La hiedra (Hedera) es una planta trepadora leñosa tan fácil de cuidar que casi no necesita ningún tipo de atención y aun así crecerá fuerte y frondosa. Lo mejor de esta planta es su gran adaptabilidad, ya que aunque es de exterior, se adapta con la misma facilidad al interior, decorando tu casa y dándole personalidad. En una maceta colgante, la hiedra es una planta muy decorativa.
En el exterior, es la mejor planta para crear intimidad en celosías y vallas, aunque también es muy utilizada para cubrir fachadas y crear increíbles jardines verticales. La hiedra es también una planta tapizante (de hecho, ese es su origen) que tiende a subir por los árboles y que tiene increíbles propiedades decorativas en cualquier jardín que se precie. ¡Son todo ventajas!
Características de la hiedra
La hiedra es una planta trepadora de rápido crecimiento perenne. Es muy fácil encontrarla en entornos naturales, en zonas con cierta sombra y humedad. Las hojas de la hiedra son pecioladas (tienen un rabito que las une al tallo) y son de un brillante color verde –aunque dependiendo de la especie también pueden ser bicolores, amarillas y de un verde más suave–. Una de las características más destacables de la hiedra es que cuenta con dos tipos de hojas distintas. Por un lado, las ramas florales cuentan con hojas alternas, lanceoladas, elípticas o romboidales. Mientras, las hojas de las ramas no florales son astadas o palmeadas, con 3 a 5 lóbulos triangulares.
Gracias a las raicillas que le salen en los tallos, es capaz de amarrarse y subir por las paredes, pudiendo llegar a medir hasta 30 m. Si la hiedra está plantada en el exterior, puede ofrecer unas flores que salen en forma de racimos durante todo el verano y parte del otoño.
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Tipos de hiedra
La hiedra es una planta de la familia de las Araliáceas y cuenta con unas 15 especies. Aun así hay varios tipos de hiedra que son las más comunes, aunque solo dos son aptas para su cultivo en interior:
- Hiedra común (Hedera Helix): es la más común y resistente. Puede cultivarse tanto en el interior como en el exterior. Puede encontrarse creciendo de forma silvestre en Eurpa, África y Asia. Sus hojas son de un color verde oscuro.
- Hiedra canaria (Hedera canariensis): por las características climatológicas del archipiélago canario, de donde es originaria, este tipo de hiedra también puede cultivarse en el interior. Se la conseidera una subespecie de la hiedra común, aunque con sus hojas más grandes. Puede vivir en exposiciones de pleno sol.
- Hedera hibernica: es una especie de hiedra que crece silvestre en Europa, en las costas del Atlántico. Se caracteriza por sus hojas lobuladas de un color verde oscuro brillante y sus frutos, similares a las bayas, de un color negro azulado.
- Hiedra persa (Hedera colchica): puede alcanzar alturas de hasta 30 m. Es originaria de Persia y cuenta con algunas subespecies muy decorativas. La hiedra Dentata, por ejemplo, caracterizada por sus bordes dentados; o la Sulphur Heart, cuyas hojas tienen el centro color verde amarillento.
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Cuidados de la hiedra en exterior
Aunque la hiedra es una planta que se adapta a cualquier circunstancia, hay varios cuidados que puedes concederle para que crezca más frondosa.
Sustrato: la hiedra prefiere un suelo alcalino y con un bien drenaje. Para conseguirlo, mezcla sustrato universal con ⅓ de arena, con lo que favorecerás que el agua no se acumula en la tierra.
Temperatura: la hiedra prospera muy bien en climas templados, en los que las temperaturas pueden oscilar entre -4 °C y 40 °C, aunque no tolera bien las heladas.
Ubicación: en el exterior, la hiedra prefiere zonas de semisombra, ya que en zonas con sol directo podría no desarrollarse tan bien.
Riego: en verano necesita riegos frecuentes, unas 3 veces por semana, aunque si el ambiente es muy seco, agradecerá que los aumentes. Durante el resto del año, riégala un par de veces a la semana. Y recuerda humedecer bien todo el sustrato para que se hidrate bien.
Abono: se realiza durante los meses de primavera y verano. Emplea abonos naturales, como guano o mantillo, o fertilizantes para plantas verdes, siguiendo siempre las instrucciones del fabricante.
Poda: pódala a finales de verano para mantener su crecimiento controlado. Corta los tallos más largos.
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Cuidados de la hiedra en maceta
Si tienes la hiedra cultivada en maceta, ya sea en el interior de tu casa o en el jardín, sus cuidados no son exactamente iguales a cuando está cultivada en el exterior.
Ubicación: En interior, lo ideal es colocarla en una estancia con mucha luz natural, aunque lejos de los rayos de luz solar directa. Mantenla también lejos de las fuentes de calor, el aire acondicionado y de las corrientes de aire, que pueden dañar sus hojas. Si está en exterior, en una zona de semisombra.
Riego: aunque no necesita mucha agua, lo ideal es hacerlo cada dos días en verano y una vez a la semana en invierno.
Abono: hazlo cada 15 días en primavera y en verano con un abono líquido, siguiendo las instrucciones del fabricante.
Poda: para conseguir que la planta sea más compacta, recorta sus puntas una o dos veces al año, preferiblemente al final del verano o si la cambias de maceta.
Un consejo: si tienes la hiedra cultivada en maceta, lo más adecuado es trasplantarla cada 2 o 3 años en primavera.
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Cómo cultivar la hiedra en el jardín
Si quieres que tu jardín presuma de una bonita enredadera en un par de años, elige un lugar con semisombra de tu jardín. Haz un agujero en la tierra, con una profundidad mayor que la del plantón. Extrae la planta con cuidado de la maceta y colócala en el centro del agujero. Después, rellénalo con tierra.
Finalmente, haz una barrera de tierra de unos 3 cm de altura, rodeando el agujero, para que el agua no se pierda cuando la riegues. Después, riégala. No la abones hasta 3 o 4 meses después de la plantación.
Cómo reproducir la hiedra
La forma más sencilla de reproducir la hiedra es mediante esquejes. Selecciona un tallo sano y de menos de 2 años de la planta y mételo en agua durante varios días hasta comience a echar raíces. También puedes plantarla en turba húmeda. Después, plántala en un sustrato universal. La reproducción de la hiedra puede hacerse durante cualquier época del año, aunque es mejor siempre evitar los meses fríos.
¿Qué problema tiene mi hiedra?
Hay varios indicadores que pueden señalarte qué es lo que necesita tu hiedra o qué le sobra:
- Hojas pálidas: demasiada luz directa.
- Hojas secas y arrugadas: demasiado calor y sequedad. Si la tienes en interior, en una maceta, cámbiala a un lugar más fresco y rocíala a diario para aumentar la humedad.
- Hojas blancas o amarillas que se vuelven verdes: esto sucede por una carencia de luz natural. Colócala en un espacio más luminoso e interrumpe su abono hasta la siguiente primavera.
- Hojas negras: hay un exceso de agua. Deja que el sustrato se seque antes de volver a secarla y después reduce la frecuencia.
- Hojas rígidas con bordes amarillos: aumenta sus riegos.
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Enfermedades y plagas más comunes de la hiedra
La hiedra puede ser sensible a ciertas bacterias, como la Xanthomonas hederae, que puede manifestarse con manchas negras en las hojas y depresiones en el tallo. También puede verse afectada por ciertos hongos, como antracnosis, que producen manchas en las hojas. Para solucionarlo, corta las hojas y ramas secas y pulveriza el resto de la planta con fungicidas a base de cobre.
Entre las plagas, las más comunes en la hiedra son el pulgón, araña roja, cochinillas o trips.
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