Las baldosas hidráulicas no son un pavimento nuevo, pero están viviendo ahora su particular resurgir. Son decorativas, resistentes y apenas necesitan mantenimiento.
A pesar de todo, conviene saber cómo limpiarlas y darles los cuidados que necesitan para no dañarlas y conseguir que estén siempre perfectas.
El resurgir de los hidráulicos
Aunque sus orígenes se remontan a tiempos remotos, hoy vuelven a ser tendencia. Los suelos hidráulicos fueron muy habituales en las casas y palacetes modernistas de principios del siglo XX y también vivieron una época de esplendor en los años 60. Hoy vuelven con fuerza, fabricadas con las mismas técnicas artesanales de antaño.
La buena acogida que experimentan este tipo de baldosas ha hecho que proliferen los revestimientos cerámicos de azulejo y gres con aspecto de piezas hidráulicas, una opción que, aunque diferente, merece la pena tener en cuenta.
De factura artesanal
Eran uno de los suelos más habituales en las casas de la década de los 60 y todavía se conservan en muchas de ellas, dada la resistencia y durabilidad de la que hacen gala.
Las baldosas se fabrican artesanalmente con cemento y pigmentos. Se preparan las mezclas, se introducen en un molde y se compactan con una prensa hidráulica. No necesitan cocción en el horno como la cerámica. Simplemente se dejan secar hasta que el cemento adquiere toda su dureza.
Como van teñidos en masa la superficie de las baldosas no pierde el color sino que lo conserva durante mucho tiempo.
La limpieza diaria
Este tipo de pavimentos no requieren complejos tratamientos de limpieza para estar en plena forma. La higiene cotidiana se realiza simplemente pasando una mopa de microfibra para eliminar el polvo.
Si el suelo tiene manchas superficiales ha de tratarse con agua y jabón (mejor elegir un detergente suave que no sea agresivo).
La mejor protección
Uno de los inconvenientes que presentan los suelos hidráulicos es que son muy porosos, lo que les hace especialmente vulnerables a las manchas ya que absorben fácilmente los líquidos y la suciedad.
Sin embargo, solucionar el problema es sencillo. Basta con aplicar un tratamiento sellador que proteja el revestimiento. Extiende el producto con una brocha y deja secar. Puedes elegir un acabado más natural o más brillante, con efecto mojado, etc.
Un consejo
Para evitar que la capa de protección se desgaste demasiado pronto, conviene aplicar periódicamente cera líquida incolora.
Limpiadores caseros que es mejor evitar
Algunos productos de los que tienes en casa, y que pueden ser muy eficaces para dejar impecables otras superficies, no sirven para mantener limpias las baldosas hidráulicas. De hecho, utilizarlos hace que tus suelos se deterioren antes de tiempo.
Es el caso del amoniaco o la lejía, que resultan demasiado fuertes. Además, debes tener mucho cuidado de no mezclarlos, ya que juntos pueden llegar a ser muy tóxicos.
Quizás ahora necesites un buen producto desinfectante debido a la situación provocada por el coronavirus, pero tendrás que buscar una opción menos agresiva.
Soluciones que sí funcionan
El agua es un buen aliado a la hora de mantener perfectos tus suelos hidráulicos. Es cierto que por sí sola no será efectiva, pero te servirá para diluir cualquier producto que utilices haciéndolo menos agresivo.
Otra alternativa para limpiar a fondo estos pavimentos es utilizar vapor de agua. La vaporeta eliminará la suciedad más incrustada y los dejará impecables sin necesidad de emplear productos químicos.
El bicarbonato o el vinagre diluido en agua son otros productos caseros que puedes utilizar sin problemas, ya que limpiar sin agredir.
Cómo recuperar el brillo
Si tus baldosas tienen ya bastantes años es posible que hayan perdido el brillo que les caracterizaba como consecuencia del paso del tiempo y del uso cotidiano. Sin embargo, existen soluciones para lograr que el suelo recupere el lustre: aplicar un producto abrillantador específico para pavimentos hidráulicos, de piedra, mármol, barro, pizarra, etc.
Suelos con solera
Cuando los pavimentos hidráulicos tienen ya unos años, pueden presentar manchas antiguas que han penetrado en el interior de las baldosas. Son las más complicadas de eliminar, al menos en su totalidad.
Para tratar de borrarlas puedes utilizar un limpiador desincrustante específico. Aplica el producto, frota con un cepillo y termina aclarando con agua.
¿Y si tiene manchas profundas?
Las peores son las de moho y de óxido, ya que resultan casi indelebles. El moho es un hongo que aparece en superficies con una alta humedad, como los suelos del cuarto de baño o en aquellas zonas de agua.
Para evitar que salgan es conveniente ventilar muy bien los espacios. Si ya han aparecido las manchas de moho aplica sobre ellas una mezcla de agua y amoniaco a partes iguales. Aunque el amoniaco no se debe usar para limpiar los suelos hidráulicos ya que puede deteriorarlos, es un producto muy efectivo para acabar con estas manchas de manera puntual. Después de que el amoniaco diluido actúe durante unos minutos sobre la suciedad debes aclarar con agua.