Trasplantar es una técnica habitual en jardinería que consiste en extraer una planta de la tierra en la que crece para plantarla en otro lugar. Esto que dicho así parece sencillo e irrelevante, no lo es tanto. Si no lo hacemos correctamente podemos provocarle a las plantas un sufrimiento excesivo.
Por eso conviene que aprendas ciertas técnicas para trasplantar tus ejemplares sin que apenas lo noten.
Fomentar su crecimiento
Los motivos para trasplantar pueden ser diversos: quizá la planta está en una maceta que se le ha quedado pequeña, o tal vez quieras modificar el diseño de tu jardín. El trasplante siempre ha de tener una razón de ser; normalmente es una mejora en su desarrollo.
También puede ocurrir que el sustrato haya agotado sus nutrientes esenciales y sea necesario un cambio. O quizás has plantado semillas en semilleros y sea el momento de llevarlas al jardín. En cualquier caso, es necesario saber cómo y cuándo debes trasplantar.
Trasplantar en el jardín
Elegir el momento adecuado depende mucho del tipo de planta en cuestión. Por regla general, y para que la operación resulte exitosa, es conveniente hacerlo cuando la planta se encuentre en periodo de reposo. Es decir, que no esté creciendo activamente.
En cualquier caso, se podrían establecer una reglas generales en función de si se trata de plantas de maceta, o si son plantas que están en el suelo del jardín. Los ejemplares plantados en el suelo se suelen trasplantar desde finales del otoño a mediados del invierno, cuando las temperaturas son frescas y no hay sol fuerte ni grandes heladas.
En caso de cambios muy bruscos de temperatura, y esto sirve para cualquier planta y ubicación, lo mejor es aclimatarlas poco a poco. Puedes, por ejemplo, cambiar las macetas a un lugar más cálido durante unos días antes de plantarlas en el jardín a pleno sol.
De maceta a maceta
Las plantas que crecen en contenedor se pueden trasplantar en cualquier época del año, a no ser que se trate de ejemplares muy delicados. Dado que las raíces apenas pierden contacto con la tierra, no suelen acusar el proceso de trasplante.
De todas formas, sí debes evitar que los cambios sean muy radicales (como sacar una planta de un interior en el que está protegido a un lugar exterior a pleno sol y con mucho calor).
Si se trata de plantitas recientes, no las cambies de maceta hasta que no hayan crecido lo suficiente y tengan unas cuantas hojas nuevas.
A raíz desnuda
Cuando trasplantamos plantas procedentes del suelo de nuestro jardín, bien por motivos de un cambio estético en el diseño o bien porque queremos reubicar algún ejemplar, lo hacemos a raíz desnuda. Es decir, la planta se extrae sin tierra alrededor de las raíces.
Esto conlleva un riesgo de deshidratación, especialmente si realizas el trasplante en días secos y soleados, por lo que conviene hacerlo a finales del otoño y antes de que el frío sea extremo.
El trasplante a raíz desnuda es el que se lleva a cabo cuando pasamos los plantones de los semilleros al suelo del jardín. O cuando plantamos árboles frutales comprados en un vivero.
Las claves del éxito
Realizar un trasplante a raíz desnuda no tiene por qué terminar en fracaso, siempre que tengas en cuenta algunas recomendaciones que te ayudarán a minimizar el estrés que puedan sufrir tus plantas.
- Para empezar, prepara con antelación todo lo que vas a necesitar. Busca el lugar más adecuado, las herramientas, el sustrato que vas a emplear, etc.
- A la hora de sacar la planta de su lugar actual ten mucho cuidado de no romper las raíces, que se quedarán totalmente desprotegidas.
- Si vas a plantar en el suelo del jardín, haz un hoyo lo suficientemente grande y profundo. Debe tener un tamaño similar al que tiene la parte exterior de la planta. Puedes añadir una capa de drenaje para evitar el encharcamiento del agua de riego.
- Coloca la planta y rellena con tierra o sustrato, presionando con las manos para evitar que queden bolsas de aire en la tierra.
- Riégala generosamente y vigílala durante unos días para comprobar que se adapta correctamente a su nueva ubicación.
El cuidado de los plantones
¿Tus semilleros están repletos de plantones que has de colocar en el jardín? Este tipo de trasplantes ha de hacerse con precaución, cuando ya han salido unas tres o cuatro hojas nuevas y las plantas tienen la envergadura suficiente como para soportar el cambio.
Después de realizar el trasplante es necesario intensificar el riego y proteger los plantones con un acolchado adecuado.
Un consejo
Es buena idea trasplantarlos durante un tiempo a una maceta intermedia, para controlar que no les da el sol y mantenerlos a salvo de las corrientes de aire y del frío.
El poder protector del cepellón
Realizar un trasplante con cepellón no es otra cosa que extraer la planta junto con un bloque de tierra que protege las raíces. Es la manera habitual cuando se trata de cambiar los ejemplares de maceta, por ejemplo.
Conviene que el cepellón esté húmedo para poder sacarle mejor de la maceta vieja y también para evitar que se desmorone.
Este tipo de trasplante tiene la ventaja de conseguir que la planta sufra menos, ya que las raíces no quedan desprotegidas en ningún momento.
Elegir la maceta adecuada
Antes de realizar un trasplante de maceta a maceta, o de suelo a maceta si queremos rescatar alguna planta de nuestro jardín para colocarla en el porche o la terraza, hemos de elegir el contenedor en el que la vamos a reubicar. Y para ello es importante tener en cuenta el tipo de planta.
- Si se trata de ejemplares que alcanzarán un tamaño considerable (alrededor de un metro de altura), hemos de elegir para ellas una maceta bastante más grande de la que tienen, más ancha y más profunda, con unos 50 cm de diámetro.
- Los cactus y las plantas suculentas no necesitan una maceta de grandes dimensiones, ya que suelen ser especies de crecimiento lento. Búscales un recipiente de un diámetro mayor (unos 3 cm más que la maceta actual).
En cuanto al material, las macetas más habituales son de plástico o de barro cocido. Mientras que las primeras son más económicas y ligeras, tienen el inconveniente de que en verano se pueden recalentar bastante con el sol, lo que no es bueno para las raíces de tus plantas. En ese sentido, las macetas de barro son mejores.
¿Qué hacer ante un trasplante traumático?
En ocasiones, y aunque hayas tomado las medidas adecuadas, las plantas sufren en exceso a causa de un trasplante. Por ello conviene vigilarlas un tiempo después para comprobar que se encuentran en buen estado.
Si, por el contario, observas que el crecimiento de la planta se detiene, que sus hojas se arrugan o tienen un aspecto deteriorado y amarillento, que su vigor disminuye y se marchita, entonces puede ser que el trasplante haya sido traumático para ella.
Riégala más de lo habitual, coloca la maceta en un lugar de la casa donde no le de el sol directo. Y si está en el suelo del jardín, protégela del viento que puede hacer que el agua se evapore rápidamente. Puedes utilizar paja, hojas o corteza de pino para acolchar el sustrato.