Grandes, alegres y con la misma belleza silvestre de las margaritas o las caléndulas. Así son las flores de la equinácea (Echinacea purpurea), una planta perenne con flor muy fácil de cultivar.
Como sus primas hermanas, pertenece a la familia de las Asteráceas y es una alternativa perfecta para añadir color a tu jardín, especialmente durante los meses de verano. Toma nota de los cuidados que necesita.
Una belleza llegada de América
La equinácea es una planta que tiene su origen en América del Norte, donde algunas especies, como la Echinacea angustifolia y la Echinacea pallida, son muy frecuentes. En Europa la especie más común es la Echinacea purpurea, presente en nuestros jardines de forma habitual como otras Asteráceas.
Y no es extraño que así sea porque, además de destilar belleza a raudales, es una planta fuerte, resistente y de fácil cultivo. Por eso es siempre una buena idea hacerle un hueco en el jardín.
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Propiedades medicinales
Una característica especial de la equinácea es que se trata de una planta con propiedades medicinales que se ha empleado desde hace mucho tiempo para aliviar ciertos problemas de salud.
Es cierto que puede se una ayuda para combatir algunos trastornos respiratorios como el resfriado común, digestivos como las diarreas leves o urinarios (cistitis). Sin embargo, es fundamental contar con el consejo de un farmacéutico ya que la equinácea, como otras muchas plantas medicinales, puede tener contraindicaciones y no ser beneficiosa para todas las personas.
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Grandes flores veraniegas
El principal aliciente para cultivar la equinácea en el jardín, y sin duda su mayor encanto, son sus flores. De gran tamaño y llenas de color (pueden ser púrpuras, rosadas o anaranjadas), hacen gala de una belleza despampanante, muy similar a la de las caléndulas o las margaritas.
Se trata de flores con un disco floral abultado y pétalos grandes. La floración es larga y abundante y sucede en los meses de verano, de julio a finales de septiembre.
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Que no le falte la luz del sol
La equinácea es una planta ideal para componer bellos parterres y macizos en el jardín, siempre teniendo en cuenta que has de plantarla en un lugar muy soleado, donde pueda recibir unas cinco horas de sol al día, más o menos.
Aunque también pude crecer en semisombra, su floración se reduciría considerablemente. Por eso, para que florezca en todo su esplendor, lo mejor es buscarle un emplazamiento a pleno sol.
Planta tus equináceas en línea dejando unos 30 o 35 cm de separación entre ellas, de forma que después tengan espacio para crecer. Suelen alcanzar 1,5 m de altura.
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Una planta que no tolera el frío
Si vives en una zona de inviernos muy fríos y rigurosos quizás debas plantearte si cultivar equináceas en el exterior es una buena idea. Se trata de una planta que, aunque es fuerte y tolera ciertas condiciones invernales, no soporta las heladas ni las temperaturas por debajo de los 0º C. En invierno conviene acolchar el terreno con hojas o materia vegetal como paja o corteza de pino, de forma que las raíces de la planta queden protegidas.
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Riego: la clave es la moderación
Más que mucha agua, lo que la equinácea necesita es humedad, mantener el sustrato húmedo. El riego ha de ser moderado todo el año, ya que se trata de una planta a la que le perjudica bastante un exceso de agua. No le gustan los encharcamientos, puesto que las raíces se pudren con facilidad. Ella prefiere, incluso, ciertos periodos de sequía que tolera bien. Para que crezca bellas y feliz lo mejor es esperar a que el sustrato se seque antes de volver a regarla.
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¿Hay que abonar las equináceas?
Como a la mayoría de las plantas, las equináceas prefieren suelos ricos en nutrientes para crecer y desarrollarse. Sin embargo, no es conveniente fertilizarlas demasiado ya que sus tallos crecerían muy rápido y no se fortalecerían lo suficiente como para soportar el viento o la lluvia.
Para evitar que esto suceda es mejor abonar el terreno con materia orgánica antes de la plantación de las equináceas. En julio, justo antes de la floración, puedes añadir al agua de riego un fertilizante para plantas de flor que les proporcione una buena dosis de energía para encarar el verano.
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Claves para multiplicarlas
¿Quieres un jardín repleto de equináceas? Existen varias formas de propagarlas y conseguir nuevos ejemplares. Aunque puede hacerse por división de matas, la equinácea se multiplica muy bien a partir de semillas procedentes de ejemplares que tengan unos dos años (si tus plantas son más jóvenes siempre puedes comprar las semillas en un centro de jardinería). El procedimiento no puede ser más sencillo:
- Comienza por sembrar las semillas en semillero en los meses de marzo o abril, colocando la semilla sobre el sustrato suelto a una profundidad aproximada del doble de su diámetro.
- Después añade algo de tierra sobre ella, en muy poca cantidad.
- Mantén el semillero en un lugar en el que la temperatura sea cálida. Las semillas germinarán aproximadamente a las dos semanas.
- Trasplanta las plantitas a una maceta y mantenlas en el invernadero durante el primer verano.
- Al llegar la primavera ya podrás trasplantarlas al suelo del jardín.
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¡Cuidado con los hongos!
A pesar de que la equinácea es una planta fuerte y resistente, hay ciertas plagas que pueden afectarla como los ácaros, los escarabajos, las babosas o el pulgón.
Sin embargo, lo que realmente supone un riesgo para ella son los hongos como, por ejemplo, el mildiú. Por ese motivo, es importante vigilar cuidadosamente el riego para que no haya excesos que puedan favorecer la pudrición del tallo de la planta o de las raíces.
Un consejo: es necesario vigilar de cerca las equináceas y actuar al menor signo de presencia de hongos o insectos dañinos. En el primer caso emplearemos un fungicida, mientras que en el segundo necesitaremos un insecticida adecuado. Puedes probar con productos de tipo ecológico.
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