qué modos? Cuidando la iluminación, para que la luz sea lo más parecida a la natural, y seleccionando los colores y materiales que respondan a nuestra afinidad con la naturaleza.
Por otra parte, “las plantas naturales no deben faltar, ya que mejoran la calidad del aire, nos alegran y decoran. Solo hay que elegirlas bien y ponerlas en un lugar con mucha luz natural o con iluminación artificial adecuada para su crecimiento”, explica Rita.
Una buenísima opción son las plantas aromáticas, porque ofrecen un interesante plus: convertirse en ingredientes de nuestros platos. La albahaca, la menta, el tomillo o la caléndula son plantas que nos ayudan además a ahuyentar los mosquitos.
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