Ya sea por seguir la tendencia de decoración que ha convertido el ‘open concept’ en la distribución más apetecible para la casa o porque la falta de metros ‘invita’ a tirar tabiques innecesarios, los recibidores abiertos al salón son cada vez más habituales en las viviendas actuales. Su particularidad marca una decoración distinta, tanto si se busca la integración como la independencia visual. ¿Un principio básico? Delimitar el espacio sin cerrarlo del todo. Como en esta propuesta de K2LD Architects donde un medio tabique separa ambas estancias por uno de sus lados. Para favorecer la integración tienen el mismo pavimento, juegan con colores similares y comparten un estilo decorativo moderno y sofisticado, que en el ‘hall’ se consigue gracias a a la espectacular lámpara de techo, las dos butacas y los cuadros. Si instalas el mismo suelo, recuerda que este debe ser suficientemente resistente a los zapatos con barro. Si no es así, siempre te quedará una alfombra.
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En dos alturas
Contar con un espacio a dos alturas facilita mucho las cosas, ya que delimita ambos ambientes sin necesidad de tabiques. Además, resulta tremendamente elegante y aporta una pincelada de personalidad y originalidad. En esta propuesta de HAY, los escalones son los encargados de poner distancia entre el salón y el recibidor sin necesidad de usar ningún otro recurso. Eso sí, como ambos están juntos, es preciso mantener la sensación de unidad. Para ello, nada más fácil que usar el mismo suelo de madera y apostar por un estilo decorativo afín.
Con un medio ‘tabique’ de listones de madera
Si tu entrada es abierta y quieres dotar de cierta intimidad al salón, puedes recurrir a distintas soluciones para separar sin tabiques, como paneles de cristal, biombos, alfombras, ciertos ‘muebles barrera’, como una estantería o un aparador, e, incluso, una puerta corredera que se puede abrir o cerrar según el momento. En este ambiente, Arquima ha jugado con un medio tabique de listones de madera, a juego con la barandilla de la escalera. Una solución que independiza, sin restar metros ni obstaculizar el paso de la luz de un espacio a otro. Los otros dos nexos de unión son el blanco de las paredes y de los muebles y el suelo de madera.
Con los muebles básicos
Que compartan espacio no significan que no cumplan con su razón de ser y que el sofá se convierta en el perchero de la entrada. De manera que el recibidor debe ser igual de funcional que si fuera independiente. Para lograrlo, un asiento, un mueble para guardar y una solución para los abrigos. El espejo y las plantas son opcionales, en función de su tamaño. En esta propuesta de Dunelm encontramos tres de nuestros preferidos: un banco, un perchero de pie y una consola. El primero es una opción muy práctica (y estilosa) que puede dar mucho juego si tienes niños. Los percheros, de pie o de pared, son un básico en cualquier entrada que se precie, a no ser que dispongas de un armario. Mientras que las consolas ofrecen almacenamiento y sitio para dejar las llaves y el móvil cuando llegas a casa.
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En perfecta armonía
Para que su decoración funcione, debes mantener la armonía entre ambos espacios, especialmente si el recibidor se prolonga hacia el salón, como ocurre en este proyecto de Espejo & Goyanes, donde ambos tienen el mismo suelo y rodapié de madera oscura y paredes blancas. Si pretendes causar el efecto contrario y delimitarlos visualmente, debes jugar, entonces, con el contraste y pintar las paredes de un color oscuro, muy de moda actualmente, o con un papel pintado que ‘aísle’ la entrada. En este caso, presta especial atención a la iluminación y busca un nexo de unión entre ambos.
Marcando límites
Si prefieres que cada uno tenga su propia personalidad e, incluso, estilo, pon ciertos límites con los muebles y los materiales, aunque procurando siempre que tengan algo en común, como un color o una pieza de estética similar. En esta propuesta de Covet House, el pavimento es el encargado de delimitar visualmente ambos ambientes. Así, en la entrada se ha optado por un pavimento de mármol, mientras que en el salón por parqué y por una gran alfombra en el estar. Los detalles dorados de la consola y las lámparas encuentran su pareja ideal en la mesa de centro también 'gold'.
Juntos, pero no revueltos
Para que al abrir la puerta, tu primera visión no sea la del salón perfectamente ordenado (eso sí), puedes poner algún tipo de barrera. En esta propuesta de Vibia, los paneles de madera, tipo japonés, son los encargados de esta función. Una solución que otorga independencia pero que, al mismo tiempo, permite el paso de la luz de uno a otro. Una idea que se repite con otras estancias de la casa, lo que contribuye a crear un conjunto en armonía.
El recibidor es el protagonista
Cuando ves la entrada triunfal de la casa de la interiorista Kelly Hoppen con la fotografía de Marilyn Monroe (obra de Gene Korman), el suelo blanco y negro y la mesa redonda de mármol en los mismos colores que el pavimento, se te olvida por unos instantes que ‘abajo’, se trata de una distribución en dos alturas, está el salón. Esta opción de dar protagonismo al recibidor solo es posible si juegas bien tus cartas y apuestas por una decoración impactante y muy especial.
Con espíritu libre
Aunque lo ideal es que tengan algo en común, en ocasiones, esta propuesta de Treku es una de ellas, puedes dejar que cada uno tenga su identidad y personalidad, evitando, eso sí, el enfrentamiento directo. Es decir, una cosa es que vayan por libre y otra que ‘choquen’ decorativamente hablando. Aquí, la pared del recibidor se ha pintado en verde, a juego con el mueble, mientras que la del salón de beis. Una combinación que funciona y resulta armoniosa. Nuevamente el suelo busca la unión.
Con un mueble común
Los muebles ofrecen muchas posibilidades a la hora de equipar un recibidor y son una opción flexible, incluso nómada, si los eliges con ruedas, para reorganizarlo a tu manera. Puedes usarlos como ‘barrera’ y hacer que separen ambas estancias, piensa en una estantería abierta, o como elemento integrador, como ocurre en esta propuesta de Cartelle Design. Aquí la librería empieza en el recibidor y continúa hacia el salón, buscando la unidad y la cohesión. Un detalle a tener en cuenta es la alfombra de la entrada, que protege el suelo de madera que viste ambos ambientes.