Seguro que te ha pasado alguna vez, especialmente si ese día tienes prisa: vas a ponerte una camiseta, un jersey o una camisa y, una vez que lo has localizado, está arrugada como si la hubieras guardado así. Lo difícil no es hacer el cambio de armario de primavera y de invierno, especialmente si sigues nuestros artículos con las ideas de decoración más sencillas para esa labor, sino de lograr que esté siempre ordenado con la ropa bien doblada o colgada y, por supuesto, sin arrugas.
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Exceso de equipaje
¡Ha llegado el momento de hacer limpieza! Las prendas necesitan ‘respirar’, no escalar montañas ni impedir que cierre bien el cajón. Por mucho cuidado que pongas si no te deshaces de todo lo que no te pones, no te vale, no te sienta como debería o te hace daño, no habrá manera de diseñar un armario ordenado y con la ropa en perfectas condiciones. Si tienes dudas o buscas excusas sentimentales, responde las tres preguntas clave en estos casos: ¿Me sienta bien? ¿Me gusta? ¿Lo utilizo? Y a partir de ahí, regala, vende o tira a la basura.
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Revisión general
Siempre, aunque especialmente en el cambio de armario, antes de guardarlas es necesario que revises que no tiene manchas, no le falta un botón, sus bolsillos no tienen monedas o papeles o está arrugada como si acabase de salir de la lavadora. Necesitas que cuando vayas a ponértela esté lista y para eso debes guardarla en perfecto estado.
Una organización que funcione
Y con eso queremos decir que el interior debe ajustarse a las prendas que tienes y ser realmente práctico. Así, todo lo que te pones a diario tiene que estar más a mano, mientras que la ropa de otra temporada o aquellas prendas que apenas usas queden ‘desterradas’ a la parte alta. Como norma general, las prendas más pesadas van al fondo de los armarios, las más livianas, arriba; lo que se usa con más frecuencia debe ser lo más fácil de coger, mientras que lo que tiene un uso ocasional puede ser menos accesible. En resumen, los zapatos en la parte de abajo, gorros en la de arriba, ropa de temporada al alcance de la mano y trajes de esquí en la de abajo o en lo más alto.
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Cada cosa en su lugar
De manera que, si buscas una camisa, no tardes cinco minutos en encontrarla, ni pierdas segundos en busca de un calcetín desparejado. Cuánto más clasificado esté todo (por manga corta, larga, colores, tejidos…), más sencillo será el día a día en el vestidor. Además, cuando estableces un orden, tiendes a mantenerlo después. ¡Todo un éxito!
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Accesorios que te lo ponen fácil
Desde pantaloneros, que ahorran espacio y mantienen los pantalones sin arrugas, hasta barras abatibles, que aprovechan la altura y te lo ponen fácil, divisiones de cajones para mantener el orden interior, cestas de rejilla que te permiten ver lo que contienen a la primera; perchas para faldas o shorts (mejor que la pinza esté forrada), para cinturones o forradas para prendas delicadas... Nunca está de más contar con ayuda extra.
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Prendas de colgar
Tanto camisas como chaquetas o abrigos deben colgarse en perchas de uno o en uno, con la cremallera subida y los botones abrochados. Es importante que dejes cierta distancia entre prendas, porque si las aprietas demasiado no podrás coger algo sin ‘llevarte’ al compañero de al lado y se arrugará a los cinco minutos de haberla planchado. Por cierto, los jerséis de lana nunca deben colgarse. Lo ideal es doblarlos bien y colocarlos sin comprimir en su balda correspondiente. Y presta especial atención a los vestidos largos, ya que, si arrastran, se arrugarán sin remedio.
La importancia de las perchas
Dada la variedad, las perchas ofrecen un abanico de posibilidades para que elijas las que mejor se adapten a ti: no puedes colgar una prenda de una talla 36 en la misma percha que una 52, por ejemplo. Como norma, debes contar con una gran cantidad (no es momento de escatimar) y colgar una sola prenda por percha. Para facilitarte la tarea, recuerda que el gancho siempre debe mirar hacia el interior, para que sea más cómodo colgar y descolgar; que si son todas iguales (de madera, plástico o metal) dará mayor sensación de orden; y que debes procurar que toda la ropa mire hacia la misma dirección, ya que facilita la tarea y favorece la organización.
Cuidado con las ‘montañas’
De camisetas, jerséis o sudaderas. Lo ideal es que la distancia entre baldas no supere los 35 cm y que evites crear pilas de ropa muy altas (entre 5 y 8 prendas es un buen número), que te impidan acceder a ellas cómodamente, especialmente si está en el centro o al principio. Sin olvidar que se arrugan, además, mucho más y que suelen desmoronarse cuando menos te lo esperas. El doblado vertical de Marie Kondo, tipo paquetes, es una buena opción para estas prendas que van dobladas.
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La ropa interior en orden
No se le suele prestar la atención que merece y el resultado son cajones llenos, en los que reina el desorden como algo normal. En primer lugar, haz limpieza y deshazte de ese sujetador que te hace daño o esa braguita que se ha dado de sí. El cajón de la ropa interior debe ordenarse por categorías. De esta manera, los sujetadores deben estar en paralelo, lo que evitará que se deformen y optimizará el cajón; y las braguitas y calzoncillos doblados (a lo Marie Kondo o con tu propio método), pero siempre en vertical, para que puedas localizarla fácilmente. Si quieres tener un cajón de 10, los organizadores de cajones son lo tuyo.
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¿Y los zapatos?
Los zapateros son uno de los ‘asuntos delicados’, especialmente si van dentro del armario ropero, ya que pueden oler mal y hacer que toda la ropa huela igual. Lo ideal es, al igual que haces con el abrigo, dejarlos en el recibidor unas cuantas horas antes de guardarlos en su sitio y, si es posible, optar por un zapatero extraíble y cerrado. En función de la intensidad del olor, será necesario que se aireen en la terraza o la ventana. Por cierto, en este cambio de armario recuerda poner papel de periódico dentro de las botas para que no se deformen.
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