Es la pieza estelar del salón y como tal hay que tratarlo. Por eso elegirlo es una cuestión de vital importancia. No pretendas hacerlo rápido: es esencial reflexionar antes de dejarnos llevar por el impulso de comprar.
Además del estilo o el diseño hay muchas otras cosas a tener en cuenta. Esta es una pequeña guía que te ayudará a dar en la diana.
El protagonista del salón
El sofá pertenece a ese grupo de muebles y objetos que son imprescindibles en una casa y que, además, se usan mucho y a diario, por lo que deben responder a nuestras necesidades.
No es recomendable tener prisa a la hora de elegir el sofá. Se trata de una tarea que hay que hacer con calma, si quieres acertar. De lo contrario lo más seguro es que el modelo elegido resulte demasiado grande o muy pequeño, que sea incómodo o que la tapicería resulte difícil de limpiar.
Si estás planteándote comprar un sofá, tanto si tienes que renovar el tuyo o elegir uno para tu nuevo salón, párate a pensar, reflexiona y valora cada aspecto para no equivocarte, ya que pasarás horas sentado en él. La decisión de compra no debe ceñirse únicamente a un aspecto, ya sea el diseño, la comodidad o el precio, sino que debe responder de forma positiva a todos estas cuestiones.
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Una enorme variedad
En cuanto empieces a explorar el universo de sofás que ofrece el mercado te darás cuenta de que la diversidad es inmensa. Sin embargo, cuando no se tiene claro el punto de partida, esta variedad deja de ser una ventaja para convertirse en un inconveniente.
Hay tanto donde elegir que nos perdemos. Por eso lo mejor es comenzar por descubrir el tipo de sofá que quieres y necesitas.
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Las dimensiones del sofá
Es el punto del que debes partir. Toma el metro y mide tu salón de ancho y de largo, para tener claro el tamaño que ha de tener tu sofá. Los metros cuadrados del espacio determinan si el sofá puede o no ser grande, si podemos elegir un modelo de esquina, etc.
Lo importante es que el sofá esté en equilibrio con el tamaño del salón. No debe ser demasiado grande, porque será un estorbo y hará que el salón se vea abarrotado. Tampoco ha de ser muy pequeño, porque quedará extraño.
Si tienes que amueblar el salón, piensa qué elementos vas a colocar y dónde. Puedes dibujar un boceto sencillo para ayudarte: existen aplicaciones y programas de ordenador muy sencillos que te ayudan a ver cómo quedaría el salón una vez amueblado.
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¿Cuántas plazas necesitas?
El número de personas que van a utilizar el sofá de manera habitual es un dato relevante a la hora de elegirlo. Se trata de una cuestión fundamental, en especial si sois muchos en casa o si sueles recibir visitas con frecuencia.
No tiene sentido poner un sofá de dos plazas (miden entre 160 y 180 cm) si resulta que tu familia es numerosa y todos tenéis que compartirlo. En ese caso deberá tener tres plazas (suelen medir unos 2 metros de largo) o, incluso, tendremos que decidirnos por un modelo de esquina, poner dos sofás o completarlo con otros asientos como butacas, etc.
La estructura, que sea de calidad
Lo primero en lo que solemos fijarnos a la hora de comprar un sofá para el salón es en el diseño o en el color de la tapicería. No debería ser así, puesto que hay otras características que debe tener el sofá de forma obligatoria: como la robustez de la estructura.
Esta debe ser sólida, de madera maciza o de metal, ya que se necesita una gran resistencia para soportar el uso continuado e intensivo. Además, ha de tener un buen sistema de cinchas o de muelles que soporten el peso y eviten que se hunda. Las patas deben ser fuertes, mejor si forman parte de la propia estructura.
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El diseño, una cuestión esencial
No hace falta decir que el sofá que elijamos, además de cumplir los requisitos antes mencionados, debe ser a nuestros ojos, el más bonito del mercado. O, al menos, nos tiene que gustar y mucho.
En este punto la gran diversidad de modelos que existen juega a nuestro favor: será raro que no encuentres un sofá que te enamore y que, además, cumpla con el resto de los requisitos. Es cuestión de dedicarse a buscar.
En materia de diseño, apuesta por un sofá que se adapte al estilo de tu salón, del resto de los muebles. Opta por un modelo minimalista y contemporáneo, de líneas rectas. O elige un sofá de corte clásico y combínalo con otros muebles más modernos. Los diseños de estilo vintage también resultan muy apetecibles.
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La comodidad no es negociable
No importa lo bonito que te parezca ese sofá que has descubierto. Puede tener un color maravilloso, unas líneas modernas y estilosas. Si no te resulta cómodo, no debes comprarlo bajo ningún concepto. No servirá de nada que te autoconvenzas, porque si te lo llevas a casa, te arrepentirás.
Piensa en todo el tiempo que vas a pasar sentado en el sofá, viendo tus series favoritas, leyendo o durmiendo la sienta. Necesitas un sofá cómodo de verdad, y esto sí que es un requisito indispensable. Por eso es conveniente probarlo antes de comprarlo. Ve a la tienda, siéntate en el sofá y analiza tus sensaciones. En se momento no debe parecerte ni muy duro ni muy blando, aunque el respaldo ha de ser más blando que el asiento.
Un consejo: fíjate en el relleno, que puede ser de distintos tipos. Normalmente son de espuma de poliuretano o de viscoelástica. Deben tener la densidad suficiente para no deformarse.
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Sofás ergonómicos
Cuando estés probando el sofá y te hayas sentado en él hay ciertas cosas en las que debes fijarte:
- Vigila si tus caderas quedan hundidas. No deben estar más bajas que las rodillas, para que no te cueste incorporarte, cambiar de postura o levantarte.
- ¡Ojo con la altura del respaldo! La cabeza debe descansar en el reposacabezas sin inclinarse hacia atrás ni hacia delante. Los sofás de respaldo bajo son más estéticos, por lo que muchos modelos incorporan reposacabezas abatibles que pueden pasan desapercibidos.
- Apoya la espalda en el respaldo y asegúrate de que tus pies reposan en el suelo.
- Por último, vigila que los reposabrazos tengan la altura adecuada, más o menos a la altura del codo.
Claves para escoger la tapicería
Este es otro de los temas importantes a la hora de escoger el mejor sofá para el salón. Las tapicerías suelen ser de tela, aunque también son habituales las de cuero, polipiel, microfibra, etc. Lo mejor es optar por tejidos de última generación que incorporen tratamientos especiales: para repeler las manchas, para evitar que la tela se roce, o para lograr un tacto más agradable.
Las telas de algodón, por ejemplo, son resistentes, frescas y no se deforman. Las chenillas, por ejemplo, también son adecuadas. Suaves y cálidas, la mezcla de fibras sintéticas las hace más resistentes. Los sofás de piel son elegantes y duraderos, ya que envejecen bien, con estilo.
Un consejo: los sofás desenfundables suelen ser una buena idea, sobre todo si tienes niños pequeños en casa o convives con alguna mascota.
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Acertar con el color
El repertorio cromático para el sofá es tan amplio que siempre habrá una opción adecuada para cada caso. Elige según tus gustos, teniendo claras algunas consideraciones. Es importante tener en cuenta el color de las paredes y del resto del mobiliario.
Los sofás blancos o de tonos claros son perfectos para salones pequeños, ya que resultan luminosos, aunque también son más complicados de mantener limpios.
Por otro lado, los tonos neutros son fáciles de integrar en cualquier espacio. Beige, arena, piedra, gris… Una opción infalible con la que ir a lo seguro. Los colores llamativos van bien en salones amplios que gocen de mucha luz natural.
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Pídele más prestaciones a tu sofá
Los sofás modernos del siglo XXI no sirven solo para sentarse. Hay muchos modelos que ofrecen otras ventajas adicionales, lo que los hace más prácticos y confortables.
Por ejemplo, los sofás con chaise-longue que te facilitan estar tumbado o dormir la siesta. Si tienes espacio suficiente son una buena alternativa. También destacan los sofás con espacio para guardar bajo el asiento, ideales en casas pequeñas donde cada centímetro de almacenaje cuenta. O puedes elegir un sofá cama, si no cuentas con dormitorio de invitados.
Un consejo: explora las soluciones que aportan más confort al sofá, como los respaldos y reposacabezas reclinables, los asientos que se deslizan, etc.
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