Pintar las paredes no tiene por qué convertirse en una manera aburrida de decorar tu casa. Si empleas la técnica adecuada conseguirás resultados muy originales. Es lo que ocurre cuando recreas el efecto ombré o degradado de color: que la habitación cambia por completo.
Espacios que se vuelven únicos
Una de las cosas que más nos apasiona cuando decidimos pintar las paredes de casa es elegir el color adecuado. No es tarea fácil, ya que hay un sinfín de posibilidades muy interesantes y, además, ha de ser especial para nosotros, único y personal.
Por eso esta tarea es tan importante, porque es una de las claves para que nuestra casa nos cautive por completo, tanto si se trata de paredes lisas, como cuando buscamos efectos más peculiares.
El color que elijamos determinará la apariencia de la habitación. Puedes optar por tonos neutros (beige, gris, topo, etc.), pastel o intensos y brillantes. Todo depende del carácter que quieras imprimir al espacio.
Con un solo color
Crear un degradado utilizando un único color es la manera más sencilla de plasmar esta técnica en la pared.
Elige tu favorito (mejor si es lo suficientemente oscuro) y mezcla añadiendo pintura blanca en diferentes cantidades para crear tres o cuatro tonos diferentes, desde el más claro que quedará en la parte más alta de la pared, hasta el más oscuro (el color elegido sin aclarar) que irá cerca del suelo.
En busca de la armonía
Una idea superdecorativa para hacer el degradado es utilizar dos colores que armonicen entre sí y que, además, creen cierto contraste para que la pared quede más bonita.
La clave está en comenzar a pintar la zona inferior con uno de ellos y terminar en la parte superior con el otro, mezclándolos en el centro de la pared de forma gradual. Es vital que no se marquen los límites de uno y otro color.
Un consejo
Elige dos colores en su versión pastel y combínalos para conseguir un efecto ombré muy especial, perfecto para habitaciones infantiles y juveniles.
Consigue un plus de vitalidad
En ocasiones necesitamos que nuestra casa se inunde de un aire nuevo y atrevido, sin embargo, no nos atrevemos a apostar por colores llamativos para las paredes.
Es entonces cuando el efecto ombré puede convertirse en una alternativa más que interesante. Quizá no contemplas pintar las paredes del dormitorio de azul intenso, pero sí hacer un degradado en una de ellas con ese tono.
Gracias a esta técnica, los colores vivos y potentes no resultan asfixiantes, sino ricos, divertidos y muy personales.
Una idea para modular el espacio
Los degradados en la pared, además de cumplir una función decorativa, sirven para enfatizar determinadas características del espacio o para cambiar la percepción visual que tenemos del mismo.
Por ejemplo, se puede aumentar la sensación de profundidad de una habitación pequeña.
Por otro lado, un color que se va a aclarando hacia el techo sirve también para conseguir que la pared parezca más alta.
DIY: efecto ombré con pistola de pintar
Aunque puedes utilizar un rodillo y una brocha grande para pintar una pared con efecto degradado, mejorarás el resultado si empleas una pistola o pulverizador de pintura.
Con esta herramienta resulta más fácil hacer transiciones suaves de unos tonos a otros, sin bordes ni líneas marcadas. Solo tienes que saber cómo manejar la pistola. Te lo contamos en tres sencillos pasos.
PASO 1. Aplica el color más oscuro
Antes de empezar recuerda que debes proteger el espacio de trabajo, si no quieres tener que pasarte después un buen rato limpiando restos de pintura.
Coloca plásticos en el suelo y tapa el rodapié, los interruptores y enchufes con cinta de enmascarar.
- Comienza por elegir el color que prefieres para tu pared (una buena idea es emplear tres tonalidades del mismo). Prepara las mezclas, aclarando con pintura blanca.
- Aplica el color más oscuro en la zona más baja de la pared, justo sobre el rodapié, con pasadas regulares de la pistola.
- Procura mantener la misma distancia y una velocidad de movimientos constante al pintar para que el resultado sea homogéneo.
PASO 2. Continúa con el tono intermedio
- Nada más terminar de aplicar el color más oscuro, cambia el depósito de pintura (o límpialo rápidamente), rellénalo con la tonalidad intermedia y comienza a pulverizar. Es importante que no esperes demasiado para evitar que el primer color se seque.
- Para pasar de un tono a otro sin que se noten los límites es importante aumentar la distancia de aplicación del producto con respecto a la pared. De esta manera se crea una transición fluida.
- A continuación sigue aplicando la pintura acercándote de nuevo a la pared (coloca la pistola a unos 20 cm), de forma que aumente la cobertura y el color se intensifique ligeramente.
PASO 3. Difumina hacia el blanco
- Llega el momento de pintar la parte superior con el color más claro, sin esperar a que se seque el tono intermedio para lograr una transición gradual entre ambos.
- Aléjate de la pared para cubrir más ligeramente la zona en la que se mezclan ambos tonos y después vuelve a acercarte para continuar con el resto de la superficie.
El resultado es un degradado perfecto, en el que el color de la zona inferior se va difuminando hacia el blanco de la parte superior de la pared.